sábado, 31 de diciembre de 2016

The end. Lo que le dice el año viejo al año nuevo

Vuelve a recordarnos Arkás lo que le dice el año envejecido y canoso, medio calvo y barbudo al nuevo e imberbe que entra, y que es, en dos palabras: obsolescencia programada: está previsto que tú, el año supuestamente nuevo,  dures trescientos sesenta y cinco días igual que yo, y que las promesas de mejora en general que conllevas (felicidad, realización de todos nuestros más íntimos deseos y sueños de paz en la tierra, armonía, libertad, fraternidad y  demás zarandajas) se queden en agua de borrajas y caigan en desuso y el saco roto del olvido por la fuerza misma de la costumbre y el propio funcionamiento de la maquinaria que prevé que así sea y que se alimenta de esas mismas y falsas ilusiones de novedad,  de modo que, cuando uno está a punto de descubrir y denunciar el engaño en el que vivimos,  se abre paso una nueva institución temporal, que hará su aparición estelar en todos los calendarios y que es "el año nuevo" con idénticas y falsas promesas e ilusiones.  ¿Descubrirán alguna vez los humanos seres que el año viejo y el año nuevo, tú y yo, no somos sino el mismo año que gira como la tierra en torno al sol, la misma ave Fénix que muere incinerada y renace de sus propias cenizas?

The end, el fin de...



La gente quiere que llegue el finde, como se dice ahora, o el fin de semana, que se decía antes,  llegar a fin de mes, celebrar el fin de año:

-que llegue el finde para descansar y desconectar de la rutina, libre de las cadenas del trabajo asalariado o de la educación preparatoria, que es la cara moderna de la antigua esclavitud abolida de la faz del mundo para seguir subsistiendo bajo nuevas formas;

-llegar a fin de mes, económicamente hablando, porque el dinero es aquello en que se convierte nuestra vida, time is money, money is time; llegar a fin de mes significa cobrar a mes vencido, obtener la recompensa económica  por nuestra prostitución, cobrar el estipendio que debería alcanzar hasta el próximo fin de mes y que sólo nos durará unos días, quizá unas semanas…

-celebrar el fin de año con burbujas espiritosas de champagne para que parezca que damos carpetazo y hacemos borrón y cuenta nueva, dispuestos a que el año que comienza sea de verdad un año nuevo y no, lo que acabará inevitablemente siendo, una repetición de lo mismo de siempre.

Porque lo que en realidad queremos es el fin del tiempo que nos venden como futuro siempre: el fin de la semana, el fin del mes y el fin de todos los años que pretenden computar el paso del tiempo: feliz fin de semana, por lo pronto, y feliz fin de mes y de año todo junto. Esperando el porvenir, y el porvenir nunca llega.


martes, 27 de diciembre de 2016

Tibulo no quiere dinero ni riquezas

diuitias alius fuluo sibi congerat auro
et teneat culti iugera multa soli,
Que para sí otro acapare tesoros de oro bruñido
y acres posea mil de un cultivado solar

quem labor adsiduus uicino terreat hoste,
Martia cui somnos classica pulsa fugent:
al que continua inquietud, próximo el enemigo, atormente,
y haga su sueño huir son de trompeta marcial:

me mea paupertas uita traducat inerti,
dum meus adsiduo luceat igne focus.
Lléveme a mí mi pobreza a través de una vida tranquila
mientras relumbre mi hogar de un cotidiano fulgor. 
 
 Esbozo de Tibulo, Dante Gabriel Rossetti

ipse seram teneras maturo tempore uites
rusticus et facili grandia poma manu;
He de plantar a su tiempo debido jóvenes cepas
rústico yo y frutal mucho con diestra sagaz.

nec spes destituat, sed frugum semper aceruos
praebeat et pleno pinguia musta lacu.
ni que me falte esperanza, sino que abundancia de frutos
siempre y espesos me dé mostos, a tope el tonel.

nam ueneror, seu stipes habet desertus in agris
seu uetus in triuio florida serta lapis,
Pues me emociono si un tronco perdido en el campo o vetusta
piedra en crucero vial tienen corona de flor,

et quodcumque mihi pomum nouus educat annus,
libatum agricolae ponitur ante deo.
y es todo fruto que a mí me produzca la nueva cosecha
tras consagrarlo, a los pies puesto de rústico dios.



Flaua Ceres, tibi sit nostro de rure corona
spicea, quae templi pendeat ante fores,
Blonda Ceres, de nuestro terruño corona de espigas
tengas, que ha de colgar ante tu templo y altar,

pomosisque ruber custos ponatur in hortis,
terreat ut saeua falce Priapus aues.
y en mis huertos frutales se yerga guardián rojecido
Príapo a fin de espantar pájaros a hoz de temer.

uos quoque, felicis quondam, nunc pauperis agri
custodes, fertis munera uestra, Lares.
Lares, vosotros también, guardianes de fértil terruño
antes y pobre ya hoy vuestras ofrendas tenéis.

Esbozo de Delia, Dante Gabriel Rossetti

tunc uitula innumeros lustrabat caesa iuuencos,
nunc agna exigui est hostia parua soli.
Vaca matada entonces purgaba a novillos sin cuento,
ruin cordera es hoy don de mi humilde solar.

agna cadet uobis, quam circum rustica pubes
clamet ‘io messes et bona uina date’.
Se os matará una cordera, en torno a la cual pueblerina
moza diga: “Buen vino otorgadnos y mies.”

iam modo iam possim contentus uiuere paruo
nec semper longae deditus esse uiae,
Ya solo ya podría vivir contento con poco
no a larga marcha estar siempre entregándome yo,

sed Canis aestiuos ortus uitare sub umbra
arboris ad riuos praetereuntis aquae.
sino a librarme de ardiente irrupción del estío a la sombra
de árbol junto a caudal de agua que fluye sin fin.

nec tamen interdum pudeat tenuisse bidentem
aut stimulo tardos increpuisse boues,
Ni iba a darme vergüenza a veces llevar zapapico
o con aijada azuzar bueyes que queden atrás,

non agnamue sinu pigeat fetumue capellae
desertum oblita matre referre domum.
ni importaría llevar hasta casa a cordera o cabrito
que una su madre atrás cabra olvidada dejó.

