Cada vez que llega a su fin un cuso académico, no está de
más hacer alguna consideración siquiera etimológica sobre lo que es un curso escolar, aprovechando el silencio obligado y realmente educativo que se
decreta en las aulas y por los pasillos durante el verano. La palabra "curso" es sinónima de "carrera" y de
"recorrido", de ahí el transcurso o correr del tiempo, y el curso de un río o el discurso más prosaico de un
político, que se reduce a leer lo que está escrito y a no decir nada que
no se haya dicho ya.
Los
romanos llamaban a la carrera política la carrera de los honores. El
"cursus honorum" era, en efecto, la sucesión de cargos públicos
(cuestor, edil, pretor...) por los que pasaba un político romano hasta llegar al
consulado y a la jubilación en el senado. Muchos eran los que empezaban esa carrera pero sólo unos pocos los elegidos democráticamente que llegaban a la meta. Estos cargos públicos eran honoríficos, es decir, reportaban
honor exclusivamente, lo que no es poco, pero nunca
dinero, porque la honorabilidad no se retribuía económicamente, reñida como está con el vil metal.
Hemos llegado a un nuevo fin de curso, una vez más, con la inmensa
alegría y la no pequeña tristeza que eso supone, sentimientos
contradictorios que se dan a la par. El curso escolar es una metáfora de una
carrera competitiva con una salida y una meta de llegada, con un
principio y un final, que se repite todos los años. ¡Lástima que sea siempre así! ¡Qué pena que todos los años
tenga que empezar un nuevo curso escolar más viejo que el catarro, una nueva carrera siempre igual! ¿No sería
más deseable, pregunto yo, que no hubiera ninguna carrera ni ninguna competición, ningún camino previamente establecido que recorrer, ya que, como dijo el poeta, "caminante, no hay camino, / se hace camino al andar", que no hubiera ningún principio ni final, ya que el aprendizaje -o desaprendizaje, mejor dicho: siempre nos desprendemos de alguna idea o prejuicio mal inculcados y aprendidos- es un proceso que dura toda la vida? No olvidemos que la escuela (la scholé de los griegos o el ludus de los romanos) era el ocio, es decir la actividad que no se sometía al negocio del trabajo ni al de las vacaciones complementarias, que sólo sirven para justificación del trabajo. No olvidemos tampoco que el curso verdadero de nuestra vida, el verdadero curriculum uitae no tiene principio ni fin, por lo que no hay ni puede haber apertura ni fin de curso que valga.
Aquí
os pongo, sin embargo, para celebrar con la alegría y la tristeza que merece este fin
de curso al que estamos asistiendo, real como es pero falso esencialmente, porque la vida sigue, el
"cursum perficio" de Enya, cuya letra en latín dice así:
Cursum perficio.
Verbum sapienti...
Verbum sapienti...
Quo plus habent, eo plus cupiunt.
Post nubila, Phoebus.
Aeternum
Post nubila, Phoebus.
Aeternum
Finalizo
mi viaje
(ó concluyo el curso, ó acabo la carrera).
A buen entendedor, pocas palabras.
Cuanto más tienen, tanto más quieren.
Después de las nubes, el Sol.
Eternamente.
A buen entendedor, pocas palabras.
Cuanto más tienen, tanto más quieren.
Después de las nubes, el Sol.
Eternamente.
La
letra, como podéis comprobar, no tiene mucha coherencia interna, aunque resulta sugerente: es una repetición de máximas como
"uerbum sapienti (sat est)", que quiere decir, una palabra (es suficiente)
para el sabio, o sea, a buen entendedor pocas palabras bastan. "Post
nubila Phoebus": Después de las nubes, Apolo (o sea, Febo, es decir, el
Sol), para indicar que después de la tormenta llega siempre la calma. Otro de los proverbios que
repite Enya es "Quo plus habent, eo plus cupiunt" cuanto más tienen,
tanto más desean. Y el lema que da título a la canción "cursum
perficio": acabo el curso, concluyo mi carrera, mi viaje termina aquí.
Era por cierto esta inscripción latina “Cursum perficio” la que se leía a la entrada de la pequeña casa que la actriz Marilyn Monroe tenía en Los Ángeles, su única
propiedad, donde terminó el viaje de su vida en agosto del año 1962.
Buscando
el origen de esa expresión, encuentro que “cursum perficio” es
el
lema del clan escocés de los Hunter, "cazador", un apellido muy común en Escocia y
muy extendido también por el universo mundo.
El escudo representa a un galgo sentado
correctamente sobre sus cuartos
traseros, con una antigua corona a modo de collar en el cuello. El
lema latino podría estar basado en una frase de san
Pablo con la que el apóstol resume su vida, concretamente en una carta a Timoteo, que reza literalmente: "Bonum certamen certaui, cursum
consummaui, fidem seruaui", lo que quiere decir: He librado un buen
combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Lógicamente no
es una cita literal, dado que el apóstol dice "he consumado mi carrera",
y utiliza un pretérito perfecto, y nuestro lema
usa el presente, pero el significado de ambos verbos latinos viene a ser muy parecido. La influencia y difusión de la Vulgata fue sin duda muy grande en toda Europa durante la Edad Media, lo que podría
explicar el origen cristiano -concretamente paulino- del lema de los
Hunter.
Leyendo posteriormente a Séneca encuentro esta cita de Virgilio (Eneida, IV, 653) que veo ahora que también puede relacionarse con el lema que nos ocupa: Vixi et, quem dederat cursum Fortuna, peregi. (He vivido y carrera acabé que Fortuna me diera), las últimas palabras de Dido poco antes de quitarse la vida, donde aparece la fórmula cursum peregi: he completado mi carrera.
BONITA CANCION
ResponderEliminarSí, es de lo mejor de Enya. Un saludo.
EliminarMuy buen texto. Se agradece. Llegué aquí por la canción de la gran artista irlandesa.
ResponderEliminarMuy interesante el artículo. Gracias
ResponderEliminarMuy buen artículo sobre el significado de una gran cancion de una gran artista. Gracias.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
ResponderEliminarMuy bien explicado. Muchas gracias. Felipe, monje.
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