La palabra "sal" nos viene del latín SAL SALIS, que además de ser el nombre del cloruro sódico, cuya fórmula química es NaCI, es metáfora de "gracia, agudeza" aplicada a las personas. En la Vulgata leemos, por ejemplo, vos estis sal terrae (Mateo, 5, 13): vosotros sois la sal de la
tierra, que les dice Jesús a sus discípulos.
Tanto si partimos del acusativo neutro SAL como del masculino SALEM, pues ambos géneros tenía en latín la palabra, llegamos al mismo resultado: sal, por apócope de la -m y de la -e finales. El término se conserva como tal en castellano, gallego-portugués y catalán sal; en italiano es sale, en francés sel y en rumano sare. En inglés se dice sal, y en alemán Salz, de lo que es testimonio la ciudad austriaca de Salzburgo, que propiamente significa "castillo de sal".
Imagen de Salzburgo (Austria)
Los soldados recibían en principio una ración de sal común, salarium en latín, algo importante a
la hora de condimentar la comida, y después una cantidad de
dinero equivalente. Ese es el origen de nuestra palabra salario. De ahí que a
cualquier actividad remunerada se la denomine trabajo asalariado. Palabra culta que siguió evolucionando con metátesis de la -i-, es decir, con
cambio de posición, a salairo, y resultó finalmente
salero, que es el nombre del recipiente donde se guarda la sal, pero que
también significa en nuestra lengua “gracia”,
y por eso se dice de alguien que tiene mucho salero, es decir, que
resulta muy salado, gracioso o saleroso. Recuérdese la canción popular: Eres alta y delgada / como tu madré, / morená y saladá, / como tu madré...
El verbo salar significa aderezar con sal,
de donde resulta la salazón, lo que se hacía para su conservación a
las carnes y pescados. Piénsese, por ejemplo, en el jamón y el bacalao, sin ir
más lejos, por citar dos conocidos ejemplos de conservas. Lo contrario de salar es desalar.
La relación de la sal con la mar salada es obvia. Del mar se saca la sal
marina, que se obtiene por evaporación en las salinas, donde se seca y
recoge para su venta. Relacionado con la sal está también el salitre, palabra que nos viene a través
del provenzal y del catalán del latín
salnitrum, es decir, la sustancia salina que lleva nitro, o sea, nitrato
potásico, por lo que resulta una mezcla de nitrato sódico y potásico, que suele
aflorar en tierras y paredes y ennegrecerlas.
Trabajo asalariado en una salina
Muchos alimentos agradecen su
nombre a la sal, por ejemplo el
italiano salami o la salchicha, que no es otra cosa que
carne –chichi o chicha, en lenguaje infantil- salada
y el salchichón, que es su aumentativo y el nombre del embutido
de jamón, tocino y pimienta en grano, prensado y curado, que se come crudo. También
el salpicón podría ser un derivado de
sal, y salpicar sería espolvorear
con sal, pero se discute esta
etimología.
Igualmente la salsa y todas las salsas están aderezadas con sal, lo mismo que la ensalada y la ensaladilla
rusa. Se llama salmuera, del latín sal muria, al agua cargada de sal o al
agua que sueltan las cosas saladas, y también a la salsa que se prepara con
sal y otros condimentos para salar alimentos. Y de ahí el salmorejo, o sea, la salsa compuesta de agua, vinagre y aceite, que
se salpimienta, es decir, a la que se
le echa sal y pimienta.
Salsus es el participio del verbo sallere “salar, echar sal”, por lo
tanto significa salado, y lo que no tiene sal o tiene poca sal resulta insulso, es decir, in-salso: no salado, con el prefijo negativo in-.
Y es que de ahí nos viene nuestra palabra soso, por la vía del portugués “ensoso”, del latín culto INSULSUS o mejor quizá
del vulgar INSALSUS, que es lo mismo, con pérdida de la sílaba “en-” inicial y olvido de su valor negativo y del origen
etimológico de la palabra.
De lo que no cabe duda es de la relación de la palabra latina SAL SALIS con la griega HALS HALÓS, porque es muy frecuente que donde el latín presenta una S- inicial el griego tenga una aspiración, lo que se debe al origen común indoeuropeo de ambas lenguas (por ejemplo el super latino, frente al hypér griego o el sub frente al hypó). En griego HALS significa “sal” y “mar”, de esta raíz proceden los helenismos que comienzan por halo- en castellano, como halófilo (filo es amigo); halófilas son las plantas que aman la sal y que por lo tanto nacen en terrenos donde abunda dicho elemento; halógeno, que significa por su origen que produce sal, y que utilizamos cuando hablamos de lámparas o bombillas halógenas, que contienen sales químicas que producen una luz blanca y brillante.
Muy interesante.
ResponderEliminarGracias.
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