at uos exiguo pecori, furesque lupique,
parcite: de magno est praeda petenda grege.
Pero dejad a mi humilde ganado, ladrones y lobos:
de una cabaña mayor id a buscar el botín.

hic ego pastoremque meum lustrare quotannis
et placidam soleo spargere lacte Palem.
Suelo aquí a mi pastor cada año purificarlo
y a la pacífica yo Pales de leche rociar.

adsitis, diui, neu uos e paupere mensa
dona nec e puris spernite fictilibus.
Dioses, venidme aquí y vosotros de pobre mi mesa
dones no desdeñéis ni de sencillo tazón.

fictilia antiquus primum sibi fecit agrestis
pocula, de facili conposuitque luto.
Se hizo al principio el antiguo hombre del campo de arcilla
tazas, de barro las fue blando a poder modelar

non ego diuitias patrum fructusque requiro,
quos tulit antiquo condita messis auo:
Yo no pido riquezas de herencia paterna ni rentas
que al bisabuelo la mies almacenada le dio:

parva seges satis est, satis requiescere lecto
si licet et solito membra leuare toro.
poca cosecha me basta, me basta dormir en un lecho
si es que se puede y tender cuerpo en el catre habitual.

quam iuuat inmites uentos audire cubantem
et dominam tenero continuisse sinu
¡Cómo gusta oír acostado los vientos furiosos
y a la amada abrazar contra su pecho gentil

aut, gelidas hibernus aquas cum fuderit Auster,
securum somnos igne iuuante sequi.
o, cuando el Austro invernal haya frías lluvias traído,
reanudar en paz sueños del fuego al amor!

hoc mihi contingat. sit diues iure, furorem
qui maris et tristes ferre potest pluvias.
Que esto me toque. De pleno derecho, rico que sea
quien tristes lluvias sufrir puede y la furia del mar.

o quantum est auri pereat potiusque smaragdi,
quam fleat ob nostras ulla puella uias.
¡Oh que se acabe el oro que haya y cuanta esmeralda
antes que llore cualquier niña por irme de aquí!

te bellare decet terra, Messalla, marique,
ut domus hostiles praeferat exuuias;
Cuadra, Mesala, a ti el guerrear por mar y por tierra,
para exhibir galardón del enemigo tu hogar. 


 El poeta Tibulo en casa de Delia (detalle), Lawrence Alma-Tadema, 1866

me retinent uinctum formosae uincla puellae,
et sedeo duras ianitor ante fores.
Preso me tienen los lazos a mí de mi linda chiquilla,
y me arrellano, ujier, ante su sordo portal.

non ego laudari curo, mea Delia; tecum
dum modo sim, quaeso segnis inersque uocer.
Delia querida, no quiero que nadie me alabe: contigo
mientras esté, por favor, llámenme flojo y gandul.

te spectem, suprema mihi cum uenerit hora,
te teneam moriens deficiente manu.
Véate, cuando me haya llegado la última hora,
téngate yo con temblor de esta mi mano al morir.

flebis et arsuro positum me, Delia, lecto,
tristibus et lacrimis oscula mixta dabis.
Me llorarás y, tendido en la pira, Delia, que arda
besos con lágrimas mil tristes a mí me darás.

flebis: non tua sunt duro praecordia ferro
uincta, neque in tenero stat tibi corde silex.
Me llorarás: no están tus entrañas forradas de duro
hierro, ni hay pedernal en tu gentil corazón.

illo non iuuenis poterit de funere quisquam
lumina, non uirgo, sicca referre domum.
De ese mi funeral ningún muchacho ni chica
secos sus ojos podrá hasta su casa llevar.

tu manes ne laede meos, sed parce solutis
crinibus et teneris, Delia, parce genis.
Tú no turbes mis Manes, mas deja en paz tu cabello
suelto, Delia, y tu faz tan delicada también.

interea, dum fata sinunt, iungamus amores:
iam ueniet tenebris Mors adoperta caput,
Mientras el sino nos deje, aunemos amor entre tanto:
Muerte de sombras ya va encapuchada a venir.

iam subrepet iners aetas, nec amare decebit,
dicere nec cano blanditias capite.
Ya vendrá la torpe vejez y amar no podremos,
ni ternezas decir cuando platee la sien.

nunc leuis est tractanda Venus, dum frangere postes
non pudet et rixas inseruisse iuuat.
Hay que buscar el frívolo amor, mientras mal no se vea
puertas romper y nos dé gusto pelea librar. 


El regreso de Tibulo a Delia, Dante Gabriel Rossetti (1867) 

hic ego dux milesque bonus: uos, signa tubaeque,
ite procul, cupidis uolnera ferte uiris,
Buen general y soldado yo entonces: vosotros, clarines y enseñas,
lejos marchad: malherid a hombres de tal ambición.

ferte et opes: ego conposito securus aceruo
despiciam dites despiciamque famem.
Bienes llevaos también: tranquilo en mi cuenta ajustada
despreciaré al ricachón, despreciaré hambre también. 

(Tibulo, Elegías I, 1) 

viernes, 23 de diciembre de 2016

VARIA VARIORVM


Una secta judía se convirtió en cuatro siglos en la religión oficial del imperio romano. Pasó de ser una secta perseguida a una religión perseguidora. ¿Qué sucedió en esos cuatrocientos años de nuestra era, una era que se llamaría cristiana? Que la explotación de los grandes latifundios fue llevada a cabo no ya por los esclavos, que habían alcanzado su libertad, sino por colonos, que eran trabajadores “libres”, jornaleros que realizaban su tarea a cambio de un salario, un jornal. ¿Qué les obligaba a aquellos hombres libres a trabajar? La religión cristiana, que se había convertido en la religión de los señores y que santificaba, como luego haría el marxismo, el trabajo: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente".

oOo

¿Dónde estaba Dios en todo esto? Dios, cuya existencia no puede negarse en realidad, se transformaba, ajeno a las numerosas plegarias y maldiciones que recaían sobre Él, sufría una metamorfosis, como ha quedado claro a lo largo de estos dos milenios de historia cristiana, no era otra cosa ya sino el viejo ídolo veterotestamentario, el propio Becerro de Oro idolatrado.

