jueves, 25 de febrero de 2016

Un adjetivo nuevo: petaloso



Oigo por la radio que un niño italiano de ocho años ha inventado una palabra nueva, el adjetivo “petaloso”. Una maestra les había pedido a los niños una redacción sobre una rosa, y un niño se sacó de la manga el adjetivo “petaloso” y se lo aplicó a la flor: una flor petalosa  (un fiore petaloso, en italiano, donde el término “fiore” es masculino). A la maestra le hizo gracia el hallazgo de su alumno y decidió escribir a la Academia de la Crusca, consutándole si podía darse por válida la palabra e incluirla en el diccionario. Y la Academia le ha  felicitado por el hallazgo. Tenemos tanto miedo de equivocarnos al hablar que necesitamos consultar a las autoridades académicas competentes si es correcto o no lo que decimos, como si nosotros no tuviéramos competencia lingüística, como si sobre la lengua mandara alguien que está allá arriba por encima de nosotros que nos dijera lo que está bien y lo que está mal dicho, cuando, como se sabe, sobre la lengua no manda nadie más que el pueblo soberano o la comunidad de los hablantes.

 El joven Matteo y su maestra

En realidad, el descubrimiento del niño no es sorprendente. No ha inventado nada que no estuviera ahí previamente descubierto y depositado en el tesoro común e inconsciente de la lengua. Ahí estaba desde los griegos la palabra “pétalon”, que originalmente significaba lámina u hoja de metal y nosotros utilizamos como metáfora para referirnos a las hojas transformadas que forman parte de la corola de la flor. Hemos heredado de nuestra lengua madre el procedimiento –oso/-osa para hacer adjetivos derivados de sustantivos, y así de “ánimo” decimos “animoso”, de miedo “miedoso” o de viento “ventoso” con el significado de “lleno de ánimo, de miedo o de viento”, respectivamente.

Lo que hizo Matteo, que así se llamaba el niño, es tomar la palabra “pétalo” que tenemos en italiano y en castellano,  y que nos ha entrado a través del latín “petalum”,  y formar un adjetivo normal y corriente: “petaloso”: lleno de pétalos, para aplicárselo posteriormente a una flor, por ejemplo, a una rosa, la rosa petalosa. De hecho, la palabra “petalous” existía ya y estaba patentada en inglés, la lengua del Imperio,  donde pétalo se dice petal y lleno de pétalos petalous  aunque eso no lo supiera Matteo todavía ni le quita mérito a su hallazgo.

La historia tiene su encanto porque la palabra la ha puesto en circulación un niño, porque las autoridades académicas la han admitido enseguida en el diccionario de la lengua, y porque, a través de los medios de comunicación, se ha convertido en viral, es decir, que se ha propagado como un virus en tuíter por la Red Informática Universal, y en  tremding topic, que dicen ahora con anglicismo flagrante, es decir que se ha puesto tan de moda que hasta el presidente del consejo de ministros italiano, para dar ejemplo, ha hablado de no sé qué proyecto “petaloso”. Por aquí también decimos a veces, “espinoso”,  porque las rosas no sólo están llenas de pétalos, sino también, ya se sabe, de espinas.    


El procedimiento que ha seguido Matteo es muy viejo. Ya lo empleó Cicerón, por ejemplo, cuando le añadió a la palabra existente latina “mos moris”, que quiere decir,  costumbre, cuya raíz es mor- la terminación de adjetivo “-alis –ale” , inventando y poniendo en circulación el exitoso “moralis morale”. Traducía así el arpinate al latín el adjetivo griego “ethikós”, derivado de “éthos” costumbre, para referirse a lo que está sancionado por las “buenas”  costumbres. Inventaba, de paso, Cicerón la y lo moral. De ahí ya sólo faltaba un paso para inventar inmoral, con prefijo negativo, para lo que no está bien visto porque no es lo que Dios manda,  y amoral con prefijo separativo, para lo que propiamente no se puede calificar de moral ni de inmoral, porque escapa de nuestras consideraciones maniqueas.

