lunes, 3 de septiembre de 2018

Soltando cabos sueltos (y 3)

In memoriam Isabel Escudero (1944-2017)
Hoy la censura ha cambiado / el no de lo prohibido / por el sí de lo mandado.

Una plegaria 
Un creyente se arrodilla y le pide a Dios misericordioso (o a Jehová o a Alá; cada feligrés puede poner aquí el nombre propio de su Dios correspondiente, porque igual da uno que otro ya que al fin y a la postre todos son el mismo) con lágrimas en los ojos y mucho fervor religioso: “Señor todopoderoso, ¡haz que desparezca todo lo malo que hay en mí y que me hace tan infeliz!” El Señor oyó y escuchó su plegaria desde lo alto, y el creyente... ¡desapareció!


Pereat Academia! Pereant Professores! 


No conozco, mea culpa, mea maxima culpa, ni el pensamiento ni la obra del escritor y filósofo ruso Alexander Herzen (1812-1870) pero buscando en la Red la letra del Gaudeamus igitur a la contra que escribió Agustín García Calvo, me encuentro con que en una biografía de Herzen escrita por Aileen M. Kelly (The Discovery of Chance, Harvard University Press, 2016, Cambridge, Massachusetts) se cuenta que, recién graduado por la Universidad de Moscú escribió en 1833: Pereat Academia! Pereant Professores!, parodiando y contradiciendo los canturreados versos del Gaudeamus que hacen la pelota infame al mundo académico: Vivat Academia! Vivant professores!



Sugerencia de un alumno

Supongo que quizá se le haya ocurrido alguna vez a alguien, a más de uno a buen seguro, pero a mí, desde luego, no se me había pasado por la cabeza, y no me parece desde luego ningún disparate, sino todo lo contrario, relacionar el mito clásico de Pigmalión de Ovidio, no ya con la obra de teatro de Bernard Shaw del mismo título, que es evidente, sobre la que se basó la película de George Cukor de 1964 My fair lady, versión musical de otra inglesa más antigua de los años treinta, sino con el entrañable Pinocho de Collodi.


Otra perla del Diálogo de la lengua de don Juan de Valdés

...Todavía es mi opinión que la iñorancia de la lengua latina, que los tiempos passados ha avido en España, ha sido muy principal causa para la negligencia que avemos tenido en el escrivir bien la lengua castellana. 


Cada uno tiene su opinión

La democracia, este régimen desarrollado en que hemos venido a parar como si fuera el final de los tiempos, se sustenta en la idea de que cada cual tiene su opinión, cuando todo el mundo sabe que son las opiniones las que, construidas desde arriba, tienen a cada cual, se apoderan de nosotros y nos hacen suyos subyugándonos, y enrevesándonos la cosa al hacernos creer que somos nosotros los que las tenemos a ellas. 

La lengua suelta y fuera de regla
Nebrija era consciente de que antes de escribir él su gramática, que es la primera que se escribió en castellano y en una lengua europea moderna, publicada en 1482, el año en que se descubrió América y se echó a los moros de España, la lengua “anduvo suelta y fuera de toda regla”, por lo que había recibido “en pocos siglos muchas mudanzas”. Aspiraba el gramático a meterla en cintura y ponerle sujeción, para que anduviera a partir de entonces regulada y no sufriera tantos cambios y desmanes, bajo la corona de la católica reina. Pretendía Nebrija la uniformización de una lengua viva y de expresión oral en beneficio de su forma escrita. Ofrece el gramático a su majestad la católica reina una gramática, un arma desconocida y aliada del Imperio: herramienta de conquista en las recién descubiertas Américas, que servirá para acabar con la lengua suelta y fuera de regla del pueblo. Desde entonces son necesarios los maestros y profesores de lengua y literatura castellanas: la gente no puede aprender a leer y a escribir por su propia lengua, como ha aprendido a hablar, sin un profesional que le enseñe, por lo que la lengua de Castilla, dotada de su gramática, pasó a enseñarse como tradicionalmente se enseñaba el latín a los estudiantes. 

Txoria txori

A comienzos del año en curso nos dejaba el poeta vasco Joxean Artze (1939-2018) autor de uno de los poemas más bellos dentro de la brevedad que conozco, que se ha convertido en poesía popular, porque acierta a formular con muy pocas palabras esas cosas que todos sentimos y pensamos y no logramos a veces expresar con nuestras palabras: Txoria txori, en eusquera o, lo que es lo mismo, Pájaro, pajarito, que Mikel Laboa musicó y otros muchos han cantado, como por ejemplo, recientemente Anne Etchegoyen, que tituló su versión “Hegoak” (Las alas), por ser la palabra con la que se abre el poema; Hegoak ebaki banizkio / nerea izango zen, / ez zuen alde egingo. ( Si le hubiera cortado las alas / habría sido mío, / no se me habría escapado). Bainan, honela / ez zen gehiago txoria izango. (Pero así, / habría dejado de ser pájaro) Eta nik... / txoria nuen maite (Y yo... / yo lo que amaba era el pájaro). 
Las palabras pronunciadas se las lleva el viento, su naturaleza es volar por los aires o en el recuerdo de nuestra memoria como si fueran mariposas, mientras que si las escribimos paralizamos su vuelo, dejarán de revolotear en torno nuestro, como si hubiéramos tomado una fotografía. La mariposa que volaba ha sido ahora disecada, atravesada con un alfiler entomológico y clavada en un corcho y guardada en una vitrina con una bolita de alcanfor o naftalina a fin de inmortalizarla dándole paradójicamente la muerte.

Del demonio de Sócrates
Si algo se sabe de Sócrates con certeza es que no sabía gran cosa ni con certeza: o como él dice en su discurso de defensa ante los jueces que acabaron condenándolo a muerte “que, no sabiendo de las cosas del Hades, así mismo reconozco que no lo sé”. Sólo una creencia positiva aparece en Sócrates: el daimon o demonio, aquella voz que se hacía oír para avisarle a veces. Pero justamente el daimon es un demonio esencialmente negativo; “cuando sobreviene, me hace siempre señal de apartarme de lo que vaya a hacer, pero a hacer no me incita nunca”. Ese duende o genio divino que lo acompañó que era niño desanimó a Sócrates de escribir. Y en cambio, su vida, sus desenseñanzas o desengaños y su condena a muerte por un tribunal democrático provocaron el nacimiento de un género literario nuevo al que pertenecen, entre otros perdidos, los diálogos de Platón y Jenofonte.



De identitate
La identidad ya sea nacional, ya sea individual es la superstición moderna más poderosa que hay, un fetichismo en el sentido etimológico de la palabra: el término fetiche igual que hechizo, el primero a través del francés fétiche, proceden del latín facticium, que significa artificial, inventado, imitativo, hecho adrede-, y en el doble significado de culto irracional a seres o entidades sobrenaturales y admiración exagerada hacia algo a lo que se le otorgan unas virtudes extraordinarias que a todas luces no posee.

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