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viernes, 10 de noviembre de 2017

Resistencia numantina

Se ha hecho proverbial entre nosotros el empleo del gentilicio “numantino” -natural de Numancia, antigua ciudad prerromana de la Hispania Tarraconense- como sinónimo de “que resiste con tenacidad hasta el límite, a menudo en condiciones precarias”, como dice el diccionario de la RAE. Y es que el adjetivo "numantino" es casi un epíteto del sustantivo "resistencia", dado que indica una cualidad prototípica del sustantivo, cuyo significado intensifica, sin restringirlo.

Resistencia numantina es resistencia heroica hasta el final, dado que Numancia se ha convertido en un referente universal de la lucha a muerte de un pueblo por su libertad, independencia y supervivencia de su identidad, por lo que la historia de Numancia, convertida en leyenda, ha sido utilizada como símbolo por diversas ideologías. Se usa también el adjetivo figuradamente, sobre todo en política, aplicado a la actitud de quien defiende sus ideas a ultranza, generalmente más por interés que por convicción, haciendo de ellas una defensa tenaz hasta el límite, en condiciones desesperadas.

La expresión tiene su origen en la defensa de la ciudad celtíbera de Numancia, localizada hoy en la provincia de Soria, durante los sucesivos cercos que sufrió entre el 153 a. C. y 133 a. C., y que terminaron con el incendio de la fortaleza y el suicidio colectivo de los defensores, que prefirieron darse la muerte antes que rendirse a los invasores romanos. El moderno lema que aparece en el escudo de un regimiento de caballería español llamado "Numancia", ilustrado con el ave Fénix resurgiendo de sus cenizas que da pábulo al mito que aúna muerte y resurrección o renacimiento, resume muy bien este suceso: Prius flammis combusta quam armis Numantia uicta: Numancia, antes pasto de las llamas que vencida por las armas.

Al éxito de la expresión pudo colaborar la tragedia "La Numancia" o “El cerco de Numancia” que escribió don Miguel de Cervantes, y que se representó con notable éxito durante el sitio de Zaragoza, buscando la identificación de los zaragozanos con los numantinos, y los invasores franceses (e ilustrados) con los romanos en la defensa de la patria y de una identidad nacional que se ve amenazada por el yugo de un imperio extranjero. Como respuesta y rechazo a la invasión napoleónica se fomentó el espíritu de resistencia numantina, a partir de 1808.

Dibujo del cómic "Numancia, estrella del crepúsculo" de Ángel Benito Gastañaga

La tragedia cervantina concluye con el suicidio del último numantino. El joven llamado Bariato (cuyo nombre es reminiscencia del pastor lusitano Viriato) se niega a entregarle las llaves de la ciudad en llamas al general romano Publio Cornelio Escipión Emiliano, destructor de Cartago, que la ha sometido a un largo asedio de once meses, y se arroja desde la torre al vacío y muere, lo que le hace exclamar a Cipión (Escipión) estos hendecasílabos: ¡Oh! ¡Nunca vi tan memorable hazaña! /¡Niño de anciano y valeroso pecho, / Que, no sólo a Numancia, mas a España / Has adquirido gloria en este hecho! / Con tal vida y virtud heroica, extraña, / Queda muerto y perdido mi derecho. / Tú con esta caída levantaste / Tu fama, y mis victorias derribaste. / (…) Tú solo me has llevado la ganancia / Desta larga contienda, ilustre y rara; / Lleva, pues, niño, lleva la ganancia / Y la gloria que el cielo te prepara, / Por haber, derribándote, vencido / Al que, subiendo, queda más caído. El texto acaba con una acotación: (Entra la Fama, vestida de blanco, y dice (…)Alzad, romanos, la inclinada frente; / llevad de aquí este cuerpo, que ha podido / en tan pequeña edad arrebataros / el triunfo que pudiera tanto honraros (...)

