Calistó, a pesar de ser la hija del rey
Licaón, una princesa, no vivía en palacio: era una ninfa virgen de
los bosques, consagrada a la caza, que formaba parte del cortejo de
Diana. Su nombre del que mantengo la acentuación aguda original significa Bellísima en griego, por lo que hemos de
suponer que era de una gran belleza. Las ninfas que acompañan a la
diosa de la caza y de la Luna que es Diana han hecho un voto de
castidad que las mantiene apartadas de los varones y del rol que
destina a las mujeres a la familia y la maternidad en el seno de la
sociedad patriarcal: más próximas a las amazonas que a una matrona
romana, viven en la naturaleza, al aire libre, lejos de la ciudad y del ámbito
doméstico, y se dedican a la caza, alejadas de las labores del hogar
que se consideran propias de su sexo.
El poeta Ovidio en el libro II de sus Metamorfosis, relata la historia de Calistó (vv. 401-532). Júpiter repara enseguida en su belleza y se da cuenta de que no era su oficio cardar la lana ni arreglarse el pelo como las mujeres que solía seducir (non erat huius opus lanam mollire trahendo / nec positu uariare comas), sino que "miles erat Phoebes" pertenecía al ejército de Febe, o sea, de Diana, la hermana gemela de Febo o Apolo.
El poeta Ovidio en el libro II de sus Metamorfosis, relata la historia de Calistó (vv. 401-532). Júpiter repara enseguida en su belleza y se da cuenta de que no era su oficio cardar la lana ni arreglarse el pelo como las mujeres que solía seducir (non erat huius opus lanam mollire trahendo / nec positu uariare comas), sino que "miles erat Phoebes" pertenecía al ejército de Febe, o sea, de Diana, la hermana gemela de Febo o Apolo.
Júpiter la vio un día y se enamoró enseguida
de ella, como nos cuenta Higino, en su De Astronomia.
Para seducir a una doncella que rechaza a los hombres, Júpiter
adopta la forma de la diosa Diana, y decide acompañar a la ninfa en
una cacería como ayudante, ocasión que aprovecha para apartándola
de la vista de sus compañeras tomarla por la fuerza. La historia
tiene un indudable trasfondo lésbico de amor entre mujeres. Calistó
rechazaría a Júpiter como prototipo masculino, pero no a su hija
Diana, por lo que aquél decide tomar el aspecto de Diana para
acercarse a la bellísima ninfa, y aprovecharse de ella.. Para
mantener una relación sexual con ella, adoptó la figura femenina,
sabedor como era de que su hija Diana y sus ninfas, entre las que
estaba Calistó, rehuían a los hombres. Seducida por la femenina
apariencia del dios, Calistó accedió a su reclamo y quedó
embarazada.
Cuando
se descubre con ocasión del baño de las ninfas que Calistó está
embarazada, la diosa que rechaza a los varones y el papel que la
sociedad le otorga a la mujer le pide explicaciones a su acólita de
su preñez, y ella le reprocha que lo abultado de su
vientre es culpa de ella (illius
peccato id evenisse dixit). Diana
castiga a la ninfa convirtiéndola en una osa, que preñada vagará
por los montes errante y sola como el animal salvaje que ha llegado a ser, y acabará dando a luz a Árcade, que
se convertirá en el héroe epónimo de los arcadios.
Perseguida la osa años después por
unos cazadores, entre los que quizá estaba su hijo Árcade, sin
saberlo, será capturada
y llevada ante el rey Licaón -bajo cuyo nombre propio se encuentra el nombre común del lobo en griego, lykos-, que no reconoce a su hija, y ella se
refugiará en el templo de Júpiter Liceo -o Lobuno-, ignorando que
estaba prohibido penetrar en su recinto sagrado. Su
hijo la siguió instintivamente, según cuenta Higino. No se podía entrar en dicho
santuario bajo pena de muerte. Tanto la madre como el hijo han
entrado, por lo que deben ser ejecutados. Pero
justamente allí encontrarán ambos la protección divina
que buscaban, pues cuando los arcadios se disponían a darles muerte,
Júpiter, sin embargo, recordando su culpa, se apiadará
de ambos, y, no pudiendo deshacer la metamorfosis sufrida por
Calistó, la catasterizará, es decir, la colocará como la osa que es entre los astros y estrellas del firmamento, convirtiéndola
en la constelación de la Osa Mayor, y a su hijo, el héroe Árcade,
lo convertirá en Artofílace, es decir, en el Guardián de la Osa.
Algunos pintores se han servido de este mito para
insinuar y representar los amores femeninos entre mujeres. Es el caso de, por ejemplo, de François Boucher, que representa a Júpiter transformado en su hija Diana, figura de la derecha
-nótese la media luna sobre la frente de la diosa-, cortejando a
Calistó. Los amores -esos putti o Cupidos juguetones y alados- nos
sugieren el trasfondo erótico de la romántica escena, en la que el
arco y las flechas yacen por los suelos.
Júpiter y Calisto, de François Boucher (1744)
El mismo pintor trató el tema del amor lésbico de un modo más explícito en esta otra obra:
Otro tratamiento, muy parecido, es el de Jacopo Amigoni (1682-1752), que representa a Calisto semidesnuda, y a Júpiter-Diana a la derecha con la media luna sobre la frente. Al arco y las flechas de ambas se suman los perros de caza.
Júpiter disfrazado de Diana y la ninfa Calisto, François Boucher ( 1757)
Otro tratamiento, muy parecido, es el de Jacopo Amigoni (1682-1752), que representa a Calisto semidesnuda, y a Júpiter-Diana a la derecha con la media luna sobre la frente. Al arco y las flechas de ambas se suman los perros de caza.
Júpiter y Calisto, Jacopo Amigoni
El tratamiento que hace Rubens del tema es diferente. Rubens se centra en el personaje de Calisto, a la que presenta completamente desnuda y blanca en primer plano, quedando Diana en segundo término, y como trasfondo el águila y los rayos jupeterinos que evocan el carácter predador y violento del dios.
Diana y Calisto, Rubens (ca.1635)
Más explícito a la hora de tratar el amor lésbico, Nicolas-René Jollain (1732-1804), nos presenta a ambos personajes desnudas, acariciándose y besándose. La figura de la izquierda -media luna sobre su cabeza- es Diana, y la de la derecha, toda sensualidad y erotismo, la ninfa Calistó.
Diana y Calisto, Nicolas-René Jollain (1770)
Jean-Honoré Fragonard presenta a Diana y a Calistó abrazándose amablemente a la luz de la luna -de fondo puede adivinarse la silueta del águila que simboliza al dios que se encarna en Diana.
El tratamiento más moderno que conozco es el de la pintora impresionista Berthe Morisot, que basándose en un cuadro de Boucheer sobre el mismo tema, pintó este sugerente lienzo:
Júpiter y Calisto según cuadro de Boucher, Berthe Morisot (1841-1895)
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