oOo

Esquilo, el trágico griego, nos presentaba al dios de la guerra como si fuera un banquero o, con palabra más moderna, un tiburón financiero, que intercambia muertos por monedas de oro: Agamenón versos 438-445 "Ares, el cambista de cadáveres, que inclina su balanza en el disparo de la lanza, envía desde Ilión a los seres queridos, carbonizado, un penoso polvo causa de amargas lágrimas, llenando fácilmente las urnas funerarias de las cenizas de un hombre."

oOo

Apolo y Dafne: Uno no puede alcanzar impunemente lo que persigue, a pesar del dicho popular de que "el que la sigue la consigue". El que la sigue, la persigue y la persigue, como Apolo persigue a la ninfa Dafne, de la que se había enamorado perdidamente, pero no la consigue: lo que consigue no es la ninfa carnal que lo había enamorado, sino sólo su nombre. El laurel de la victoria es su fracaso más estrepitoso. Dafne ya no es Dafne, es sólo un ramo o una corona de laurel: su triunfo es el más rotundo de los fracasos.

 Apolo dando alcance a Dafne, Bernini


oOo


Lo que le dijo el diablo a Dios

domingo, 18 de diciembre de 2016

Himno a Baco de Propercio

Baco, Caravaggio (1595)

Nunc, o Bacche, tuis humiles aduoluimur aris:
da mihi pacato uela secunda, pater.
Ya, oh padre Baco, en tu altar nos arrodillamos humildes;
dame, aplacándome, buen viento que sople a favor.

te quoque enim non esse rudem testatur amoris
lyncibus ad caelum uecta Ariadna tuis.
Dice también que libre no estás de amores Ariadna
que en tus linces subió hasta la bóveda astral.

Baco y Ariadna, Tiziano 1520-23

tu potes insanae Veneris compescere flatus,
curarumque tuo fit medicina mero.
Puedes tú apaciguar huracanes de amor alocado,
y en tu bebida hay bálsamo de la pasión.

per te iunguntur, per te soluuntur amantes:
tu uitium ex animo dilue, Bacche, meo.
Dos se hacen uno por ti, por ti se hacen dos los amantes;
Baco, de mi alma tú quítame tal pudrición.

hoc mihi quod ueteres custodit in ossibus ignes
funera sanabunt aut tua uina malum.
Esta desgracia que vieja pasión conserva en mis huesos
sólo me la curarán muerte o beber tu licor.

semper enim uacuos nox sobria torquet amantes;
spesque timorque animum uersat utroque modo.
Siempre la noche sin vino atormenta a lejanos amantes;
y esperanza y temor turban sus almas al par.

quod si, Bacche, tuis per feruida tempora donis
accersitus erit somnus in ossa mea,
Pero si gracias, Baco, a tu don por mis sienes ardientes,
llega el sueño a posar sobre mis miembros su paz,

ipse seram colles pangamque ex ordine uites,
quas carpant nullae me uigilante ferae.
cerros yo sembraré y plantaré en hilera las viñas
que ningún animal hoce, cuidándolas yo.

El triunfo de Baco o Los borrachos, Velázquez 1626-28

dum modo purpureo spument mihi dolia musto,
et noua pressantes inquinet uua pedes,
Siempre que a mí me rebosen barricas de mosto bermejo
y uva fresca en lagar manche al pisarla mis pies,

quod superest uitae per te et tua cornua uiuam,
uirtutisque tuae, Bacche, poeta ferar.
he de vivir lo que quede de vida por ti y por tu cuerna,
Baco, y poeta a mí de tu poder me dirán.

dicam ego maternos Aetnaeo fulmine partus,
Indica Nysaeis arma fugata choris,
Yo cantaré que tu madre a ti te parió fulminada,
y armas indias que al son van de tus danzas a huir,

uesanumque noua nequiquam in uite Lycurgum,
Pentheos in triplici funera grata gregi,
loco a Licurgo, en vano contrario a la viña reciente,
fin de Penteo que fue víctima de bacanal,

curuaque Tyrrhenos delphinum corpora nautas
in uada pampinea desiluisse rate,
los piratas tirrenos, delfines de cuerpo ondulante
del pampanoso bajel que se arrojaron al mar,


et tibi per mediam bene olentia flumina Diam,
unde tuum potant Naxia turba merum.
y bienolientes por ti los ríos en la isla de Naxo
donde la gente de allí bebe tu puro licor.

candida laxatis onerabo colla corymbis;
cinget Bassaricas Lydia mitra comas;
Yo cargaré blanquecino tu cuello de largos corimbos;
un turbante oriental va tu cabello a ceñir;

leuis odorato ceruix manabit oliuo,
et feries nudos ueste fluente pedes.
exhalará tu cerviz delicada aromáticos olios,
y tus descalzos pies vas con la túnica a herir.

mollia Dircaeae pulsabunt tympana Thebae;
capripedes calamo Panes hiante canent,
Retumbará femeninos timbales Tebas de Dirce;
sátiros van a sonar flautas soplando de Pan,

uertice turrigero iuxta dea magna Cybebe
tundet ad Idaeos cymbala rauca choros;
con su cabeza de torre a su lado gran diosa Cibeles
címbalos roncos hará para la danza sonar;

ante fores templi, cratere antistes et auro
libabit, fundens in tua sacra merum,
Ante las puertas del templo hará el sacerdote con cáliz
de oro la libación, vino vertiendo en tu honor. 

 
Baco joven, de Joaquín Agrasot (1872)
 
haec ego non humili referam memoranda coturno,
qualis Pindarico spiritus ore tonat:
Yo cantaré con alto coturno estas hazañas
como la inspiración truena de Píndaro al son:

tu modo seruitio uacuum me siste superbo,
atque hoc sollicitum uince sopore caput.
tú sólo vuélveme libre de mi esclavitud altanera,
y mi cabeza febril véncela con tu sopor.

El sueño de Dioniso, óleo de A. Bloemaert (1591).


El dios Baco, ebrio de vino, se abandona a un profundo sueño reparador. Su culto estuvo muy extendido en la antigüedad. En Roma un decreto del senado llegó  a prohibir la celebración de las bacanales, esos antiguos "botellones", por los desórdenes públicos que provocaban.