 

La victoria romana fue una amarga victoria, un triunfo que no le reportó personalmente a Escipión ningún gozo, más bien un fracaso y una derrota. Y la derrota numantina, por su parte, se presenta como una victoria al fin y a la postre, por lo que los numantinos son convertidos en héroes que han dado sentido a su vida con una muerte heroica defendiendo hasta derramar la última gota de su sangre su independencia y su libertad, evitando así que ninguno de ellos pudiera ser esclavizado y exhibido como trofeo en el desfile triunfal en Roma. Floro dejó escrito: unus enim uir Numantinus non fuit qui in catenis duceretur:  no hubo ningún numantino que fuera llevado como prisionero encadenado. Por eso y porque no hubo ningún botín de guerra, concluye su relato sobre la guerra numantina: triumphus fuit tantum de nomine: el triunfo fue sólo nominal.

La emergencia de los sentimientos y aspiraciones nacionalistas, alimentados por las ideas románticas de unidad nacional y defensa de las esencias patrias frente a los ejércitos extranjeros, hizo que algunos episodios de nuestra historia se mitificaran y convirtieran en símbolos de la lucha del pueblo contra el Poder (extranjero no contra el propio que se ejerce sobre él), fomentándose el espíritu de resistencia frente al invasor y la sumisión al Poder nacional que se enfrenta al enemigo. Viriato, Sagunto, Numancia y finalmente las guerras astur-cántabras se convirtieron en hitos de la propaganda del nacionalismo decimonónico. 

Adolf Schulten, célebre historiador y arqueólogo alemán (1870-1960), escribió a propósito de las guerras de independencia contra el Imperio Romano, que concluyeron en la península ibérica con las guerras cántabro-astures, lo siguiente como prueba de ello: La guerra cántabra es una de las muchas guerras de independencia que han sostenido pueblos pequeños para defender su libertad contra una nación prepotente que les atacó sin otro motivo que el deseo de sujetarlos a su dominio o apoderarse de materias preciosas en el país atacado... Estas luchas por la libertad, que es lo más valioso en la vida del individuo y las naciones, despiertan en nosotros un interés particular. Detestamos el egoísmo brutal del agresor y admiramos la resistencia del pueblo atacado, en la que toman parte hasta los viejos, mujeres y niños, prolongándose muchas veces hasta alcanzar todos la muerte.

Ruinas de la Numancia romana, casa del médico o del escribano en la ladera sur.

En 1937, durante la Guerra Civil española, Rafael Alberti hizo una versión de la tragedia cervantina titulada Numancia: tragedia. Recojo la noticia de que no se trata de una simple adaptación y actualización del lenguaje, sino que sus cambios y modificaciones son muy significativos en el sentido de expresar su opinión sobre la contienda española que acababa de desencadenarse, tratando de incentivar la resistencia del público (y del pueblo) ante el golpe de Estado contra la república que acababa de dar el general Franco, el “¡No pasarán!”.

En el cerro de la Muela, en Garray, provincia de Soria, a pocos quilómetros de la capital “lejana y sola”, como cantó Machado, se alzan las ruinas de Numancia, según los descubrimientos arqueológicos. A ella le dedicó Gerardo Diego unos versos: Era en Numancia, al tiempo que declina / la tarde de agosto, augusto y lento, / Numancia del silencio y de la ruina, / alma de libertad, trono del viento.

martes, 10 de octubre de 2017

Antisthenes Schopenhauerque dixerunt


Antisthenes, cynicus philosophus, Atheniensibus qui gloriabantur quod essent indigenae -autochthoni in lingua Graeca, id est, aborigines qui nati in eo loco  erant ubi habitant- dicebat eos nihilo nobiliores bruchis* cochleisque esse qui in Athenis erant  nati. Cochlea* enim est limax, notum animal, testa inclusum tortili et turbinata, secundum Hermann Koller, quae in eadem domo qua nascitur, terrae patriae adfixa, moritur. 

*Bruchus

 *Cochlea
 
Athenienses autochthoni, qui sicut cochleae domi semper manebant, Ulyssis exemplum non sequebantur, nam patriam non relinquebant ut sapientiam acquirerent. Ulysses enim ad multa loca peregrinans longo uagatus est errore et singularem prudentiam “quod mores hominum multorum uidit et urbes”, ut poeta Homerus cecinit, assecutus est.

Omnibus igitur hominibus, maxime adolescentibus, conuenit uelut si e patria pulsi essent quam longissime peregrinari, sicut Ulysses ipse fecit, quia peregrinatio maiori rerum ordini et sapientiae instrumentum est. Adolescentem enim domi manere non oportet, sed sedes relinquere,  aliena litora quaerere, caelum nubesque imitari, motu peregrinationeque gaudere, atque alias terras, homines urbesque inuenire, ut ueram patriam, quae totus  est hic mundus, repperire possit.

