El
ensayista y poeta peruano Manuel González de Prada (1844-1918) rindió en
Grafitos (título que adapta al español la palabra italiana
"graffiti") su peculiar homenaje a los poetas clásicos griegos y
romanos que admiraba: Homero y Virgilio, la Antología Griega, y dentro de ella el poeta
Meleagro, y Lucrecio, el imprescindible discípulo romano de Epicuro.
(Homero)
Donde su hexámetro
escande Homero,
todos discípulos,
todos pigmeos.
Es el Océano:
Safo y Tirteo,
Hesiodo y Píndaro,
los arroyuelos.
(Virgilio)
Flor de moderno, deleitable
aroma
en el sangriento lodazal de
Roma.
(La Antología Griega)
El bosque no es de homéricas
encinas
que al cielo encumbran
gigantescos brazos:
En el jardín florido de la
Grecia
es un rincón discreto y
perfumado
donde palpitan mariposas de
oro,
donde se ciernen soñolientos
rayos,
donde tiemblan al ósculo del
viento
las lujuriantes rosas de
Meleagro.
(Lucrecio)
Tú del Olimpo arrojas al
Tirano,
y sólo ves la Nada y el
gusano.
En el reino inviolado de la
muerte.
eres, oh gran pagano,
manjar de libres, demasiado
fuerte
para el servil cerebro de un
cristiano.
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