EMOTICONOS: Uno, que siempre ha tenido vocación iconoclasta y aun más, ideoclasta, y que es amigo por lo tanto no de dar una imagen rompedora, como se dice ahora, sino de romper todas las imágenes habidas y por haber esencialmente falsas todas ellas como son y, además, falsificadoras de la realidad que pretenden reflejar, uno, decía, no puede por menos ahora de declararse enemigo acérrimo o al menos poco amigo de esos engendros que se han dado en llamar emoticonos.
No sé quién inventó este horrísono palabro, un neologismo que es mezcolanza del latín EMOTIO, acción de e-mouere, vía inglés "emotion", y el griego "icono", o sea imagen, es decir imágenens emotivas que expresan estados de ánimo. Al parecer eran en su origen caretos que reflejaban emociones bastante básicas y primarias como la alegría y la tristeza o el amor y el odio. Volvemos, pues, a la escritura ideográfica, abandonando el registro alfabético que debemos a fenicios en primer lugar, y a griegos y romanos en segunda y no menos importante instancia.
El humorista chileno Alberto Montt describe así esta vuelta a la escritura jeroglífica en una de sus últimas viñetas.
El humorista chileno Alberto Montt describe así esta vuelta a la escritura jeroglífica en una de sus últimas viñetas.
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LO FATAL: El hado (o los hados, si se prefiere decir en plural) es el nombre antiguo del destino. El expediente de la etimología puede ayudarnos a descubrir algo de su significado. Lo primero que surge de la investigación por vía etimológica es que la palabra latina FATVM se relaciona con FARI (hablar), FABVLA y el verbo FABVLARI,
INFANS, INFANDVS, NEFANDVS, AFFABILIS, FAMA, INFAMIS... Al castellano nos
han llegado así inefable, hada (femenino de hado), prefacio, y enfadar,
propiamente entregarse a la fatalidad, al aburrimiento que provoca hacer algo
que ya está hecho, planificado, que ya se sabe en qué consiste antes de
hacerlo.
Es decir, está relacionado con una raíz indoeuropea *bhā- que evoluciona en griego ático a phee-, con el significado de decir, hablar... De ahí
proceden algunos términos como afasia, disfasia, blasfemar, y por
intermedio latino lastimar... En griego, con vocalismo o y sufijo -nā tenemos phoo-née, el nombre de la voz, el sonido. De este término vienen al
castellano voces como: fonema, fonética, afonía, cacofonía, estereofonía,
sinfonía, telefonía...
Nos encontramos, pues, con que lo “fatal” es lo que ha sido dicho, lo que está
dicho, lo que ya se sabe antes de que suceda o también lo que va a suceder
porque se ha dicho que va a suceder y por el simple hecho de decirlo ya está
sucediendo de alguna manera. De ahí procede la expresión latina FATA
SIBYLLINA: los oráculos de la Sibila.
Como personificación FATA son las Parcas o hadas del destino. Resultan
curiosas las expresiones FATO FVNCTVS: que ha cumplido su destino, que
ha muerto, fallecido, y FATO CEDERE/OBIRE ceder/ir al encuentro de lo dicho, que significa morir. Resulta curioso,
decía, cómo se equipara el sino con la muerte: aquello que nos ha sido
prometido a todos es que, efectivamente, vamos a morir: ése es, pues, nuestro
destino irremediable. Moriremos: morir hemos, hemos de morir: vamos a morir.
Una de las imágenes más relacionadas con las Parcas es precisamente la de la
muerte.
Identificadas con las Moiras griegas, se dice de estas hadas no muy benignas que cada una preside
uno de los acontecimientos más importantes en la vida del ser humano. Así una
de las hermanas, Átropo, preside el nacimiento hilando el hilo de la vida
humana, Clotó lo enrolla en el ovillo, patrocinando el matrimonio y la reproducción, y la tercera
hilandera, Láquesis, la muerte, cortando el hilo cuando la correspondiente
existencia llega a su término.
Átropos o Las Parcas, Francisco de Goya 1819-1823
Si nuestro
FATVM es la muerte, también se puede dar la vuelta a la frase y decirlo del
revés: la muerte de una cosa es el FATVM, o sea, el hecho de que se diga con
palabras, que se sepa, que se convierta en idea. La idea es, pues, la muerte de la cosa...
de lo que se podría deducir también que la muerte no es más que una idea, por otra parte. Lo fatal es,
por consiguiente, que se sepa una cosa (porque ya está dicha) antes de
haberla experimentado, y por mucha experiencia que tengamos de la vida de lo que no podemos tener ninguna experiencia es, desde luego, de nuestra propia muerte.
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MAGISTER (en este caso Noam Chomsky) DIXIT:
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UN POCO DE MÚSICA: Os dejo con una simpática versión moderna de la preciosa suite número 1 en G para violonchelo de Bach, interpretada con un acompañamiento extraordinario de ocho chelos, en lugar de uno. Que la disfrutéis.
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