  
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 Una nota de Schopenhauer sobre el nacionalismo



Die wohlfeilste Art des Stolzes hingegen ist der Nationalstolz. Denn er verrät in dem damit Behafteten den Mangel an individuellen Eigenschaften, auf die er stolz sein könnte, indem er sonst nicht zu dem greifen würde, was er mit so vielen Millionen teilt. Wer bedeutende persönliche Vorzüge besitzt, wird vielmehr die Fehler seiner eigenen Nation, da er sie beständig vor Augen hat, am deutlichsten erkennen. Aber jeder erbärmliche Tropf, der nichts in der Welt hat, darauf er stolz sein könnte, ergreift das letzte Mittel, auf die Nation, der er gerade angehört, stolz zu sein. Hieran erholt er sich und ist nun dankbarlich bereit, alle Fehler und Torheiten, die ihr eigen sind, πὺξ καὶ λάξ (mit Händen und Füßen)  zu verteidigen.
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"En cambio, la especie más barata del orgullo es el orgullo nacional. Pues denota en el que adolece de él la falta de cualidades individuales de las que pudiera estar orgulloso, ya que si no, no se aferraría a lo que comparte con tantos millones. Quien posee perfecciones personales relevantes más bien reconocerá con la mayor claridad los defectos de su propia nación, ya que los tiene constantemente ante sus ojos. Pero cualquier miserable tonto que no tiene en el mundo nada de lo que poder enorgullecerse adopta como último recurso el sentirse orgulloso de la nación a la que pertenece: con ello se siente aliviado y, en agradecimiento, está dispuesto a defender πὺξ καὶ λάξ (a puñetazos y coces) todos los defectos y necedades, que son los suyos propios."

(Traducción de Pilar López de Santa María, Parerga y Paralipómena I, Arthur Schopenhauer, Clásicos de la Cultura, Editorial Trotta, Madrid 2006)

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viernes, 9 de junio de 2017

Contra el nacionalismo

Define el diccionario de la RAE el nacionalismo, en su primera acepción, como “el sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”. Nacionalismo es un -ismo, formado sobre la palabra “nación” que tiene que ver con el verbo “nacer”, nascor, en latín: un verbo deponente con el sufijo incoativo -sc- añadido a la raíz “na” que es una simplificación de *gnā-. Esta raíz indoeuropea significaría, en su origen, “dar a luz, parir”.

La raíz *gnā con el prefijo PRAE-, que indica anterioridad, la encontramos en prae-gna-re “a punto de nacer, o engendrar”, lo que conservamos por vía culta en castellano en pregnar e impregnar y que evolucionó por la vía popular a preñar y preñez.

Del participio NATVS del verbo (g)na-sc-or, sin el sufijo -sc- tenemos en latín los sustantivos NATVRA, NATVS, NATIO, que nos ocupa, y los adjetivos NATIVVS: esta -t- latina se conserva en cultismos como natural, naturaleza, nativo, natal, y se ha elidido en nuestra entrañable na(ti)vidad. Esta misma -t- se convierte en -c- cuando va seguida de -i- más vocal, por lo que la tenemos transmutada en el sonido /θ/: nacional, nacionalismo... NATIONEM>NACIÓN. Sin embargo, la -c- de nuestro infinitivo nacer es el resultado de la evolución de *NASCERE. Entre los numerosos avatares de esta /t/ intervocálica está también la sonorización en /d/, que es lo que sucedió en nuestras curiosas palabras nada y nadie, que también proceden de esa raíz indoeuropea en grado cero, lo mismo que la palabra cuñado, que viene de CO-GNA-TVS.

