domingo, 25 de febrero de 2018

Economía política

Seguimos hablando en griego en la forma dialectal gringa, aunque no seamos conscientes de ello,  como demuestran estas cuatro palabras ya internacionales: crisis, economía, política, sistema.


sábado, 24 de febrero de 2018

Encuesta a las cohortes de 4º de Educación Secundaria Obligatoria (ESO)

Si desde el Gobierno, a través del Ministerio correspondiente, se fomentase una campaña de instalación de una apepé consistente en un microchip intercutáneo o más propiamente subcutáneo (del latín sub “bajo” y cutis “piel”),  consistente en una pequeña cápsula de cristal especial del tamaño de un minúsculo grano de arroz -no temas, el procedimiento es inocuo e indoloro, te la meten sin que te enteres-, que contiene un transpondedor (mejor sería traspondedor, pese a la Academia,  que así adapta el anglicismo que es el nombre de un “aparato que emite una señal en una frecuencia determinada cuando lo estimula otra señal externa apropiada”) con un código único que permite tu identificación y seguimiento, no con el objeto de controlarte y vigilar tus pasos como pudiera parecer a primera vista sino de poder conocer tu ubicación exacta e inmediata en un posible caso de urgencia y necesidad, velando en caso de extravío o secuestro por tu seguridad personal e integridad física, que se vería así monitorizada y garantizada, tú ¿qué harías?


 

A) Accedería gustoso/a al implante.

B) Rechazaría la aplicación.

En cualquier caso, que no cunda el pánico, no te preocupes. El Gobierno no va a pedirte semejante cosa. No necesita pedírtela, dado que la inmensa mayoría de vosotros, por no decir todos, ya se lo procuráis gustosamente sin ser conscientes de ello, cuando usáis el último modelo de lo que en España llamamos móvil y en ámbitos ultramarinos del español contemporáneo celular, y no os dais cuenta de que él os usa a vosotros, sus supuestos usuarios, y no voy a decir que os manipula, que es palabra muy culta que a lo mejor algunos no entienden, sino que os maneja, que es voz más llana y castellana, a vosotros, cuando vosotros creéis que lo estáis manejando a él con vuestros rápidos dedos, y pagáis encima por ello unas mensualidades, y no me digáis que no, porque si no cotizáis vosotros por la servidumbre lo hacen vuestros padres y/o tutores legales, de forma que el Gran Hermano -y no estoy hablando de un programa de televisión, sino del Gobierno, y no precisamente del actual, que es un títere, sino del de verdad que está detrás de ese y mueve los hilos-, el Gobierno, digo, controla ya vuestra identidad, sabiendo en todo momento dónde estáis y qué hacéis, procesando vuestras conversaciones, vuestras fotos, vuestros vídeos, la ingenuidad de vuestra adolescencia constreñida en ciento cuarenta caracteres... todo lo que subís ingenuamente a la Red de pescar incautos.

Las redes sociales te buscan a ti, no eres tú el que vas a buscarlas a ellas, esclavizado a tu propio perfil, subordinado a la imagen que debes ofrecer a tus numerosos seguidores, o followers en la lengua del Imperio, que es la que te hacen estudiar para que aprendas, y la que hablas,  para que te ofrezcan sus “likes” y para que puedas sentirte querido virtualmente por la máquina.

Lo peor es que a lo mejor tú crees que lo controlas, y es el aparato el que te controla a ti porque no es ya un apéndice tuyo, un adminículo, digamos, o un juguete inocente, sino que eres tú mismo, es tu propia alma esclavizada: dependes de él, lo necesitas tanto como él te necesita a ti, por eso no puedes vivir sin él.

jueves, 22 de febrero de 2018

In taberna quando sumus

Uno de los cánticos tabernarios más famosos europeos de la Edad Media es este In taberna quando sumus de los Carmina Burana o canciones de la abadía de Beuern (Alemania). Os presento la letra original en octosílabos latinos con rima asonante y pareada, y su versión española en igual verso y rima. La traducción no puede ser muy literal, habida cuenta de la servidumbre de rima y ritmo, pero tampoco le hace demasiada traición al original dado que conserva sus caracteríticas métricas que la hacen idónea para el canto. 


Hay muchas versiones modernas, además de la ya clásica de Karl Orff. Algunas como la del grupo checo Gothien o la de Artefactum son bastante puristas, con instrumentos medievales. Otras versiones introducen además instrumentos más modernos, como Corvus Corax, Stille Volk, o Wolfmare... 

A mí, particualrmente, la que más me gusta es esta última de Wolfmare, un grupo ruso de San Petersburgo que hace  una mezcla (explosiva) de música folk de temática pagana arropada por una envoltura roquera bastante metálica. A su favor hay que decir que pronuncian bastante bien el latín, y que se entiende bastante bien por lo tanto la letra.   Espero que os guste a todos en general, y sobre todo a los más metaleros. 


