El "uiuamus, mea Lesbia, atque amemus", el poema más eufórico de Catulo, y que constituye una invitación a vivir la vida y a hacer el amor, se convierte en este otro poema en estrofas sáficas, el carmen XI de la colección, en un adios definitivo, en el poema de la ruptura.
Catulo encarga a sus amigos Furio y Aurelio, dispuestos como están a acompañarle a cualquier lugar del mundo como sus fieles sombras, que le digan adiós en nombre suyo a su amada Lesbia (pseudónimo en honor de la poetisa Safo de Lesbos con el que Catulo designaba a su amada Clodia): que viva ella (pero ya no "vivamos") y que le vaya bien con sus trescientos amantes a los que abraza a la vez sin querer de verdad a ninguno, porque el amor de Catulo, que creció como una flor silvestre e inesperada al borde de un camino, ha sido destrozado por el paso de un arado, que la ha tronchado y ajado. He aquí el original latino cantado con el acompañamiento de una lira. De ahí le viene el nombre al género literario de poesía lírica precisamente.
He aquí el texto latino y una versión rítmica en castellano. La estrofa es la sáfica, compuesta de dos endecasílabos sáficos y un tercer verso formado por un endecasílabo sáfico y un adonio de cinco sílabas.
Poema XI de
Catulo
Furi
et Aureli comites Catulli,
siue in extremos penetrabit Indos,
litus ut longe resonante Eoa
siue in extremos penetrabit Indos,
litus ut longe resonante Eoa
tunditur unda,
aequora Nilus,
siue trans altas gradietur Alpes,
Caesaris uisens monimenta magni,
Gallicum Rhenum horribilesque ulti-
mosque Britannos,
omnia haec, quaecumque feret uoluntas
caelitum, temptare simul parati,
pauca nuntiate meae puellae
non bona dicta.
cum suis uiuat ualeatque moechis,
quos simul complexa tenet trecentos,
nullum amans uere, sed identidem omnium
ilia rumpens;
Lesbia, John Reinhard Weguelin (1878)
nec meum respectet, ut ante, amorem,
qui illius culpa cecidit uelut prati
ultimi flos, praetereunte postquam
nec meum respectet, ut ante, amorem,
qui illius culpa cecidit uelut prati
ultimi flos, praetereunte postquam
tactus aratro est.
Furio, Aurelio, cómplices
de Catulo,
tanto si él se adentra en la
India extrema
donde el Índico que a lo
lejos brama
bate la costa,
como en el mar Caspio o la
fina Arabia,
o en los sagas o flechadores
persas,
o en el delta que colorea el
Nilo
septuplicado,
o a través si va de los altos
Alpes
para ver las huellas del magno César,
el Rin gálico y los horribles
y ale-
jados britanos,
todo cuanto la voluntad del
cielo
mande, prestos a soportarlo
juntos,
estas anunciadle a mi amada
nada
buenas palabras:
con sus novios viva y que
bien le vaya,
los trescientos que ella a la
vez abraza
sin querer a nadie, pero y a
todos
desriñonando;
y no cuente ya con mi amor,
como antes,
que por culpa suya se
ajó cual flor al
borde de una campa rozada al
paso
por el arado.
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