El tesoro inconsciente de la lengua no es propiedad privada de nadie, sino que es común, tanto como el aire que respiramos. Sobre la lengua, por mucho que se empeñen las autoridades académicas, no manda nadie. Lo que es del común no es de ningún.

jueves, 18 de febrero de 2016

Algunas etimologías



Las palabras son como los seres vivos,  tienen su propia biografía. Su historia, de la que se ocupa la etimología,  revela algunas curiosidades dignas de tener en cuenta para entender un poco mejor el mundo en el que vivimos y la falsía de la realidad. 

Tomemos una frase como: El soldado, que acababa de cobrar su sueldo por desempeñar su trabajo tan respetable como otro cualquiera, fornicó con una prostituta en un sarcófago


 mujer soldado

sueldo y soldado, por ejemplo, comparten etimología: procede de sóllidus, el nombre de una moneda de oro del bajo imperio romano; soldado, deriva de solidatus, pagado con sólidos. Enseguida nos viene a la mente otra palabra de la misma familia, que ya ha caído en desuso: soldada: lo que se pagaba a los quintos al mes cuando hacían la mili o servicio militar obligatorio: una miseria que no les daba ni para tabaco. Ahora que el ejército español, dependiente del Ministerio de la Guerra, que es como se llamó siempre lo que ahora se denomina  Ministerio de Defensa con ridículo eufemismo, se ha modernizado, dando entrada a las mujeres y profesionalizándose, no viene mal recordar esta etimología. El ejército profesional es un ejército mercenario, de soldados a sueldo, un ejército de soldados y soldadas que luchan por la paz en todos los frentes de combate en misiones humanitarias propias de hermanistas de la caridad armadas de pistolas de verdad. Y que a veces se disparan. Y que matan. Solidus también es un adjetivo que significa sólido, macizo, duro; para denominar su moneda de oro, los romanos recurrieron a la misma metonimia que los españoles para su moneda de cinco pesetas, el duro. Esos duros que nadie te daba a cuatro pesetas porque valían cinco precisamente.

trabajo, procedería de un término latino tripalium, literalmente tres palos, una especie de horca o instrumento de tortura a la cual se ataba el esclavo perezoso o desobediente para ser azotado.

 fornix, fornicis m.:  arco, bóveda; puerta o pasaje ab ovedado; arco de triunfo; acueducto; burdel.

fornicar procede de fornix, arco, arcada o soportal de un edificio, que era donde se ponían las prostitutas en la antigua Roma a ejercer el oficio más antiguo del mundo. De ahí que fornix acabó significando también prostíbulo, y de ahí nos viene a nosotros el nombre del fornicio.(Por cierto había un mandamiento, creo que era el sexto, que ahora reza "no cometerás actos impuros" pero antes decía, me acuerdo bien, que así lo tuve que aprender: "no fornicarás") .


prostituta, es un derivado del verbo prostituere compuesto del prefijo pro- que significa delante de- y del verbo statuere, que propiamente es colocar, poner; por lo que prostituir sería en principio poner en venta, exhibir en público; de donde nuestro "entregar a una mujer a la pública deshonra a cambio de un precio".    El verbo prostituir está relacionado etimológicamente con otros verbos más "respetables" como constituir, destituir,  instituir, restituir, sustituir compuestos todos que son de estatuir. 


sarcófago, del griego σαρκοφάγος que significa literalmente come-carne, o sea, carnívoro, o sea que lo contrario de un vegetariano es un sarcófago 

domingo, 14 de febrero de 2016

¿Día de los enamorados?



Conviene saber para entender un poco mejor el mundo en el que sobrevivimos que las Lupercales (Lupercalia), una fiesta pagana y obscena de la Roma que se celebraba el 15 de febrero, fue prohibida en el año 494 por el papa Gelasio I, que criticó la participación de los cristianos en ella, y fue sustituida progresivamente por la conmemoración del martirio y la muerte de San Valentín, el 14 de febrero del año 270. En dichas fiestas, los lupercos, una cofradía  lupi quiere decir lobos, en latín- de jóvenes, se lanzaban desnudos o cubiertos sólo con cintas de piel de cabra, tras haber realizado un sacrificio en el Lupercal –la cueva donde la loba habría amamantado según la leyenda a Rómulo y Remo al pie del Palatino- a azotar a los transeúntes y especialmente a las mujeres que encontraban por el camino con unas correas de piel de cabra, lo que se consideraba un rito de purificación y fertilidad. 