El triunfo de Baco o "Los borrachos" de Velázquez (1628 y 1629)



In taberna quando sumus               Cuando en la taberna estamos,
non curamus quid sit humus,         en la fosa no pensamos,
sed ad ludum properamus,             que en el juego nos volcamos
cui semper insudamus.                   y por él siempre sudamos.
Quid agatur in taberna,                  Qué sucede  en la taberna
ubi nummus est pincerna,              donde el dinero gobierna
hoc est opus ut queratur,                 es  preciso investigarlo
si quid loquar, audiatur                   y lo que digo escucharlo.

Quidam ludunt, quidam bibunt,       Unos juegan, beben otros,
quidam indiscrete vivunt.                en desorden viven otros.
Sed in ludo qui morantur,                Los que juegan a los dados
ex his quidam denudantur               quedan unos desplumados,
quidam ibi vestiuntur,                      son allí otros revestidos,
quidam saccis induuntur.                 y en sacos otros  metidos.
Ibi nullus timet mortem                   Nadie teme allí a la muerte,
sed pro Baccho mittunt sortem        mas por Baco tientan suerte

Primo pro nummata vini,                 Por quien paga bebe el vino
ex hac bibunt libertini;                     lo primero el libertino;
semel bibunt pro captivis,                una vez por los cautivos;
post hec bibunt ter pro vivis,           y tres veces por los vivos;
quater pro Christianis cunctis,         cuatro, por cristianos juntos;
quinquies pro fidelibus defunctis,    cinco, por  fieles difuntos;
sexies pro sororibus vanis,              seis, por  las damas gentiles;
septies pro militibus silvanis.           siete, por soldados viles

Octies pro fratribus perversis,          Ocho por frailes perversos,
nonies pro monachis dispersis,         nueve, por monjes dispersos;
decies pro navigantibus,                   diez veces, por mareantes;
 undecies pro discordantibus,           once, por los discrepantes;
duodecies pro penitentibus,              doce, por los capuchinos;
tredecies pro iter agentibus.              trece, por los peregrinos;
Tam pro papa quam pro rege            Por el papa y  por el rey
bibunt omnes sine lege.                    beben todos ya sin ley.

Bibit hera, bibit herus                       Beben dama y  caballero,
bibit miles, bibit clerus,                    y el soldado, bebe el clero,
bibit ille, bibit illa,                            bebe aquel y bebe aquella,
bibit servus, cum ancilla,                  bebe siervo con doncella,
bibit velox, bibit piger,                     bebe el raudo, bebe el tardo,
bibit albus, bibit niger,                      bebe el blanco, bebe el pardo,
bibit constants, bibit vagus,              bebe el presto , bebe el vago,
bibit rudis, bibit magus.                    bebe el rudo, bebe el mago.

Bibit pauper et egrotus,                    Bebe el pobre y el quebrado,
bibit exul et ignotus,                         y el proscrito e ignorado,
bibit puer, bibit canus,                      bebe el chico y el anciano,
bibit presul et decanus,                     y el obispo y el decano,
bibit soror, bibit frater,                     beben monjas y compadres,
bibit anus, bibit mater,                      beben viejas, beben madres,
bibit ista, bibit ille                            bebe  aquesta, bebe aquél,
bibunt centum, bibunt mille.              beben cien,  mil en tropel.

Parum sexcente nummate                Seiscientas monedas poco
durant, cum immoderate                  duran, cuando con descoco
bibunt omnes sine meta                    a tope todos abrevan.
quamvis bibant mente leta.               aunque alegremente beban.
Sic nos rodunt omnes gentes,           Mal nos juzgan ya las gentes,
et sic erimus egentes.                        seremos así indigentes.
Qui nos rodunt confundantur            Los que juzgan se censuren 

et cum iustis non scribantur(1)         y en los justos no figuren.
  
(1) et cum iustis non scribantur. Es un eco del salmo 68, 29 de la Vulgata,  que dice:   deleantur de libro viventium et cum iustis non scribantur «Que sean borrados de libro de la vida y no sean inscritos con los justos » 
 



He aquí la versión, más purista,  del grupo español de música medieval Artefactum:
 

martes, 20 de febrero de 2018

De la Vida de Esopo

Leyendo la anónima Vida de Esopo en edición bilingüe y traducción de Manuel González Suárez (Ediciones Clásicas, Madrid, 2011) me encuentro con uno de esos raros ejemplos que se conservan y que contienen algún asomo de lo que podría denominarse “literatura popular”.