La raíz *gnā es un grado cero. La tenemos en estado puro en los adjetivos BENI-GN-VS y MALI-GN-VS, donde los prefijos BENE- bien y MALE- mal modifican su lexema en el sentido de bien-nacido y mal-nacido, de buen o mal natural. Esta misma raíz, en grado pleno, es GEN, que conservamos en latín GEN-VS “linaje, origen”, de donde nos vienen al castellano las palabras género, general, generación, congénere, los verbos generar, y degenerar por vía culta y engendrar por la vulgar. La misma raíz indoeuropea existe en griego, donde conservamos los tres grados: *gen, *gon, *gn, y ha dado origen a numerosísimos helenismos vivos en nuestra lengua y en la mayoría de las lenguas occidentales: homogéneo y heterogéneo, hidrógeno, oxígeno, patógeno, genealogía, genético, génesis, eugenesia, cosmogonía, teogonía, epígono...

La raíz en grado cero *GN, más el sufijo -TI, da origen a GENS GENTIS “pueblo, raza”, de donde derivan gente, gentío, gentuza, gentil, gentilicio, gentilhombre (similar al inglés gentleman), y el curioso galicismo gendarme, que procede el francés gens d'armes: gentes de armas tomar. Se ha puesto de moda últimamente entre nosotros el anglicismo gentrificación, de gentrification, que quiere significar, procedente de las ciencia sociales, el aburguesamiento o elitización de un barrio popular, que se convierte en una zona residencial y turística de caro precio. La gentry inglesa es la burguesía o hidalguía: el palabro procede del viejo francés genterise o gentelise, algo así como la "gentileza", término abstracto con el que se denominaba tradiconalmente en Inglaterra a la pequeña nobleza, una clase intermedia entre la nobleza y los  terratenientes que gozaban de algunos privilegios.



Con otros sufijos añadidos a esta misma raíz en glado pleno tenemos, por ejemplo, en latín. GEN-IVS, o genio, que era la divinidad particular de cada hombre, el genio que lo acompañaba desde el momento de su nacimiento. De ahí quizá venga el dicho “genio y figura hasta la sepultura”. La acepción moderna de “talento, inteligente” quizá nos venga de la connotación de extraordinario que adquiere el término en francés: genial, genialidad. Y esta misma raíz con el prefijo IN-, nos da IN-GEN-IVM, que es el origen del ingenio y del verbo ingeniar y de todos nuestros ingenieros, es decir, lo que nace con nosotros, lo innato. Por ahí también la palabra patrimonial pergeñar.

Con el prefijo INDI- más la raíz que nos ocupa en grado pleno -GEN- y el sufijo -ā, procedente de la laringal -eH2, tenemos INDI-GEN-A, el originario de un país, el genuino indígena..

Curioso es el sufijo -MEN, que añadido a la raíz que nos ocupa en grado pleno *GEN-MEN hace que por disimilación de sonidos nasales su N evolucione ya en latín a R, lo que se conserva en el romance: GER-MEN y significa resultado: retoño. El mismo fenómeno fonético le sucedió a *CAN-MEN, acción de cantar, cántico, que evolucionó a CAR-MEN. De GER-MEN resultan germen, germinar, germinal, y las curiosas palabra hermano y hermana, que sustituyeron a las más clasicas latinas fratrem y sororem, que sin embargo conservamos en cultimos como fraternidad y sororidad, o en los términos religiosos fraile y sor: El origen de nuestro hermano y de nuestra hermana es (FRATREM) GERMANVM y (SOROREM) GERMANAM, respectivamente, típicos ejemplos de adjetivos que suplantan al sustantivo, que se omite y se sobreentiende, como cuando en castellano se dice “fumar un (cigarro) puro” o “beber un (vino) blanco”, o tantos otros casos en los que la lengua tiende a la simplificación.

El verbo GI-GN-O presenta la raíz en grado cero reduplicada; significa “engendrar, parir”, y de su participio GENITVS -A -VM conservamos numerosos derivados como congénito, progenitor, genital, primogénito, unigénito.

Volviendo a la nación y a la nacionalidad y al nacionalismo, y al nazismo (del alemán Nazismus, que es la abreviación de Nationalsozialismus) hay que decir que la nación es desde un punto de vista etimológico el lugar donde se ha nacido.

Recordemos en este punto y en estos tiempos de tantos viejos y nuevos nacionalismos emergentes a Antístenes, que criticaba el patriotismo de los atenienses, argumentando que si los atenienses se gloriaban de haber nacido en Atenas, y de ser por lo tanto autóctonos del Ática, compartían ese dudoso honor con los caracoles y las langostas, por lo que no eran mejor nacidos que esos moluscos babosos y saltamontes.