Fue precisamente en las Lupercales del año 44 a. de C. cuando Marco Antonio, a la sazón cónsul y luperco, le ofreció una diadema real a Julio César, que este rechazó para guardar las apariencias, aunque el poder absoluto que simbolizaba era lo que él más deseaba.


Según la leyenda, forjada en la Edad Media, este Valentín sería un sacerdote cristiano que desafió la prohibición de casarse que afectaba a los soldados romanos, enfrentándose así al emperador Claudio II el Gótico. Celebró, pues, bodas y por eso fue encarcelado y condenado a muerte. Dicen que en la tumba del santo casamentero una tal Julia, la hija de un oficial romano al que había devuelto milagrosamente la vista el santo, plantó un almendro de flores rosadas, por lo que el almendro, según algunos, se habría convertido en un símbolo de amor y amistad duraderos (?). La leyenda no contiene muchas trazas (o ninguna) de historia.

  
La festividad religiosa cristiana se estuvo celebrando hasta 1969, año en que el papa Pablo VI, según lo acordado en el Concilio Vaticano II, decidió eliminar San Valentín del calendario postconciliar, pasando esta fecha a tener santo pero no celebración. Según escribe César Cervera en el ABC: “Esto se debió sobre todo a la dificultad para encontrar detalles probables sobre la vida de este santo.”

Si bien la iglesia católica, apostólica y romana decidió no celebrar san Valentín como festivo, los grandes almacenes, con El Corte Inglés a la cabeza, y las superficies comerciales todas lo celebran con una orgía consumista, lo mismo que sucedió con las navidades, que no son otra cosa que la cristianización de las Saturnales (Saturnalia), olvidando que probablemente el santo casamentero poco tiene que ver con el día de los enamorados, si hacemos caso al proverbio de que el matrimonio es la tumba del amor, y que el dios del amor, que hiere con sus flechas a los enamorados atravesándoles el corazón, es propiamente Cupido, o Eros, si usamos su nombre griego.

sábado, 13 de febrero de 2016

No dejan títere con cabeza


 
Lo que más me ha llamado la atención de la detención en Madrid de los dos titiriteros que han permanecido sin juicio previo cuatro días en prisión por orden de un juez(!) es la unanimidad que ha habido en juzgar que el espectáculo no era apto para el público infantil al que en principio iba dirigido, porque contenía escenas de violencia. Que yo sepa –y no es que yo sepa mucho, sino todo lo contrario- los títeres de la cachiporra se llaman así porque al final el bueno da un cachiporrazo al malvado, que suele ser la bruja. Y eso no se considera especialmente violento sino apto para todos los públicos.

Sin embargo, cuando es la bruja, como en el espectáculo de Títeres de abajo,   la que le da el cachiporrazo final a Don Cristóbal, porque “a todo cerdo le llega su Sanmartín”,  el espectáculo se convierte en violento, apto sólo para mayores de dieciocho años –y no sin reparos-, chabacano y de mal gusto, aparte de incurrir por si fuera poco en  el delito de apología o, como dicen ahora, “enaltecimiento del terrorismo”.

No hay quien lo entienda. No hay quien entienda cómo se aplican dos varas distintias de medir, y cómo se considera educativo o por lo menos no inapropiado un espectáculo sí y el otro no. 

Según la tradición, el lobo es el malvado de los cuentos infantiles. Puede venir un poeta, como José Agustín Goytisolo, y desmitificarnos a este personaje, haciendo uso de su libertad de expresión, y decirnos lo contrario:   “Érase una vez / un lobito bueno / al que matrataban/ todos los corderos./ Y había también/ un príncipe malo,/ una bruja hermosa /y un pirata honrado. / Todas estas cosas había una vez. / Cuando yo soñaba/ un mundo al revés”.Y la cosa tiene su gracia y nos da qué pensar sobre la relatividad de nuestros juicios morales y convenciones sociales.