No sólo se veneraba en Dioniso al inventor del vino, sino también al inspirador de todo entusiasmo, de la ebriedad y la transgresión. Los romanos lo denominaban a veces Líber, porque liberaba a los seres humanos de sus inhibiciones. Un antiguo aforismo rezaba: In uino ueritas: En el vino está la verdad.   

El himno a Baco de Propercio (Elegías III, 17), compuesto en dísticos elegíacos de hexámetro y pentámetro dactílico,  es a la vez una súplica al dios, rogándole la paz del olvido que quita las penas, y un recuerdo de sus hazañas. Se cita, por ejemplo, a Ariadna, que después de ser abandonada por Teseo, fue amada por Baco, cuyo carro era arrastrado por linces.  Evoca Propercio, sin citar su nombre propio, a la madre del dios, Sémele, que fue fulmiada por el rayo de Júpiter cuando éste, accediendo a sus deseos, se le manifestó con todos sus atributos. Recuerda el poeta a Licurgo, rey de Tracia que se opuso al culto dionisíaco; enloquecido como castigo, mató a su hijo creyendo que cortaba una viña; y recuerda también a Penteo, otro rey que se opuso al culto de Baco,  porque hacía que las mujeres se desmandaran, abandonaran la ciudad y, convertidas en bacantes, se entregaran a una orgía de música y danza; Penteo fue descuartizado vivo por las ménades o bacantes poseídas por el espíritu del dios, entre las que se encontraban su propia madre y sus hermanas. Ambos reyes, Licurgo y Penteo, encarnan el espíritu racional de la prohibición, el espíritu apolíneo, que diría Nietzsche, de la "ley seca"; basándose en argumentos de orden público quieren prohibir el vino, pero ambos mueren víctimas del espíritu dionisíaco, que, inherente a la naturaleza humana, no puede ser reprimido impunemente.  Los piratas tirrenos quisieron vender a Baco, que viajaba en su barco de Icaria a Naxos, como esclavo. De alguna manera, pretendían también ellos someter, esto es, dominar al dios más libre y libertador del panteón olímpico, y por eso fueron castigados enloqueciendo y arrojándose al mar, donde se convirtieron en delfines.

viernes, 16 de diciembre de 2016

La nueva fragancia masculina

Conviene analizar el lenguaje de la publicidad y detectar en él los elementos sexistas que componen su código machista. La firma “Paco Rabanne” eligió hace unos años como modelo para la campaña publicitaria de su nuevo perfume 'Invictus' a un conocido jugador de rugby australiano, que cambió los focos del estadio por los del estudio fotográfico, y que desde entonces aparece en numerosos soportes publicitarios. El deportista, que exhibe su torso desnudo, pecho y brazo musculosos tatuados a la moda, se presenta como si fuera un héroe olímpico que puede con todo y con todos con tal de lograr la victoria final, lo único que parece importarle en la vida.


Es muy significativo el nombre comercial elegido para la colonia, el latinajo “invictus”, término forjado sobre el participio del verbo vencer, “uictus”, con el prefijo negativo in-, que incorpora la negación "no" a la palabra,  que significa por lo tanto  invicto, no vencido, y, por consiguiente, invencible, infatigable. El nombre de la colonia evoca también, cómo no, la memorable película homónima de Clint Eastwood del año 2009 sobre tema deportivo protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon.


Existe en latín otro derivado del verbo “vencer”, con sufijo de agente masculino –tor (uictor “vencedor”), que  podría haber servido para nombre de la colonia.  VICTOR, en efecto,  sugeriría que el deportista ha resultado vencedor en una competición, pero INVICTUS significa mucho más que vencedor ocasional, quiere decir que no ha sido vencido nunca, que es un vencedor nato y un triunfador constante. De VICTOR deriva precisamente nuestro “vítor”, y el verbo “vitorear”, con el significado de aclamar al campeón, y de VICTOR deriva también VICTORIA, que era una diosa alada. A Nice (Niké) la imaginaron los griegos como la personificación de la victoria, con alas y volando con gran rapidez.


Victoria alada de Samotracia en el museo del Louvre.


En el templo que le consagraron en la acrópolis de Atenas a Atenea Nice representaron por primera vez a la diosa sin alas, áptera que se dice en griego, para que nunca pudiera abandonar la ciudad, después de la gloriosa victoria sobre los persas en la batalla de Salamina. Pero salvo esa excepción, la Victoria ha sido representada siempre con alas. Con la iconografía alada de la victoria juega, precisamente, el anuncio de Invictus: el frasco tiene forma de trofeo olímpico, de manera que quien lo adquiere en la tienda parece que se lleva consigo la copa laureada de la victoria. Asimismo, en la caja que contiene el eau de toilette hay dos alas sobre la orla del título INVICTUS:


La exaltación clásica de la belleza del cuerpo masculino regresa a la publicad de la mano de los deportistas más atractivos para vendernos lo que se tercie: desde unos calzoncillos, hasta unos vaqueros de marca o, sobre todo por estas fechas, las más seductoras aguas de colonia, como en este caso, que nos  garantizarán el éxito sexual. En la imagen de los paneles publicitarios, el frasco de perfume con forma de trofeo ocupa el lugar central inferior, surge de abajo, de la entrepierna del modelo semidesnudo (desnudos, por cierto, competían en Olimpia los atletas griegos) como símbolo no sólo fálico, sino propiamente itifálico, a cuyos lados dos musas sugieren con sus cuerpos ondulados y sensuales las alas de la victoria, para elevarnos a los cielos del orgasmo del triunfo,  dando a entender que esta fragancia hace al macho irresistible.
En el spot televisivo, además, que juega con tonos grises, negros y blancos para hacerlos más sugerentes, pueden apreciarse varios elementos argumentales: la imagen del modelo que al salir del vestuario parece un gladiador, un Espártaco que muestra su mejor cara al público y a la prensa; se abre paso entre dos figuras griegas para recibir la ovación del público en el estadio; a continuación  se enfrenta a un equipo completo de Rugby, contrincantes de yeso y no de carne musculosa y hueso como él,  a los que arrumba con un solo movimiento de sus brazos; después aparece una diosa inmaculadamente blanca, tal vez la propia Victoria, la griega Nice, que lo señala con su dedo como el elegido para la gloria, volvemos a ver figuras griegas semejantes a nubes que junto al humo blanco nos transportan al Olimpo,y tras una especie de rayo fulminante de Zeus, la recompensa: el trofeo que porta sobre su hombro derecho. Cuando el campeón vuelve al vestuario, se encuentra allí con otra recompensa de carne y hueso: cinco señoritas semidesnudas cubiertas sólo con sugerentes sábanas blancas que esperan al heroico gladiador que ha acariciado el éxito. Él, el triunfador, se muestra satisfecho y sonríe de soslayo a la cámara.

