No
sé cómo debe hacerse el plural de pokémon(sic):
pokémones, pókemons, pokemones, pokemons, o dejarlo en singular. No
entiendo tampoco la tilde en la e: pokémon, innecesaria en
castellano. Tampoco me explico muy bien esa letra ka en medio de la
palabra. ¿No estaría más acorde con nuestra ortografía castellana
“poquemon”, “póquemon” o “poquemón”, o como quiera que se diga, pero con qu de queso de toda la vida?
Tampoco
sé muy bien qué es eso de un pokémon, la verdad. Al parecer se
trata, por lo que me dicen y leo por ahí, de dibujitos muy infantilones, de los que el primero fue un tal
Pikachu -¡otra vez la kappa griega entrometida!- y ahora se han
reproducido, crecido y multiplicado, hasta la saciedad de los ciento no sé cuántos,
de ahí la necesidad del número plural para hablar de ellos. Uno
de ellos, quizá el más amable, es una especie de conejito amarillo, o algo por el estilo,
con dos mofletes orondos y rojos y las puntas de sus orejas negras.
Al
parecer hay un juego que consiste en salir a la calle a cazarlos,
teléfono inteligente en ristre: son unos monstruos virtuales que
aparecen en la pantalla del móvil y que hay que cazar, por lo que se
nos obliga a permanecer atentos a la pantalla cada vez que aparece uno, confundiéndose la
realidad exterior, que también vemos en nuestro aparato, con la
creada por el teléfono, que nos hace ver engendros de estos -algunos realmente monstruosos- donde no
los hay. Es lo que llaman “realidad ampliada”.
La
dedicación a la caza del bicho logra distraernos del mundo
circundante, despertar en nosotros el instinto predador de la caza,
sacarnos de casa -dicen sus defensores que eso es lo bueno y lo mejor del juego- pero
claro, hay que tener güifi incorporada (wifi en la lengua del
imperio, que se pronuncia, guayfay, por cierto y no güifi).
La caverna de Platón
Es
lo que nos faltaba en este verano del año del señor de 2016: la
gilipollez cinegética generalizada de la caza del poquemon. El juego
“Pokémon go” promueve, además, según han dictaminado los más
alarmistas, instintos primitivos de violencia entre niños,
adolescentes y no tan jóvenes. Lo cierto es que está causando furor
en medio mundo, y se espera su llegada en el otro medio. La casa que
lo ha creado, Nintendo, ganó miles de millones en dos días,
cotizándose sus acciones en la bolsa de Tokio hasta casi el doble de
su valor.
La
OCU, que es el acrónimo la Organización de Consumidores y Usuarios, advierte bienintencionadamente de que al estar pendientes de la pantalla del teléfono
a la vez que andamos por la calle podemos olvidarnos del mundo real
en el que estamos inmersos, es decir, de los coches, los semáforos y
otros peligros que pueden ocasionarnos accidentes involuntarios.
Además, la aplicación consume los datos y la batería del aparato a
gran velocidad, lo que puede generar estrés y frustración.
Miles de personas
terminan viviendo en una realidad virtual, falsa. La casa Nintendo
quiere entretenernos como sea, generalizando la diversión para que no seamos
conscientes del aburrimiento general en el que se desenvuelve nuestra
existencia, para que sigamos aburriéndonos sin darnos cuenta, o
creyendo que estamos haciendo algo divertido, guay y cuqui, como es cazar
estos monstruitos.
¿Habrá que agradecerle al menos a dicha casa comercial que nos haya mostrado, sin querer, que la dura y cruda realidad, la cotidiana, es tan falsa como la ampliada y virtual que nos muestran las pantallas de los sedicentes teléfonos inteligentes, y que seguimos inmersos por lo tanto en la caverna de Platón, que ya es el mundo entero, donde las imágenes que vemos, filtradas por la cámara y la pantalla de nuestros móviles, siendo reales, son más falsas y traidoras que Judas iscariote?
¿Habrá que agradecerle al menos a dicha casa comercial que nos haya mostrado, sin querer, que la dura y cruda realidad, la cotidiana, es tan falsa como la ampliada y virtual que nos muestran las pantallas de los sedicentes teléfonos inteligentes, y que seguimos inmersos por lo tanto en la caverna de Platón, que ya es el mundo entero, donde las imágenes que vemos, filtradas por la cámara y la pantalla de nuestros móviles, siendo reales, son más falsas y traidoras que Judas iscariote?
Desde mi humilde opinión creo que, este juego. actúa como un perfecto "idiotizador" para alejar a los jóvenes de la realidad que nos rodea. Asimismo,considero que forma parte de una estrategia manipuladora para encuadrar a la población; niños y adolescentes con Pokémon y adultos y ancianos con placebos insufribles como pueden ser los programas de "Telecirco" o el fútbol.
ResponderEliminarProbablemente esa reflexión suene un poco paranoica pero, desde hace unos años hasta ahora, siento con pesar que, el pensamiento crítico, la duda y el humanismo, se pierden para ser sustituidos por los medios de comunicación o con "placebos" como este juego .
Un saludo, Amaiur.
Totalmente de acuerdo. Gracias por el comentario.
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