Así se describe al comienzo de la novelita al protagonista, un esclavo inteligente: (Esopo)... era de mal aspecto hasta decir basta, cabezón, cuellicorto, de nariz respingona, negro, bigotudo, barrigudo, bracicorto, contrahecho, encorvado, un puro desastre. Él mismo se encarga de replicar a los que le dicen que es tremendamente feo y repelente: Hay que mirar a la inteligencia, y no al aspecto. No se trata de decir la simpleza de que hay que fijarse en la belleza interior y no en la exterior, que no cuestiona para nada el concepto mismo de belleza, sino que viene a decir la voz del pueblo que no debemos juzgar a nadie por las apariencias, o, más sencillo todavía, que no debemos juzgar a nadie.



Esopo hecho prisionero, ilustración de Francis Barlow 

Resulta también bastante significativo cómo responde nuestro protagonista a la pregunta sobre su lugar de nacimiento y su patria de origen, cuando el que va a ser su amo, Janto, le pregunta que dónde ha nacido, porque aquí hallamos otro atisbo de esa voz popular que reniega de todas las patrias grandes y chicas: En el vientre de mi madre. Janto vuelve a formularle insistente la pregunta: No te pregunto eso, sino en qué sitio has nacido. Y Esopo le contesta, evitando cuidadosamente decir el nombre propio del lugar de nacimiento: Mi madre no me notificó si fue en una alcoba o en un triclinio. Resulta gracioso cómo sortea la pregunta con sus respuestas,  dando a entender lo poco que importa para la gente del común el lugar de nacimiento, lo que recuerda de alguna manera al cosmopolitismo de Diógenes y los cínicos, quienes al declararse ciudadanos del universo mundial reniegan de la idea de patria o, como diríamos hoy, de la denominación de origen particular.
 
Según la leyenda, el rey Erictonio, si no fue su hijo Erecteo, uno de los primeros reyes de Atenas, había nacido de la tierra, y era por lo tanto autóctono, hijo de la pasión del dios Hefesto por la diosa Atenea, a la que intentó violar, eyaculando sobre sus muslos. La virgen, asqueada, limpió su esperma de sus piernas con un paño de lana, que arrojó al suelo. La tierra, fecundada por el semen, dio nacimiento a un niño que se llamaría Erictonio, nombre parlante que significa precisamente relacionado con la lana soterrada (ἔρι es lana y χθόνιος enterrado). No sólo era este rey oriundo del Ática, sino que además era de alguna manera la figura principal del mito de la autoctonía, cuya representación ideológica fue fundamental en la constitución del régimen democrático e imperialista de Atenas, que legitimaba su superioridad, y en la creación del patriotismo ateniense y de todos los  nacionalismos posteriores, que excluyen a los metecos y llegan a calificarlos de alóctonos o nacidos fuera de la tierra que pisan y en la que se encuentran, creando el moderno concepto de extranjería, contra el que se rebela siempre que puede la razón del pueblo. 

 
 Esopo aconsejando a su hijo Eno, ilustración de Francis Barlow.

Entre los muchos consejos que da Esopo a su hijo Eno, que acabó suicidándose avergonzado por haberse “comportado inicuamente” con su padre, destaco este que también me parece que es expresión de la voz popular y de la razón común, en contra del concepto de extranjero y de la xenofobia: Hospeda a los extranjeros y hónralos, no sea que algún día tú también seas un extranjero.

 
 Esopo y Janto en las termas, ilustración de Francis Barlow

Hay otra anécdota que recuerda a Diógenes, cuando Janto le pregunta a Esopo si había mucha gente en las termas, y este responde que sólo había visto a una persona... Ante lo cual su dueño se anima y decide ir a darse un baño entre tan escasa concurrencia. ¿Cuál no sería su sorpresa cuando llegó y comprobó que las termas estaban abarrotadas de gente y no cabía ni un alma más? Le pidió explicaciones a su esclavo Esopo, y este le dijo que había una piedra a la entrada en la que todos tropezaban y maldecían al que la había puesto allí, pero sólo una persona la había quitado de en medio y entrado a bañarse.

Los samios exclaman algo que es la voz del anhelo del pueblo, que es su amor por la libertad: ¡Libres como somos, no vamos a convertirnos en esclavos!

domingo, 18 de febrero de 2018

Apolo y las Musas, según Mingote

Así representó nuestro genial dibujante Antonio Mingote (2002) a Apolo y las Musas en esta amable y risueña litografía en ocho colores que evoca el mundo clásico. 

Tanto Apolo como las nueve Musas están cuidadosamente caracterizados. Hijas todas ellas de Zeus y de Mnemósine, es decir, de Júpiter y de la Memoria, las nueve hermanas representan tradicionalmente las artes temporales, rítmicas o musicales (de su nombre de Musas nos vienen nuestros museos y nuestra música, como arte por antonomasia de las musas), es decir,  las artes que nosotros percibimos básicamente a través del oído. 

Las artes espaciales que percibimos a través de la vista, es decir, las Bellas Artes: Arquitectura, Escultura y Pintura, recluidas cuando no secuestradas en los museos,  carecen de musas propiamente asignadas.

