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Lectura
del santo evangelio según san Pablo.
Escribe
el apóstol dos epístolas a los de Tesalónica que, aunque fieles a la fe,
estaban preocupados por el anuncio de la próxima venida del Señor y el inminente
fin del mundo y consiguiente juicio final. Esto fomentaba la haraganería, por
lo que el apóstol les sale al paso diciéndoles que se retrasa la anunciada
parusía, y les habla de la necesidad de trabajar sin preocuparse demasiado de
un acontecimiento que todavía no es inminente: la espera es larga, les dice, y
hay que procurarse el sustento del alimento con el trabajo sin hacer cábalas que fomenten la
holgazanería. “... el que no quiere trabajar que no coma”. (2 Tesalonicenses 3,
10). El apóstol que había helenizado el mensaje nacionalista judío de Jesús
haciéndolo universal, esto es, católico, introducía así ahora la ética judía
del amor al trabajo en el espíritu griego, ajeno a él, de las comunidades helénicas por él
cristianizadas.
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Una
perla de El Diálogo de la Lengua de don Juan de Valdés.
MARCIO
¿Pero de los nombres latinos cabeçados en ex-, como excelencia, experiencia,
etc., no querréis que quitemos la x?
VALDÉS Yo siempre la quito, porque no la pronuncio, y pongo en su lugar s, que es muy
anexa a la lengua castellana; esto hago con perdón de la lengua latina, porque
quando me pongo a escrivir en castellano no es mi intento conformarme con el
latín, sino esplicar el conceto de mi ánimo de tal manera que, si fuere
possible, qualquier persona que entienda el castellano alcance bien lo que
quiero dezir.
TORRES Para deziros verdad, esto se me haze un poco durillo.
VALDÉS ¿Por qué?
TORRES Porque yo no sé con qué autoridad queréis vos quitar del vocablo latino la x y
poner en su lugar la s.
VALDÉS ¿Qué más autoridad queréis que el uso de la pronunciación?
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De
la perversa inversión del lenguaje políticamente correcto
JOB
SHARING: El lenguaje políticamente correcto nos viene dado muchas veces en la
lengua del Imperio, que parece más elegante que la nuestra porque no se
entiende muy bien a primera vista lo que quiere decir. Pasa lo mismo con la
música supuestamente popular: las letras en inglés, parecen más interesantes y
menos anodinas de lo que son en realidad, baby... Así, por ejemplo, trabajar a
media jornada lo llaman job sharing, es decir trabajo que se comparte con otra
persona... y, por supuesto, salario mínimo también compartido, que, no hace
falta decirlo, es la mitad de un sueldo normal, por lo que no te llega ni a
mitad de mes.
EMOTIONAL
SALARY: Aunque el dinero no lo es todo, su pretensión totalitaria sin embargo
es llegar a alcanzar la omnipotencia de Dios, al que ha sustituido. Y como no
nos lo dan gratis, sino a cambio de la venta de nuestra capacidad de hacer
cosas o fuerza de trabajo en terminología marxista, no contentos con hacernos
ganar el pan con el sudor de nuestra frente prostituida, como mandan la Biblia
y san Pablo a los tesalonicenses, nuestros pagadores nos retribuyen con la
especie del “salario emocional”, no con un sueldo digno, es decir,
generosamente elevado, sino con el reconocimiento de nuestra inestimable labor,
una sonrisa de agradecimiento por el trabajo bien hecho, una palmadita en la
espalda y unas palabras de ánimo..., todo lo que pueda servir como coartada
para ahorrarse la pasta, la soldada mercenaria propiamente dicha, capitalizando
los sentimientos y emociones, es decir, el amor, para pagarnos con él, una vez
convertido en sucedáneo del capital.
COLIVING: Muchos jóvenes que quieren independizarse de sus familias se ven obligados a compartir piso con otras personas, como los estudiantes, más allá de los treinta años, porque así el alquiler resulta más barato, y como no tienen un sueldo suficiente porque trabajan a media jornada (job sharing) y porque les pagan las numerosas horas extras con salario emocional cuando en el mejor de los casos se las pagan (emotional salary), lo llaman convivencia, pero para que no se vea el sarcasmo expresivo, lo dicen, manda güebos, en inglés, que resulta más in y más fashionable, y así se entiende un poco menos.
CHECK-UP:
Hacerse un chequeo, expresión que ha ingresado en nuestro diccionario y en
tantos otros, habida cuenta de la influencia de la lengua anglosajona del
Imperio en las demás, es hacerse un reconocimiento médico general, es decir,
como decía Iván Illich, convertirse en paciente sin estar enfermo. Lo que no
deja de ser, en términos ajedrecísticos, un “Jaque al Rey”, un aviso del
peligro que corre nuestra salud si se chequea. Y es que la etimología de la
palabra “jaque” nos remonta, parece mentira, hasta el Sha del Irán. La palabra
Sha, en efecto, fonéticamente /šāh/, significa “rey” en persa, y, a través del
latín medieval “scaccus” pasó al francés antiguo “eschec”, para referirse al
juego real, que era el ajedrez, y de ahí al inglés medieval “check”, de donde
el check-in, el check-out y el check-up de marras. Los jugadores, en efecto, de
ajedrez, muy educados, avisan cada vez que el Rey corre peligro diciendo:
Jaque, o, lo que es lo mismo, ¡Rey! En castellano adoptamos la variante “escaque”
que, entrada en 1283, designó al ajedrez, después sus casillas y finalmente una
cuadricula cualquiera, y de ahí nos han venido el verbo escaquearse, que es cambiar
de casilla... Pero de la lengua del Imperio nos han venido también los cheques,
que no dejan de ser comprobaciones de nuestra cuenta corriente: el empleado del
banco chequea la firma y coteja cuidadosamente que la del talón coincida con la
del depositario, registrada en la entidad, y luego comprueba si tenemos fondos
efectivos, es decir, si nuestra cuenta corriente goza de buena salud.
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La
identificación con el trabajo constituye una forma de alienación cada vez más
frecuente ya que implica identificarse con la explotación que, finalmente, se
convierte en autoexplotación voluntaria. La alienación consiste en fusionar una
pasión que es fuente de algún tipo de satisfacción con el trabajo asalariado,
que es explotación económica, lo que inevitablemente conduce a la persona a
amar su explotación en tanto en cuanto le reporta una satisfacción en el
terreno moral que en muchas ocasiones le permite sentirse realizada en su vida
sacrificada en el altar del trabajo asalariado. El fundador de Apple Steve
Jobs, en su célebre discurso en la universidad de Standford, venía a decir, con
otras palabras esto mismo: Trabaja en lo que te guste para que te guste tu
trabajo y sea la fuente de la que mane tu felicidad. Es decir: Esclavízate de
algo que te guste para que te guste tu esclavitud. ¿Qué nos prometen a cambio
de nuestra sumisión? Lo de siempre: La esperanza de una vida futura, es decir,
siempre pospuesta para el día de mañana que, por definición, nunca llega: la
tierra prometida de un futuro mejor que no acaba de llegar, siempre por venir.
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