La canción elegida para este anuncio no podía llamarse menos que "Power", (poder en la lengua del Imperio) interpretada por Kanye West, que alcanzó en el año 2010 importantes posiciones en los listados de popularidad más importantes de todo el mundo, siendo uno de los discos que más se vendieron y, por lo tanto, uno de los más vendidos.




¿A qué huele, a todo esto, el aroma de la Victoria?  Pues técnicamente es lo de menos, pero para los curiosos es una fragancia que mezcla pachulí, ámbar gris, madera de guaiac o palisandro, acordes marinos, cáscara de pomelo y, cómo no, laurel, símbolo de la victoria donde los haya. La salida es fresca, muy fresca como buena fragancia inspirada en el deporte, pero,  al contrario que otras que también se centran en este tema,  las notas de corazón y fondo se tornan en un olor mucho más seductor.

Hemos idealizado tanto la victoria que hemos olvidado que el vencedor no es, por el hecho circunstancial de haber ganado en una competición, mejor que el vencido. Habría que recordar aquí el epitafio que le dedicó el poeta Lucano a Catón de Útica, el último republicano romano, al que le hizo el mayor elogio que podía hacérsele a un hombre. Hizo un juego de palabras sobre la causa vencedora (uictrix) y la vencida (uicta) en la guerra civi: uictrix causa deis placuit, sed uicta Catoni: “plugo a los dioses razón vencedora, a Catón la vencida”. A Catón no le convenció la causa ganadora, porque no por haber ganado era mejor, sino todo lo contrario. Agradó a los dioses, que así lo consintieron, pero no a Catón, amante de una causa perdida, la libertad republicana que cercenó la guerra civil.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Agrigento y la verde Sicilia


Una moderna escultura  en bronce de lo que parece un ángel alado y desnudo, sin manos, brazos ni pies, del artista polaco Igor Mitoraj (2011) delante del templo de la Concordia en Agrigento nos recuerda la ascensión a los cielos y posterior caída del hijo díscolo de Dédalo, Ícaro,  que logró salir del laberinto como su padre con la ayuda de unas alas artificiales, y volar tan alto como un pájaro que surca  el cielo inconmensurable, pero se elevó tanto que el sol derritió la cera que unía las plumas de sus alas y  la caída  fue espantosa: acabó precipitándose en el vacío víctima de la ley de la gravedad. Dura lex, sed lex. 


Ícaro caído, se titula el bronce que yace en el Valle de los Templos donde se alzan todavía varios santuarios dóricos,  y no pocos olivos y almendros. El templo de la Concordia que se halla detrás del bronce es uno de los más elegantes por la armonía de sus proporciones y constituye una de las obras más grandiosas de la arquitectura griega en Sicilia. Los templos no son de mármol blanco como el Partenón, sino, más humildes, de pobre arenisca, pero ahí siguen, desafiando el paso del tiempo en Agrigento, Sicilia, la isla de las tres puntas, extremos o promontorios, la Trinacria o Trinacia de Homero. Sicilia fue en la antigüedad otro de los nombres de Grecia, la Magna Grecia.


Agrigento fue fundada en el 581 antes de Cristo por colonos griegos de Rodas y Creta en el delta del río Acragás. En principio fue una estación comercial, que se relacionaba con la vecina y opulenta Cartago,  para ser posteriormente una de las ciudades más importantes del Mediterráneo.  Los griegos la llamaron Acragás, Agrigentum los romanos, Kirkent los árabes y Girgenti los sicilianos actuales.

Les gusta a los sicilianos citar el presunto verso homérico: «La verde isola Trinacria, dove pasce il gregge del sole», que remite al canto XI de la Odisea de Homero, lo que viene a significar en nuestra lengua: "La verde isla Trinacria, donde pace el rebaño del sol". El caso es que no encuentro por ningún lado el "verde" que le aplican a la isla en los hexámetros homéricos.

Es verdad que en una traducción italiana de la Odisea de Homero publicada en 1828, debida a Ippolito Pindemonte,  se leen estas palabras: Quando, tutti del mar vinti i perigli / approderai col ben formato legno / alla verde Trinacria isola, in cui / pascon del Sol, che tutto vede ed ode / i nitidi montoni e i buoi lucenti. En la preciosa traducción al castellano de José Manuel Pabón, hecha del griego directamente, leemos así los versos originales en los que se basa la traducción italiana: Una vez atracada tu sólida nave en la isla / de Trinacia después de escapar a las cárdenas aguas, / unas vacas verás pastando entre recias ovejas: / son del Sol, el que todo lo mira, el que todo lo escucha. 


El adjetivo que emplea Homero y que se refiere al mar que baña la isla y no a la isla en sí es "ioeidéa pónton", lo que traduce Pabón por "cárdenas aguas", ya que "ioeidéa" quiere decir que tira hacia el violeta, de reflejos violáceos, oscuro, como en la más prosaica pero no menos excelente versión que hace al castellano de la Odisea homérica Luis Segalá y Estalella, en la que leemos: "...así que ancles la bien construida embarcación en la isla Trinacia, escapando del violáceo ponto, y halléis paciendo las vacas y las pingües ovejas del Sol, que todo lo ve y todo lo oye";  pero no verde, como incluye el traductor italiano de su cosecha en su traducción hasta el punto de que hace pasar por homérico un epíteto como "verde" que él aplica a la isla de Sicilia, a la que de ningún modo puede por otra parte calificarse como verde. Lo que nadie le niega al traductor italiano, sin embargo, y en lo que todos los traductores están de acuerdo es en que Sicilia es la isla del Sol, del griego Helios.  