En la cumbre de lo que podría ser el monte Parnaso vemos al rubio dios Apolo tocando el arpa, o la cítara, y presidiendo el coro de las nueve hermanas canónicas en su calidad de Apolo Musageta o conductor de Musas como pastor a cargo de un rebaño; a la derecha y en actitud dramática a Melpómene, Musa melódica de la tragedia que nos hace llorar con sus trenos; a la izquierda, a Terpsícore, en actitud de prima ballerina, como Musa de la danza que nos deleita con sus coreografías y bailes; más a la izquierda, con un reloj de arena y contemplando el universo, a la Musa de la astronomía, la célica Urania; en lugar intermedio y debajo de las anteriores, distinguimos, por la izquierda a Érato tañendo la lira, Musa de la poesía amatoria y lírica (lírica deriva  de lira, es decir, del acompañamiento musical que se hacía de los versos cantados con dicho instrumento); en el centro, con máscara cómica y actitud risueña, a  Talía, la Musa festiva y jocosa de la comedia; a su derecha y en actitud pensativa y declamativa a la Musa de la oratoria Polimnia, la de los muchos himnos, y por último, en la falda del monte, de izquierda a derecha, distinguimos a Euterpe, Musa sonora de la música, soplando un instrumento de viento; a Clío, la Musa gloriosa de la historia, leyendo un gran libro -por aquello, tal vez, de que la historia comienza con la invención de la escritura y el registro escrito de los hechos- y, finalmente, a Calíope, Musa grandilocuente de la épica, con una heroica espada.

Se puede, si se quiere, hacer un estudio de la literatura clásica greco-latina y sus géneros literarios partiendo de las Musas: ya se ha dicho que todas ellas son hijas de la Memoria y representan las artes rítmicas que percibimos básicamente por el oído. En su conjunto las nueve hermanas presiden tres artes básicamente: la Música (Euterpe), la Danza (Terpsícore) y la Literatura cuando todavía no se había convertido en documento escrito, sino que nacía y vivía en la tradición oral (las siete restantes).

Si atendemos ahora a la división de la literatura en cuanto a las diferentes formas de utilización del lenguaje, tenemos que decir que todos los géneros literarios hacen un uso rítmico del lenguaje verbal (hemos descartado ya el lenguaje corporal y gestual de la danza y la mímica, y el lenguaje musical). Sin embargo, unos géneros literarios, los más antiguos, tienen "metro", es decir, "medida", o sea el verso, y otros tienen ritmo, sí, pero no "medida", que serían los géneros prosaicos, ya que la prosa es mucho más reciente y está íntimamente relacionada con la fijación escrita.

Literatura en verso: Distinguimos básicamente:  poesía lírica (Érato), poesía épica (Calíope) y poesía dramática, con sus dos subgéneros: tragedia (Melpómene) y comedia (Talía).

Literatura en prosa: La distinción es aquí menos clara,  y brilla por su ausencia el género literario prosaico moderno por excelencia, la novela, que griegos y romanos descubrieron tardíamente y practicaron poco; contamos con excelentes pero escasas novelas como El Satiricón de Petronio, El Asno de Oro de Apuleyo, o, entre las griegas, Dafnis y Cloe, de Longo, por ejemplo.    El género literario narrativo prosaico equivalente a nuestra novela sería la historiografía, representado por Clío. Otro género literario prosaico sería la oratoria (Polimnia), de vital importancia en el mundo antiguo,  hasta el punto de que sería algo inaudito ver a un Demóstenes o a un Cicerón leyendo un discurso escrito. Nunca se lo hubieran permitido. De hecho, muchos de sus discursos, que ahora podemos leer, fueron escritos después de ser pronunciados en el foro o ante los tribunales. La Musa menos especializada de todas, a la hora de atribuirle la presidencia de un género literario, sería Urania, que podríamos considerar la Musa de la ciencia o de la filosofía, o incluso, de la poesía didáctica.


La ilustración de Mingote de Apolo y las Musas está tomada de aquí.

miércoles, 14 de febrero de 2018

De la soledad del corredor de larga distancia

El running (así, en inglés: gerundio del verbo to run: correr) es una metáfora perfecta de la vida en nuestro entorno urbano, y un reflejo del escapismo e individualismo posmoderno. El runner, que es aquel que practica el running, no es alguien que sale simplemente a correr, como se decía antes de la explosión de la práctica urbana de este deporte, sino un emprendedor con toda la parafernalia comercial y la panoplia que hay detrás aplicadas a esta actividad en principio tan sencilla.