Pero, según parece, hay cosas que no se pueden decir sin incurrir en un delito.  Esto me recuerda a aquel aforismo de Rafael Sánchez Ferlosio: (Última hora) Los hombres matan, la poli abate. Y es que la violencia institucional no es violencia, está legítimamente justificada, ni siquiera se la llama por su nombre, sino que se utiliza un eufemismo: la policía nunca mata a un hombre, lo reduce, lo derriba, lo abate a tiros, como dice Ferlosio, pero, aunque le quite la vida, no lo mata nunca. Los terroristas, sin embargo, matan, asesinan, nunca abaten a sus víctimas... Y si se muestran imágenes o se critica una actuación policial, se incurre en el delito de: ¡enaltecimiento del terrorismo!¿Qué diríamos entonces de este Polichinela, sacado de Cuentos del mundo de los niños (1878), que viene nada más y nada menos que de la Commedia dell´Arte italiana y de una larga tradición cultural europea que remonta a la sátira latina y a la comedia atelana por lo menos,  que les da el cachiporrazo final a dos policías? ¿Desacato a la autoridad? ¿Terrorismo? 


¿No podríamos considerar que los títeres tradicionales de la cachiporra fomentan la violencia machista contra las mujeres, justificando los malos tratos que pueden recibir las tachadas muchas veces de brujas? Sin embargo, a ningún padre que estuviera en sus cabales se le ocurriría llamar a la policía para que detuviera a los titiriteros ni a ningún juez, creo yo, enviarlos a prisión por fomentar lo que ahora se llama con inapropiado anglicismo “violencia de género”. Sólo a alguien que no estuviera en su sano juicio se le ocurriría prohibir un espectáculo así, tan políticamente incorrecto, si bien, se mira, sin embargo. Y yo no soy, que conste, partidario de ninguna prohibición.


En estos tiempos que corren, tan malos para la lírica, la épica y la poesía dramática en general tanto trágica como cómica, y no digamos para la sátira –satura quidem tota nostra est, que dijo Quintiliano, reivindicando la originalidad latina de este género literario- lo que veas:  unos padres han perdido los papeles llamando a la policía, en lugar de marcharse y llevarse a sus hijos si no les gustaba el espectáculo que estanban viendo, y un juez ha prevaricado privando a dos artistas de su libertad de expresión. ¿Para qué vamos a hablar del lamentable papel que han jugado casi todos los medios de comunicación que, como don Quijote de la Mancha enloquecido y desvariando cuando acudió a la representación de "El retablo de la libertad" del titiritero maese Pedro, han blandido sus espadas y no han dejado títere de trapo con cabeza? 

Así retrataba, por cierto, nuestro Cervantes magistralmente la escena: "Viendo y oyendo, pues, tanta morisma y tanto estruendo don Quijote, parecióle ser bien dar ayuda a los que huían, y levantándose en pie, en voz alta dijo: —No consentiré yo que en mis días y en mi presencia se le haga superchería a tan famoso caballero y a tan atrevido enamorado como don Gaiferos. ¡Deteneos, mal nacida canalla, no le sigáis ni persigáis; si no, conmigo sois en la batalla!  Y, diciendo y haciendo, desenvainó la espada y de un brinco se puso junto al retablo, y con acelerada y nunca vista furia comenzó a llover cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a unos, descabezando a otros, estropeando a este, destrozando a aquel, y, entre otros muchos, tiró un altibajo tal, que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la cabeza con más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán." 



 Don Quijote no dejando títere con cabeza
 

martes, 9 de febrero de 2016

El gorrión de Lesbia

Dos versiones musicales del "lugete o Veneres Cupidinesque" de Catulo, la elegía al gorrión de su amada Lesbia -la primera, acompañada musicalmente de la lira con armonía lidia, de género cromático (CBAGbFMR), y la segunda la del grupo Tyrtarion- , y la versión rítmica castellana que hizo del poema Agustín García Calvo: todo un lujo para estos tiempos tan malos para la lírica que corren.