  

sábado, 10 de diciembre de 2016

En el nombre de Dios

Siempre que evolucionamos una palabra latina, solemos partir de la forma de acusativo, que es el caso complementario-preposicional de la declinación de tres casos del latín tardío o romance común, pero la palabra que nos ocupa, que es dios, parte del nominativo en castellano. Asimismo, en gallego y portugués tenemos deus. Sin embargo, en catalán encontramos  déu, en francés dieu , en italiano dío y en rumano zeu


Dios padre, Ludovico Mazzolino (1480-1528)

No deriva, en efecto, nuestro monosilábico Dios de la forma de acusativo DEVM, pues si así hubiera sido la evolución sería: Dío, sin la -S del nominativo, como en italiano, sino que deriva del nominativo DEVS, lo que explica la terminación en -S, que no es marca de plural. De hecho los nombres propios carecen de plural, por lo que no había peligro de confusión en un nombre común convertido ya en propio como este de dios/Dios. Están por otra parte atestiguados en castellano viejo los bisílabos Díos, procedente del nominativo,  y Dío, del caso complementnario-preposicional. Otros nombres masculinos de la segunda declinación han evolucionado a partir del nominativo, conservando la -S; ahí tenemos a Carlos, Marcos o Pilatos por ejemplo. 

La palabra latina DEVS procede de un arcaico DEIVOS, que se corresponde con la forma india DEVAS, de donde deriva también la forma adjetiva latina DIVUS, origen de nuestro "divo" y "divino". Curiosamente el sustantivo DEVS no desarrolló nunca un vocativo singular *DEE, cosa que nos extraña en un nombre tan destinado a la apelación y al rezo. Lo mismo sucedió en griego con THEÓS, que carece de un vocativo singular *THEÉ. Este hecho se explica porque a un dios o diosa singular se le invoca por su nombre propio, no por lo que todavía es un nombre común. Sin embargo, sí que hay en ambas lenguas un vocativo plural  DII / THEOÍ, dado que así se invoca a los dioses en general.

En principio la palabra latina deus carecería de género gramatical, valdría lo mismo para un masculino que para un femenino, como sucede en griego ático en el período clásico, donde theós puede ser masculino (y entonces lleva el artículo ho: ho theós: el dios, el ser divino) o femenino (con el artículo he: he theós: la diosa, el ser divino femenino); pero a partir del siglo III a. de c. se sustantiviza la forma femenina del adjetivo y aparece he theá: la diosa.  En latín tenemos la forma dea, correspondiente a la primera declinación.

La evolución sería, pues: DEVS > DEOS > DIEOS > DÍOS > DIOS. Esta forma está documentada ya en el siglo X. Hacia 1490 se le crea un femenino diosa. Y encontramos varios compuestos como endiosar que la Academia define en primer término como elevar a alguien a la divinidad, y semidiós   con su correspondiente femenino semidiosa para referirse al héroe o heroína de las antiguas mitologías que descendía de un ser humano y una divinidad, como Hércules, por ejemplo, hijo de Júpiter y de la mortal Alcmena. Otro compuesto es adiós, que es una elipsis de "a Dios seas", que se produce en el siglo XV, y pordiosero, donde se junta la preposición por con el nombre de Dios, para referirse a los que piden limosna por caridad, por el amor de Dios. 

También tenemos en castellano derivados cultos de la raíz latina como deidad para referirnos a un ser o esencia divinos  o a cada uno de los dioses de las diversas religiones o como la forma poética dea como sinónimo culto de diosa, deísmo, que sería la doctrina que reconoce un dios como autor de la naturaleza pero sin admitir revelación ni culto externo, según dictamina la Academia.

Tenemos un cultismo curioso que es deípara, que literalmente significa "paridora de la divinidad", y que se aplica por antonomasia a la Virgen María, que ha parido a Dios y por lo tanto es su madre.   Y no menos curioso sería deicida para aquel que ha cometido deicidio, es decir para el que ha dado muerte a Dios, referido especialmente en nuestra tradición cristiana a Jesucristo. 

No perdamos de vista tampoco los derivados de DIVUM: divo, diva, divinidad, divinizar, y el curioso adivino, que consiera la adivinación como un don divino, de donde nos vienen también adivinanza, adivinatorio.   

martes, 6 de diciembre de 2016

Monoteísmo y politeísmo

En la Biblia la serpiente le susurra a Eva que si ella y Adán comen del fruto del árbol prohibido que crece en mitad del jardín del edén, al que Dios les ha dicho que no se arrimen so peligro de muerte, no sólo no morirán, como les había dicho Dios, sino que se les abrirán los ojos y serán, atención, como dioses, conocedores del bien y del mal. El texto latino reza literalmente así: Scit enim Deus quod in quocumque die comederitis ex eo, aperientur oculi vestri, et eritis sicut dii, scientes bonum et malum.

Adán y Eva, Lucas Cranach el Viejo,  entre 1520 y 1525

¡Ay!, ahí hay una treta diabólica. A nadie se le oculta que la serpiente que tienta a Eva es el mismo demonio. La argucia dialéctica que emplea el Maligno no consiste sólo en desmentir a Dios asegurándoles que no van a morir o en utilizar una metáfora como “se abrirán vuestros ojos”, cuando ni Adán ni Eva eran ciegos: lo que la diabólica serpiente está haciendo, y no sólo diciendo sino haciendo con su decir, es algo inaudito y realmente prohibido como es declinar la palabra Deus (Dios) en plural dii (dioses).

La serpiente le está enseñando algo insólito en un mundo abocado al monoteísmo patriarcal cristiano, islámico y judío, poniendo el primer fundamento del arte de desobedecer al negar la singularidad del único dios verdadero. Y no sólo eso: el diablo no sólo admitía la posibilidad de que hubiera otros muchos dioses, sino que, mucho más importante, estaba convirtiendo un nombre propio (Dios) en nombre común (dios), invirtiendo el proceso recorrido por la palabra que en principio fue un nombre común (dios) que se convirtió en propio (Dios) y pasó a escribirse entre nosotros con inicial mayúscula, como todos los nombres propios.

Al parecer el dios del Antiguo Testamento era “elohím”, un antiguo nombre común y plural que significaba algo así como “ángeles”, o “genios”,  que pasa a identificarse enseguida desde los escritos más antiguos con Yahvé o Jehová, ya convertido en nombre propio y singular. De varios y muchos seres divinos indefinidos pasamos a uno solo bien definido. No se trata del paso del politeísmo al monoteísmo todavía, sino de algo previo: se pasa de nombre común a nombre propio.