Dice literalmente Luis de la Cruz, que ha escrito un sugerente ensayo titulado Contra el running. Corriendo hasta morir en la ciudad postindustrial (Piedra, papel, libros, Jaén, 2016): “Hoy, la figura del yuppie(1) ha caído en desgracia. Su arrogante estampa se hace ahora detestable, tras la última crisis del capitalismo, pero sus valores continúan dominando incólumes el imaginario del éxito social a través de la figura del emprendedor.” Y añade a continuación: “El emprendedor, instaurado como nuevo héroe social, se hace aceptable a través de sus hábitos progresistas. Muchos de los emprendedores apelan a la Responsabilidad Social Corporativa, ejercen la caridad -al menos acuden a carreras solidarias-, son conscientes de la necesidad de cuidar el planeta y saben construir una imagen pública atractiva, que incluye la comida sofisticada, los espectáculos urbanos y la exhibición de sus avances deportivos.”
  1. Abreviación informal de (Y)oung (U)rban (P)rofessional, o Yup, que se convirtió en yuppie en la década de los ochenta para describir a alguien que es joven, con estudios universitarios, que vive en una ciudad y que tiene un trabajo de alto nivel, como ejecutivo o empresario, y goza por lo tanto de una situación económica privilegiada.

Frente a épocas pasadas en las que se fomentaban los deportes en equipo y el trabajo en grupo, estamos asistiendo ahora al auge del individualismo y al desprestigio de lo colectivo, que se traduce en la práctica solitaria de algunos deportes como la natación, el ciclismo o este que nos ocupa del running, y al apogeo de los gimnasios-fitness con atención personalizada y entrenamientos que se adaptan a los deseos de los usuarios, preocupados, ya que no por la cultura, por el culturismo, que no es lo mismo. Los que acuden al gimnasio no sólo van en busca de mejorar su condición física o recuperarse de alguna dolencia, sino sobre todo a trabajar (en el peor sentido, etimológico y transitivo de este verbo) su cuerpo: potenciar el tono y definición muscular, adelgazar y eliminar grasa, celulitis o flacidez y, en general, ponerse o mantenerse en forma. Algunos monitores prestan una atención tan personalizada que llegan a concertar citas previas con cada uno de sus clientes para atender a sus peculiaridades. Asistimos por todas partes a un sentimiento general de culpabilización de lo feo, lo gordo, lo viejo, considerándolo como un vicio propio que hay que corregir,  del que es responsable el alma que habita el cuerpo, que es su conciencia. Se ha entronizado un nuevo tipo de virtud, cuyo objetivo principal es eso que se ha denominado con rimbombante locución Educación Física, en lugar de humilde gimnasia, que se encarna en el cuerpo joven, delgado y atractivo.

La imagen del runner la vemos por doquier en el parque, en el telediario, en las redes sociales, en anuncios de televisión, en escaparates, en los autobuses, en periódicos y revistas ilustradas. Su silueta se asocia a conceptos tan nobles como el espíritu de superación, la nobleza, el esfuerzo, el éxito, el talento, el desarrollo personal, la consecución de metas y logro de objetivos… lo que ha acabado con el placer de salir uno a correr sin más complicaciones.

Definitivamente, el running está de moda, hasta el punto de que hay en la actualidad en el mercado una oferta desorbitada de todo lo relacionado con este mundillo que responde a una demanda que, a su vez, corresponde al reclamo de la publicidad, lo que hace que se disparen los productos y sus precios. La imagen del runner en el espacio urbano y, más raro, en la naturaleza campo a través, se ha convertido en un símbolo de libertad. Sin embargo, hay otro runner más triste, que es el que corre en la cinta de un gimnasio, y que nos recuerda, lo mismo que el ciclista que pedalea en el velocípedo estático, al hámster enjaulado que hace girar su rueda interminablemente, como si fuera el propio Sísifo acarreando su roca monte arriba que se despeñará al llegar a la cima monte abajo.



Antes podíamos salir a correr con unas zapatillas cualesquiera, una camiseta de algodón y un calzón corto. Sin embargo, ahora, si haces la cuenta, antes de ponerte en marcha habrás invertido ya media hora larga con los preliminares. La publicidad ha creado la necesidad, porque ese es su cometido, de tener que disponer de unas zapatillas especiales para cada tipo de carrera y de unas plantillas para corregir si es preciso la pisada, cada terreno, cada entrenamiento, si se trata de ganar velocidad o resistencia, ropa específica (mallas compresoras, camisetas térmicas de varios colores y materiales, calcetines adecuados) con avances que hasta hace poco ni siquiera podíamos imaginar, un reloj con GPS que mida los ritmos de carrera, la ruta, la frecuencia cardíaca, productos tecnológicos que controlan multitud de parámetros vitales del organismo con el fin de conocer mejor el propio rendimiento físico.... Y es que, nos dice la publicidad, no se puede salir a correr sin más, ahora mismo, con la calor o el frío que hace y sin pulsómetro, o sin escuchar música ni ponerse la sujeción para el móvil, por si pasa algo, y los cascos, y el propio móvil, sin activar el GPS ni programar  la música adecuada para cada sesión, y un demasiado largo etcétera. 

