Aunque
no lo parezca a primera vista la expresión "matica de ruda" es castellano, castellano viejo, o, mejor dicho,
sefardí o ladino, es decir, judeoespañol: la lengua que hablaban
los judíos que fueron expulsados de la península ibérica. Matica es el diminutivo de "mata", esto es, "rama", y "ruda" es el nombre de una planta, no es la forma femenina singular del adjetivo "rudo".
Se llama sefardí a esta lengua porque Sepharad era el topónimo hebreo de nuestra península, y ladino porque es una evolución de LATINVM. Este topónimo significaba relativo al LATIVM, la región de Italia central que nosotros llamamos el Lacio y los italianos Lazio, donde se enclavaba Roma, la capital. Por la vía culta o escrita evoluciona, tras la apócope de la /m/ final y la apertura de la /u/ en /o/ a LATINO y como palabra patrimonial LADINO, con la sonorización de la oclusiva dental sorda. Este LADINO tiene básicamente dos acepciones según el DLE de la RAE: en primer lugar, persona astuta, sagaz, taimada, por aquello elitista de que “sabe hasta latín”, y, aquello otro más sexista de "mujer que sabe latín, ni marido ni buen fin", y la segunda acepción sería lengua derivada del latín, ya sea el retorrománico que se habla en el Tirol meridional, o ya sea el judeoespañol, que es la lengua que hablaban las comunidades sefardíes en Israel, Asia Menor, el norte de África y los Balcanes, que conserva muchos rasgos del castellano de antes del siglo XVI en que fueron expulsados de España.
El romance presenta dos diminutivos en -ico: matica, diminutivo de mata o sea ramillete, y mancevico, de mancebo, diminutivo que hoy es característico del aragonés, de Navarra y la Rioja, de la Mancha, de la región de Murcia y de la comunidad Valenciana occidental donde se habla castellano y no valenciano, así como de la zona oriental de Andalucía. Otras versiones, según la procedencia oral del romance, formulan el verso “una matica de ruda” como “una ramica de ruda” o “esta ramica de ruda”. En ambos casos aparece el diminutivo en -ica (de mata y de rama).
Se llama sefardí a esta lengua porque Sepharad era el topónimo hebreo de nuestra península, y ladino porque es una evolución de LATINVM. Este topónimo significaba relativo al LATIVM, la región de Italia central que nosotros llamamos el Lacio y los italianos Lazio, donde se enclavaba Roma, la capital. Por la vía culta o escrita evoluciona, tras la apócope de la /m/ final y la apertura de la /u/ en /o/ a LATINO y como palabra patrimonial LADINO, con la sonorización de la oclusiva dental sorda. Este LADINO tiene básicamente dos acepciones según el DLE de la RAE: en primer lugar, persona astuta, sagaz, taimada, por aquello elitista de que “sabe hasta latín”, y, aquello otro más sexista de "mujer que sabe latín, ni marido ni buen fin", y la segunda acepción sería lengua derivada del latín, ya sea el retorrománico que se habla en el Tirol meridional, o ya sea el judeoespañol, que es la lengua que hablaban las comunidades sefardíes en Israel, Asia Menor, el norte de África y los Balcanes, que conserva muchos rasgos del castellano de antes del siglo XVI en que fueron expulsados de España.
El romance presenta dos diminutivos en -ico: matica, diminutivo de mata o sea ramillete, y mancevico, de mancebo, diminutivo que hoy es característico del aragonés, de Navarra y la Rioja, de la Mancha, de la región de Murcia y de la comunidad Valenciana occidental donde se habla castellano y no valenciano, así como de la zona oriental de Andalucía. Otras versiones, según la procedencia oral del romance, formulan el verso “una matica de ruda” como “una ramica de ruda” o “esta ramica de ruda”. En ambos casos aparece el diminutivo en -ica (de mata y de rama).
Una ramita de ruda
El tema de la cantiga es un diálogo entre una madre y una hija a la que
un muchacho le ha regalado un ramillete de ruda, que es una planta de
hojas verdes y flores amarillas, como testimonio y recompensa por su amor. La
madre le reprocha que ande con un amante y que no se case, argumentando que vale más un mal marido (y ser por lo tanto una malcasada) que un mancebo en el amor (o que
un nuevo amor, en otra versión): es decir, la madre le dice a la hija que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, lo cual es mentira. La hija, por su parte, le contesta a
la madre que el mal marido es el pilisco (probablemente pellizco, en
otras versiones el palo, en todo caso los malos tratos) y la maldición,
mientras que el mancebo se asocia con la manzana y el limón.
Hay algunas peculiaridades en la pronunciacion, como la inexistencia de los fonemas /z/ y /j /, que se pronuncian más suaves que en español contemporáneo, atención a la pronunciación de “hija” y de "mancevico", "mancevo", "perdición", "maldición" y “manzana”, al oír la canción que interpreta la estupenda voz de la cantante israelí Esther Ofarim, pero por lo demás se entiende bastante bien.
Hay algunas peculiaridades en la pronunciacion, como la inexistencia de los fonemas /z/ y /j /, que se pronuncian más suaves que en español contemporáneo, atención a la pronunciación de “hija” y de "mancevico", "mancevo", "perdición", "maldición" y “manzana”, al oír la canción que interpreta la estupenda voz de la cantante israelí Esther Ofarim, pero por lo demás se entiende bastante bien.
Una
matica de ruda,
Una matica de flor
Me la dio un mancevico
Que de mi se enamoró
Hija mía, mi querida
No te eches a perdición
Más vale un mal marido
Que un mancevo de amor
Mal marido, la mi madre
El pilisco y la maldicion
Mancevo de amor, la mi madre
La mançana y el buen limón.
Una matica de flor
Me la dio un mancevico
Que de mi se enamoró
Hija mía, mi querida
No te eches a perdición
Más vale un mal marido
Que un mancevo de amor
Mal marido, la mi madre
El pilisco y la maldicion
Mancevo de amor, la mi madre
La mançana y el buen limón.
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