El nombre común nos remite al significado de la palabra y al número de casos a los que se aplica ese significado en la realidad, mientras que el nombre propio carece de significado en principio –el hecho de que haya mecenas en el mundo es posterior a la existencia de Gayo Cilnio Mecenas, que dio un significado a su nombre y un sentido a su vida patrocinando a los poetas y artistas- y de número, pues ni siquiera podemos decir que se trata sólo de un caso singular y único, sino del único caso singular y único (Dios). 

Adán y Eva en el jardín del Edén, Gustave Courtois1899

Esto es lo que comentaba, escandalizado, el piadoso y benedictino Pedro Damián al respecto en el siglo XI: Ahí lo tienes, hermano, ¿quieres aprender gramática? Ecce, frater, vis grammaticam discere? Aprende a declinar Dios en plural. Disce Deum pluraliter declinare. El taimado maestro, en efecto, al fundar nuevamente el arte de la obediencia, introduce en el mundo una regla inaudita de declinación a fin de adorar también a muchísimos dioses. Artifex enim doctor, dum artem obendientiae noviter condit, ad colendos etiam plurimos deos inauditam mundo declinationis regulam introducit.

Por cierto, la traducción que tengo a mano de la Biblia, la de Nácar-Colunga (trigésima edición, 1975), dice: “Seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. No debió parecerles bien a don Eloíno Nácar Fuster y a don Alberto Colunga Cueto, sus traductores, así como a la censura eclesiástica que revisó la traducción, que se declinara Deus en plural, y que además se escribiera, como nombre común, con minúscula, como hacía la serpiente, y que por lo tanto se tradujera: “Seréis como dioses”. No vaya a ser que introduzcamos nuevamente el politeísmo en un mundo donde ya tenemos bastante con los diversos dioses monoteístas que aspiran a ser el único y verdadero: Dios, Yahvé y Alá.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Zeus raptando a Ganimedes

"El amor que no osa decir su nombre en este siglo es el amor entre un hombre mayor y un hombre joven, tal como lo hubo entre David y Jonatán, tal como Platón lo situó en el centro de su filosofía y tal como se encuentra en los sonetos de Miguel Ángel y Shakespeare. Es ese profundo afecto espiritual, que es tan puro como perfecto, quien dicta y permea grandes obras de arte como las de Shakespeare y Miguel Ángel y esas dos cartas mías, tal y como están. Es malentendido en este siglo, tan malentendido que puede ser descrito como "el amor que no osa decir su nombre", y gracias al cual estoy emplazado donde me encuentro ahora. Es hermoso, fino, es la forma más noble de afecto. No hay nada antinatural al respecto. Es intelectual y existe frecuentemente entre un adulto mayor y un joven adulto, cuando el mayor tiene el intelecto y el joven todo el gozo y la esperanza y el glamour de la vida frente a sí. Que sea así, el mundo no lo entiende. El mundo se burla de él y algunas veces pone a alguien en la picota por eso." (Texto de Oscar Wilde).

El amor que no se atreve a decir su nombre no es, como podría parecer a primera vista,  el amor homosexual entre dos personas adultas del mismo sexo, sino el amor pederástico entre un adulto y un joven de su mismo sexo. Ejemplos en la mitología griega tenemos varios: los efebos Jacinto y Cipariso, amados por Apolo, y Ganimedes,  al que los romanos llamaron Catamito, amado por Zeus.

Son muchos los tratamientos artísticos del tema del rapto de Ganimedes, convertido en el aguador/acuario del Olimpo y del zodíaco, sustituto de Hebe, que hasta entonces desempeñaba esa labor de servirles el néctar y la ambrosía a los inmortales. Unas veces en un águila, otras el propio Zeus o Júpiter quien rapta al efebo.

 Zeus raptando a Ganimedes (terracota griega del período arcaico, h.480-470 a.C)

La represión de la homosexualidad solía aplicarse, en la época victoriana en la que vivió Oscar Wilde, el dandy por antonomasia,  a golpe de redada,  y era francamente raro que cayeran personas importantes como él en esas trampas. Pero, ¿por qué condenaron entonces exactamente a Oscar Wilde? ¿Fue acaso un Cristo homosexual, un mártir gay en la puritana Inglaterra victoriana,   y se condenó en él la homosexualidad y el estilo de vida homosexual? Parece que no, parece que Oscar Wilde no fue tratado como homosexual exactamente, sino que fue condenado por corruptor de la juventud en un sentido mucho más amplio y socrático, más que por sodomía.

 Ganimedes y el águila, Thorvadlsen 1817 (tratamiento neoclásico del tema)

Era un auténtico provocador, muchísimo más peligroso que un vulgar  homosexual cualquiera. En palabras autorizadas de Havelock Ellis en su libro La inversión sexual (1896),  Oscar Wilde fue tomado como ejemplo de "persona heterosexual, la cual parece que llega a ser homosexual a través del ejercicio de la curiosidad intelectual y del interés estético". La homosexualidad, pues, de Wilde se veía como un vicio libre- y deliberadamente  elegido y asumido, es más,  como la conclusión hasta cierto punto previsible de una larga serie de comportamientos anticonformistas y, diríamos hoy, antisistémicos, y no estaba dirigida a adultos de su mismo sexo, sino a efebos. El eterno provocador y dandy,  desafió a su tiempo a que lo crucificase y, su tiempo, como es obvio, no se lo pensó dos veces.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

A propósito de Antígona

Nos recuerda Unamuno en el prólogo de La tía Tula (un prólogo, dice él, que se pueden saltar los que van a leer la novela, pero que a nosotros nos interesa ahora a otro propósito)  que las palabras paternal y paternidad derivan de pater, padre, y maternal y maternidad, de mater, madre, y no es lo mismo, ni mucho menos, lo paternal que lo maternal, ni la paternidad que la maternidad, como es bien sabido. Añado yo por mi parte que tampoco es lo mismo el patrimonio (lo propio del padre: la propiedad y el dominio) que el matrimonio (lo propio de la madre, la crianza de los hijos).