Te dice la publicidad a través de su propaganda: Ahora que eres un runner, ¿qué vas a hacer en pleno invierno? Ya no puedes salir a correr en pantalón corto y camiseta de tirantes como en el tórrido verano. Las temperaturas bajan a mínimos. Y todavía la publicidad te da más ideas, por si fueran pocas las que nos meten en la cabeza: Al igual que nos ponemos mallas largas para proteger las piernas, camisetas térmicas, calcetines de invierno, gorros, bragas para el cuello y todo tipo de apepés para resguardarnos del frío, ¿qué les pasa a tus manos? Sufren, como es natural. ¿Cómo evitarlo? No vas a dejar el running por esa nimiedad ni vas a correr con las manos en los bolsillos para que no se te congelen... Para proteger tus manos puedes recurrir, además de a cremas a los guantes, pero no a unos guantes cualesquiera, por supuesto, sino a unos específicos para correr, guantes running diseñados ad hoc contra el frío con los que librarnos de los molestos picores, grietas e inflamación de los molestos sabañones entre los dedos de las manos. Pero la cosa no es tan sencilla, porque no hay un solo modelo exclusivo de guantes para correr. Cada marca de textil deportivo exhibe su catálogo propio,  y algunas recomiendan guantes ligeros para temperaturas frescas que no llegan a ser glaciales, térmicos con protección contra las temperaturas de menos cero grados y el viento helados, y, por último, extremos, indicados para condiciones realmente gélidas, por ejemplo para la alta montaña en días de crudo invierno y nieve.


No se olvide, además, last but not least, la creciente y apabullante literatura de manuales de autoayuda, motivación, autoestima y superación personal, y los libros que hay sobre "estrategias para maximizar su entrenamiento en su cinta de correr", por ejemplo, o las guías paulatinas para quemar calorías y luchar contra la obesidad y el aburrimiento que supone dedicarse con empeño a una cosa así.


Estas consideraciones a las que me han llevado las reflexiones de Luis de la Cruz me han traído a la memoria la película de Tony Richardson The loneliness of the long distance runner (1962) (traducida como La soledad del corredor de fondo), basada en la espléndida novela corta y guión de Alan Sillitoe, que habla de un corredor que corre por el placer de correr, cosa que hoy ya no hace nadie, y  que narra en primera persona las vicisitudes de Colin Smith, recluido en un reformatorio juvenil por haber perpetrado un robo, y que, gracias a sus cualidades como atleta, se encuentra ante el dilema del éxito como héroe deportivo (ganar una importante carrera) y la soledad del corredor de fondo. Con estas palabras empieza la película: Correr siempre ha sido muy importante para mi familia, sobre todo para escapar de la policía. Lo único que sé es que tienes que correr, correr sin saber por qué, por los campos y los bosques. Correr sabiendo que una meta no es el final, aunque haya una multitud vitoreándote. Esa es la soledad del corredor de fondo”. 

miércoles, 7 de febrero de 2018

El asno y la lira


Asinus iacentem uidit in prato lyram. 
Accessit et temptauit chordas ungula;
sonuere tactae. -“Bella res; sed, mehercules,
male cessit”, inquit, “artis quia sum nescius. 
Si repperisset aliquis hanc prudentior, 
diuinis aures oblecta(ui)sset cantibus.” 
Sic saepe ingenia calamitate intercidunt.

La fábula latina de Fedro dice así: Un borrico vio una lira que estaba tirada en un prado. Se acercó y tocó sus cuerdas con la pezuña; al tañerlas, resonaron. "Bonita cosa; pero, rediós, me ha salido mal -dijo-, porque soy ignorante del arte. Si se la hubiera encontrado alguien más entendido que yo, habría deleitado nuestros oídos con sus divinas notas." Así a menudo los talentos se malogran por desgracia.

Así recreó nuestro Tomás de Iriarte (1750-1792) la vieja fábula de Fedro en la que se inspiró, haciendo una versión en la que sustituye el instrumento de cuerda que es la lira por el de viento que es la flauta, para crear su famoso burro flautista que tocó la flauta por casualidad:

Esta fabulilla, / salga bien o mal,/ me ha ocurrido ahora / por casualidad.
Cerca de unos prados / que hay en mi lugar / pasaba un borrico / por casualidad. 
Una flauta en ellos / halló, que un zagal / se dejó olvidada / por casualidad. 
Acercóse a olerla / el dicho anima / y dio un resoplido / por casualidad. 
En la flauta el aire / se hubo de colar, / y sonó la flauta / por casualidad. 
-“¡Oh! -dijo el borrico. / ¡Qué bien sé tocar! / ¡Y dirán que es mala / la música asnal!” 
Sin reglas del arte / borriquitos hay / que una vez aciertan / por casualidad.