Llorad, dioses de amores y amorcillos,
y cuanto haya de hombres amorosos:
muerto está el gorrioncillo de mi niña,
gorrioncillo de encantos de mi niña,
el que más que a sus ojos ella amaba,
una miel que era él y que a su amita
más que un niño a su madre conocía,
y ni de su regazo se apartaba,
que, de acá para allá alrededor brincando,
a su dueña tan sola le pïaba.
Que ahora va por la senda de tinieblas
a de donde se cree que nadie vuelve.
¡Ah, malditas seáis, tinieblas malas, 
que os tragáis cuanto haya de más lindo!:
gorrioncillo tan lindo me robasteis.
¡Oh mal crimen! , ¡ah triste pajarcillo!,
por tu culpa los ojos de mi niña
hinchaditos de llanto se enrojecen.


sábado, 6 de febrero de 2016

Un eco de Propercio

El poeta Propercio no ha tenido mucha resonancia en nuestras letras, al menos no tanta como la que se merece, si exceptuamos algún eco lejano en Quevedo y poco más. Ha sido mucho más celebrado en la literatura alemana (Goethe) y en la anglosajona (Ezra Pound y Derek Walcot, por ejemplo).

Ezra Pound en la elegía II de su "Homenaje a Sexto Propercio" hace hablar así a Calíope, la musa de la poesía épica, y le recrimina al poeta:

And one among them looked at me with face offended,
Calliope:
'Content ever to move with white swans!
'Nor will the noise of high horses lead you ever to battle;
Nor will the public criers ever have your name;
in their classic horns,
'Nor Mars shout you in the wood at Aeonium,
Nor where Rome ruins German riches,
'Nor where the Rhine flows with barbarous blood,
and flood carries wounded Suevi.
'Obviously crowned lovers at unknown doors,
'Night dogs, the marks of a drunken scurry,
'These are your images, and from you the sorcerizing of shut-in young ladies,
'The wounding of austere men by chicane.'
Thus Mistress Calliope,
Dabbling her hands in the fount, thus she
Stiffened our face with the backwash of Philetas the Coan.

 
 Ezra Pound

Y una entre ellas me miró con cara ofendida,
Calíope:
"Siempre contento de ir llevado por los cisnes blancos! 
Nunca el rumor de los altos caballos te llevará a batalla;
Nunca los pregoneros dirán tu nombre por sus cuernos clásicos,
ni Marte te gritará en el bosque en Eonio,
ni donde Roma arruina las riquezas germanas,
ni donde el Rin corre con sangre bárbara,
y la corriente lleva a heridos Suevos.
Amantes coronados obviamente, junto a puertas desconocidas,
perros nocturnos, las señas de una fuga de borrachos,
estas sos tus imágenes y por ti el hechizamiento de jóvenes señoras encerradas,
la ofensa a hombres austeros con chicana."
Así la Señora Calíope,
mojando sus dos manos en la fuente, así
salpicó nuestra cara con el agua de Filetas de Coo.
(Traducción de Armando Uribe Arce)
 

Entre nosotros, el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-...)  compuso este bello poema "Imitación a Propercio", no sé si inspirado directamente en el poeta latino o en el “Homage to Sextus Propertius” de Ezra Pound, autor al que Cardenal tradujo al castellano (Ezra Pound,  Antología Madrid: Visor, 1984).

Ernesto Cardenal se hace eco aquí de la recusatio o negativa de Propercio a cantar las gestas de Augusto y poesía épica en general de glorificación de los poderosos, siguiendo el consejo interesado de Mecenas,  y prefiere dedicarse a la musa lírica, a sus amores, a su querida Cintia.   

 Ernesto Cardenal



Yo no canto la defensa de Stalingrado
ni la campaña de Egipto
ni el desembarco de Sicilia
ni la cruzada del Rhin del general Eisenhower:

Yo sólo canto la conquista de una muchacha.