El caso es que le extrañaba a Don Miguel que junto a fraternal y fraternidad, de frater, hermano, no tengamos *sororal y *sororidad, de soror, hermana. Comenta Unamuno que la palabra inexistente *sororidad no equivaldría exactamente a fraternidad. Tanto las palabras latinas frater como soror se han visto sustituidas en castellano por germanus y germana, que en principio era un adjetivo, relacionado con el sustantivo germen, que significaba “del mismo origen”, de forma que cuando se decía en latín frater germanus o soror germana quería decir “hermano o hermana de padre y madre, del mismo origen germinal”. El sustantivo acabó omitiéndose y el adjetivo ocupando su puesto, como ha pasado tantas otras veces (pensad por ejemplo en frases como: se fumó un (cigarro) puro; amaba mucho la (tierra) patria; todas las mañanas bebe un (vino) blanco, etc). De los adjetivos sustantivados germanus y germana procede nuestro léxico familiar hermano y hermana, quedando relegados frater y soror al ámbito monástico religioso, pues de ahí, en efecto, proceden fraile (apocopado en fray) y sor. Y de ahí hermandad, palabra que no distingue ya de sexos. Pero no es lo mismo la hermandad que la fraternidad, tampoco. Y esta última no es lo mismo que la *sororidad, que decía don Miguel. Si hermandad y fraternidad no distinguen de sexos, *sororidad introduce el componente femenino, lo que hace a su vez que fraternidad, que en principio era ajena a la distinción sexual, neutra, se polarice a su vez como masculina.  

Le extrañaba en efecto a Unamuno que no dispusiéramos de la palabra, por lo que él se apresuró a inventarla, dado que teníamos un ejemplo ilustre de *sororidad en el personaje del que pasamos a ocuparnos, Antígona, esa “santa del paganismo helénico, la hija de Edipo, que sufrió martirio por amor a su hermano Polinices, y por confesar su fe de que las leyes eternas de la conciencia, las que rigen en el eterno mundo de los muertos, en el mundo de la inmortalidad, no son las que forjan los déspotas y tiranos de la tierra, como era Creonte”. Destaca en este párrafo el uso que hace Unamuno de vocabulario cristiano para aplicárselo a Antígona: “santa”, “martirio” y “fe”. No debería extrañarnos tanto cuando una de las proclamaciones más célebres de Antígona, que según ella justifica su actuación contraria al real decreto dictado por el tirano, es el verso 523: Yo no he nacido a fin de odiar, sino de amar, lo que constituye una proclamación cristiana de amor universal avant la lettre. La réplica que le da Creonte es muy significativa: Al ir abajo, ama a esos, si hay que amar; / mas, vivo yo, no va a mandarme una mujer. Creonte también acusa de virilidad a Antígona, y proclama que él no va a dejarse gobernar por una mujer. 

 Antígona frente al cadáver de Polinices, Nikifóros Lytras (1865)

En la tragedia de Sófocles Creonte acusa a su sobrina Antígona de haber faltado a la ley, es decir, a su mandato regio, rindiendo servicio fúnebre a su hermano, el fratricida, y ella le habla del poder igualador de la muerte. Creonte no comprende cómo se ha atrevido a rendir honras fúnebres al hermano que ha asolado Tebas lo mismo que al que la ha defendido (Eteocles). Ambos son hermanos carnales de Antígona, sólo que a ojos de Creonte uno es un héroe y el otro un villano despreciable que no merece ni siquiera las mínimas honras fúnebres. Antígona le dice que en el otro mundo hay igualdad ante la ley, y que lo que en este hace a unos héroes y a otros villanos quizá no sea válido allá abajo.

Antígona aparece, según don Miguel, ante los ciudadanos de Tebas y de su tío Creonte como una heroína anarquista. Quizá descubrió la ley eterna porque ella era hermana carnal de su propio padre Edipo, con el que había ejercido oficio de *sororidad también. El acto *sororio de Antígona, dando tierra al cadáver insepulto de su hermano, era un acto anarquista, como bien comprende Creonte, por lo que no tiene empacho en proclamar: ¡Más grande no hay que la anarquía mal ninguno! (Antígona, verso 672)

Para don Miguel de Unamuno Antígona “representa acaso la domesticidad religiosa, la religión doméstica, la del hogar, frente a la civilidad política y tiránica, a la tiranía civil, y acaso también la domesticación frente a la civilización”. Se oponen aquí lo doméstico, es decir el ámbito de la familia y del parentesco, que sería propiamente lo femenino,  a lo civil, a lo político y estatal, que es lo masculino. Y se pregunta Unamuno: “Aunque ¿es posible civilizarse sin haberse domesticado antes? ¿Caben civilidad y civilización donde no tienen como cimientos domesticidad y domesticación? Hablamos de patrias y sobre ellas de fraternidad universal, pero no es una sutileza lingüística el sostener que no pueden prosperar sino sobre matrias y sororidad.

 Antígona echa tierra sobre el cadáver de su hermano Polinices, Jules-Eugène Lenepveu (1835-98)

Vuelve aquí Unamuno a (re)inventar un neologismo: *matria, a imagen y semejanza de patria. Si la patria es la tierra del padre configurada como unidad política, la *matria sería no la tierra de la madre en un supuesto matriarcado, sino la madre tierra sobre la que el padre ejerce su soberanía en esta nuestra sociedad patriarcal, la única que hay, convirtiéndola en su patrimonio, en una patria, en un Estado: la matria sería la materia sobre la que se establece la patria, el dominio masculino.

Prosigue la reflexión unamuniana con una comparación entre la sociedad humana y el mundo de las abejas: “Y habrá barbarie de guerras devastadoras, y otros estragos, mientras sean los zánganos, que revolotean en torno de la reina para fecundar y devorar la miel que no hicieron, los que rijan las colmenas”.

Y concluye afirmando que también hay "abejos" y "zánganas", es decir, que la adscripción de lo femenino (maternidad, sororidad, matria, matrimonio...) a las mujeres y de lo masculino (paternidad, fraternidad, patria, patrimonio...) a los varones no es una característica sexual biológica, digamos, sino que todos, varones y mujeres, tenemos algo de Marte y algo de Venus: lo marcial se funda sobre la represión de lo venéreo.