Haciendo literatura comparada, podemos llegar hasta la siguiente rima de nuestro poeta Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) que, aunque lírica, puede guardar alguna relación con la vieja fábula de Iriarte y a través de él con la más vieja de Fedro en cuanto al contenido. Ha cambiado el instrumento musical: de la lira de Fedro hemos pasado a la flauta de Iriarte. Bécquer prefiere un instrumento de cuerda, el arpa.

Del salón en el ángulo oscuro, 
de su dueña tal vez olvidada, 
silenciosa y cubierta de polvo, 
veíase el arpa. 

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, 
como el pájaro duerme en las ramas, 
esperando la mano de nieve
 que sabe arrancarlas! 

¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
 así duerme en el fondo del alma,
 y una voz como Lázaro espera 
que le diga: “Levántate y anda”!

lunes, 5 de febrero de 2018

SINE VERBIS

Quinus, Argentinus iucundus delineator, Mafaldae creator, 
pulchras imagines sine uerbis adumbratas 
quae deliberationem habeant
nobis praebet 
propterea quod cogitationes sine ullis uocabulis fieri quoque possunt. 
Res, igitur, ipsa cum imaginibus pictis sine uerborum necessitate de libertate patet ac ratiocinatione colligitur.


sábado, 3 de febrero de 2018

El rabo del perro de Alcibíades o La estrategia de la distracción

Alcibíades, el niño bonito y mimado de Atenas, que en su juventud destacaba por su belleza entre los efebos, al que desearon por igual hombres y mujeres, centro de atención de todas las miradas, allá por donde pasaba levantaba toda una polvareda de comentarios apasionados sobre su persona. El rico aristócrata sobrino de Periclés y discípulo de Sócrates, que se interesó por él, aunque no consiguió desviarlo de su ambición por el poder, sacaba a pasear por Atenas un magnífico perro, cuya espléndida cola destacaba por su vistosidad, por el que había pagado la astronómica suma de setenta minas, es decir siete mil dracmas de entonces, una cantidad exorbitante, para que todos admiraran el porte sublime del can, acorde con la dignidad de su dueño que hacía de él ostentación. Asociadas ambas imágenes, la del perro y la de su dueño, los atenienses ya no sabían si el animal se parecía al amo o el dueño al perro en una rara y perfecta simbiosis. 

Busto de Alcibíades, museos Capitolinos de Roma.

Cuando el perro ya no era novedad -noticia, diríamos hoy-, acostumbrados como estaban los atenienses al espectáculo de verlo paseando con su dueño por el ágora de Atenas, y se había agotado ya ese tema de conversación, Alcibíades ordenó caprichosa- e inexplicablemente que le amputaran la cola para escándalo de sus compatriotas. Aquello provocó entre amigos y conocidos un aluvión de críticas y comentarios reprobatorios. Nadie entendía excepto él por qué había tomado una decisión tan arbitraria que demostraba, además, crueldad, maltrato animal y mal gusto. 

 Sócrates buscando a Alcibíades en casa de Aspasia, Jean-Léon Gérôme (1861)

Todo el mundo lo criticaba, pero él, muy tranquilo y risueño, comentó a sus más íntimos allegados que, mientras los atenienses hablaban de la amputación del rabo, no reparaban en cosas peores concernientes a su persona que, con esta estrategia de distracción a modo de cortina de humo, lograba pasar desapercibida. Alcibíades no era un don Nadie en la Atenas de Periclés del siglo V, sino, huelga decirlo, un mandatario. Mientras el vulgo hablara del perro, se olvidarían de los asuntos públicos de mayor enjundia y más turbios, asuntos sociales, políticos y económicos de su gobierno. 

Mosaico romano del museo de El Bardo (Túnez)

Los alcibíades de turno, personajes famosos de la política y del star system, se manejan muy bien en la palestra de los medios masivos, incluidas las redes sociales en esa denominación, y controlan muy bien la estrategia de la distracción que inauguró el Alcibíades histórico, haciendo que nuestra atención se desvíe de asuntos más importantes y controvertidos, y se centre en otro foco de interés, como dicen ahora, mera cuestión comercial de puesta en escena política. 



Esta anécdota la refiere Plutarco en su biografía de Alcibíades, incluida en Vidas paralelas, donde dice que teniendo un perro admirable por su tamaño y su porte (ὄντος δὲ κυνὸς αὐτῷ θαυμαστοῦ τὸ μέγεθος καὶ τὸ εἶδος), que había comprado pagando por él a la sazón setenta minas (ὃν ἑβδομήκοντα μνῶν ἐωνημένος ἐτύγχανεν,), le cortó el rabo, que llamaba la atención por lo bellísimo que era (ἀπέκοψε τὴν οὐρὰν πάγκαλον οὖσαν.). Al reprenderle sus compañeros y decirle que todos se metían con él por lo hecho al perro y le vituperaban (ἐπιτιμώντων δὲ τῶν συνήθων καὶ λεγόντων ὅτι πάντες ἐπὶ τῷ κυνὶ δάκνονται καὶ λοιδοροῦσιν αὐτόν,), él, riéndose, “eso es en efecto- les dijo- lo que yo quiero (ἐπιγελάσας, "γίνεται τοίνυν," εἶπεν, "ὃ βούλομαι·); porque quiero que los atenienses hablen de eso, para que no digan de mí algo peor” (βούλομαι γὰρ Ἀθηναίους τοῦτο λαλεῖν, ἵνα μή τι χεῖρον περὶ ἐμοῦ λέγωσι). 