Ni con las joyas dela Joyería Morlock
ni con perfumes de Dreyfus
ni con orquídeas dentro de su caja de mica
ni con cadillac
sino solamente con mis poemas la conquisté.

Y ella me prefiere, aunque soy pobre, a todos los millones de Somoza.

jueves, 4 de febrero de 2016

Evaluando el sistema educativo

        Los profesores tienen la abnegada misión de encarnar a los tipos fundamentales de humanidad con los que el adolescente tendrá que habérselas más tarde a lo largo de su vida. Así tiene ocasión de estudiar, durante seis horas diarias, la brutalidad, la maldad y la injusticia. Para una enseñanza tal, ningún precio sería demasiado alto, pero es impartida, incluso gratuitamente, a expensas del Estado.

En la escuela, el inhumano se presenta ante el adolescente en inolvidables configuraciones. Goza de un poder casi ilimitado. Provisto de conocimientos pedagógicos y larga experiencia, forma al alumno a su imagen.

El alumno aprende todo lo que es necesario para abrirse camino en la vida. Las mismas enseñanzas que son necesarias para abrirse camino en la escuela. Se trata del fraude, la simulación de conocimientos, la habilidad para vengarse impunemente, para asimilar con rapidez los lugares comunes, la adulación, el servilismo, la disposición para delatar a los compañeros ante los superiores, etc.

Lo más importante es el conocimiento del hombre, y el alumno lo obtendrá por el conocimiento de los profesores. Tiene que descubrir las debilidades de los maestros y saber aprovecharse de ellas; de lo contrario, nunca podrá oponer resistencia al sinfín de bienes culturales, totalmente inútiles, que le quieren inculcar.

Nuestro mejor profesor era un hombre alto, asombrosamente feo, que en su juventud, según dicen, había aspirado a una cátedra, aunque fracasó en el intento. Esta decepción hizo que se desarrollaran todas las energías latentes en él. Le gustaba someternos de improviso a un examen y lanzaba grititos de placer cuando no sabíamos contestar... Nos daba clases de Química, pero lo mismo podría habernos enseñado a desenredar madejas. Necesitaba una materia de enseñanza, como los actores necesitan un argumento para su lucimiento. Su deber era hacer de nosotros hombres. No le salía mal. No aprendimos química con él, pero sí aprendimos a vengarnos...

El profesor de Francés tenía otra debilidad: veneraba a una diosa maligna que exigía terribles sacrificios: la justicia...

El Estado aseguraba de una manera muy simple la vitalidad de la enseñanza. Como cada profesor sólo tenía que enseñar, año tras año, una determinada cantidad de conocimientos, perdía el interés y nada le desviaba ya del fin principal: desplegar sus energías vitales ante los alumnos. Todas sus frustraciones, sus preocupaciones financieras, sus desdichas familiares, las arreglaba en clase haciendo participar a sus alumnos. Sin ningún interés por su asignatura, podía concentrarse en formar las almas de los muchachos y enseñarles todas las formas del fraude. Así los preparaba para entrar en un mundo en el que se enfrentarían precisamente a gentes como él: seres deformados, corrompidos, pillos...






Después de haber terminado hasta cierto punto mi educación, tenía motivos para creer que, dotado de algunos vicios medianos y añadiéndoles algunas ruindades no demasiado difíciles de aprender, llegaría a defenderme bastante bien en la vida...

Bertolt Brecht Diálogos de fugitivos



Según el texto precedente del alemán Bertolt Brecht (1898-1956), los alumnos aprenden de sus profesores brutalidad, maldad e injusticia. Las enseñanzas o valores que transmite el sistema educativo, que luego servirán para la vida, son, según el autor el fraude, la simulación de conocimientos, etc. El autor destaca el desinterés del profesorado en general por la enseñanza de su materia, por lo que la evaluación que hace del sistema pedagógico que ha padecido no es muy halagüeña. ¿Podríamos decir que la crítica que hace Bertolt Brecht sigue vigente hoy por aquello de que "hoy es siempre todavía"?