 "Cuidado con el perro"

Hagamos caso del mosaico que había a la entrada de algunas casas señoriales romanas que representaba a un perro y tenía la leyenda de CAVE CANEM “cuidado con el perro”, y procuremos que los perros mediáticos de los hodiernos alcibíades no nos distraigan y desvíen nuestra atención de lo que realmente nos importa.

jueves, 1 de febrero de 2018

Abatir y reducir, dos verbos políticamente correctos

Ya nos advirtió Ferlosio en un pecio de su imprescindible “Campo de Retamas” (Random House,  2015) titulado “Última hora”: La gente mata, la poli abate.

ABATIR.- Sólo dos titulares periodísticos de los periódicos que leía yo en la Red el 22/08/2017, utilizaban el verbo “matar” para llamar al pan pan y al vino vino y reportar la muerte del terrorista de las Ramblas: El diario digital Público: Los Mossos matan al terrorista en Barcelona y mantienen abierta la operación. Y El País, el antaño periódico “independiente” y hoy "global": Los Mossos matan en Subirats al autor de la masacre de Barcelona

Sin embargo, en el editorial del mismo rotativo titulado “Elogio de los Mossos” se utilizaba el socorrido y políticamente correcto “abatimiento”: La confirmación del abatimiento (sic) ayer en la localidad de Subirats del que parece ser el último terrorista huido, Younes Abouyaaqoub, representa el broche de una operación policial extremadamente compleja, que ha mantenido abiertos múltiples frentes en diferentes localidades de forma simultánea y en la que los agentes de este cuerpo han tenido que emplearse a fondo en varias ocasiones, arriesgando sus vidas sin dudarlo cuando ha sido preciso

El resto de los diarios empleaba diversos eufemismos no para minimizar la acción de los Mossos, que todos elogian, sino para evitar o camuflar la crudeza de la muerte del presunto terrorista, condenado a muerte sin juicio previo, que podía parecer accidental, natural y fruto de la refriega, evitando calificarla como asesinato u homicidio. ABC, el decano monárquico de la prensa nacional, utilizaba el eufemismo “acabar”: Los Mossos acaban con Younes, el autor del atropello de las Ramblas. Así también titulaba Eldiario.es, que ponía en primer término un precioso “desarticular el comando”: Los Mossos dan por desarticulado el comando tras acabar con el último terrorista a 40 kilómetros de Barcelona. El Diario Montañés, decano de la prensa de Cantabria, titulaba por su parte poco originalmente: Los Mossos abaten a Younes Abouyaaqoub, autor del atentado de Barcelona. Infolibre también se inclinaba por el mismo verbo, que es estadísticamente el más empleado por lo que se ve: Los Mossos abaten al terrorista de La Rambla y dan por desarticulada la célula yihadista. El Mundo usaba un verbo cinegético, como si el terrorista fuera una presa: “La ayuda de una mujer permite cazar al yihadista de La Rambla”.


Un policía "reduce" a un manifestante 

REDUCIR.- El periódico "independiente de la mañana" y "global de noticias en español", que es el de mayor tirada en España, o sea El País, en su edición impresa de 17 de diciembre de 2009 sacaba en la portada, a propósito de la Cumbre del Clima de Copenhague, la fotografía de arriba a todo color, que he tomado de la edición digital. Al pie de la imagen podíamos leer el siguiente comentario superfluo e innecesario, porque la foto hablaba, como suele decirse, por sí misma: Un policía reduce (sic) a un manifestante junto a la sede de la Cumbre del Clima en Copenhague. ¿Qué hubiera dicho el periódico si hubiera sido el manifestante el que hostiara al policía? “¿Un manifestante reduce a un policía…?” Seguro que no, ¿verdad? Hablarían de “agresión física, violencia callejera, bandas incontroladas de jóvenes antisistema, terrorismo, atentado contra la autoridad…” El lenguaje que emplean, y que pretende ser objetivo, imparcial y neutro, como corresponde a un periódico serio y respetable, no es tal como puede comprobarse en estos dos sencillos ejemplos propuestos.

Imitando el pecio de don Rafael Sánchez, podríamos escribir: La gente agrede, la poli reduce.