Vamos a sacar pecho,
como suele decirse, para diseccionar la anatomía de la palabra pecho, precisamente, y sus derivados y compuestos. Procede, como se sabe, del latín PECTUS PECTORIS, sustantivo de género neutro. Notamos, lo primero de
todo, que en las lenguas hermanas pasa a ser masculino (salvo en
francés, donde es femenino). Así tenemos peitto
en gallego y en portugués, pit en
catalán, petto en italiano, piept en rumano, peitz, pietz y pech, en provenzal, la lengua de los
trovadores, y en la lengua de Molière poitrine,
término que deriva de una forma popular PECTORINA, procedente de la raíz PECTOR-, que ha sufrido el
rotacismo o conversión de la /s/ silbante en /r/ al quedar entre vocales.
Repasemos algunas expresiones populares castellanas
donde aparece la palabra “pecho”,
como, por ejemplo, el castizo refrán “a lo hecho, pecho”,
donde pecho está
por ánimo, lo que quiere decir que hay que afrontar los hechos con
responsabilidad y alegría, encararlos y no darles la espalda. Tomarse las cosas
muy a pecho, sin embargo, denota no
sólo interés y empeño, sino también una actitud tremebunda, pues si nos tomamos las cosas demasiado a pecho podemos llegar a indignarnos demasiado por nimiedades. Otra expresión muy popular es “entre pecho y espalda”, sinónima de “en el
estómago”, en frases como “se metió entre pecho
y espalda un cocido lebaniego con toda la sopa y todo el compango”. También puede uno pegarse una pechada de algo, lo que sería algo así como un empacho, un atracón o un gran esfuerzo.
Es conocida la expresión “ser hombre de pelo en pecho” que indicaba que un hombre era muy
varonil en una época en que no estaba extendida la depilación masculina y era
proverbial aquello de “el hombre y el oso cuanto más feo, más hermoso”. Se ha
popularizado últimamente la expresión “pecho
lobo” para eso mismo, para decir que un hombre tiene vello en el pecho o para ridiculizarlo si no lo
tiene. Ir a pecho descubierto es
otra expresión que significa ir sin armas defensivas ni una coraza que nos proteja. La palabra en plural es sinónimo de tetas o mamas, como en “criar un niño a los pechos”,
pero también en singular en “dar el pecho”.
En cuanto a los derivados, cojamos la palabra por la pechera, que es la parte de la camisa y
otras prendas que cubre el pecho, o
cualquier lienzo o paño con que se abriga éste, y veamos que con ella nos tapamos
la pechuga, que además de ser el pecho de las aves dividido en dos, es,
coloquialmente, el pecho humano. Y
de esta palabra viene el vocablo apechugar,
que significa empujar con el pecho,
pero también coloquialmente apechar o sea afrontar, como en la manida frase “hay que apechugar con las consecuencias”.
Y es que apechar es cargar, por
ejemplo, con las responsabilidades,
hacerles frente, encararlas, y no darles la espalda.
Entre los compuestos, tenemos antepecho que entre sus varios significados, es un pretil o baranda que se coloca para
poder asomarse en las alturas sin peligro de caer. Por cierto que pretil, la palabra utilizada
en la definición, es un derivado de PECTORILE, que, como se ve, procede
también de PECTUS PECTORIS.
Otro compuesto es repecho,
donde el prefijo re- tiene un sentido de oposición, y por lo tanto sugiere que algo, generalmente una dificultad, se le pone al pecho por delante, por lo que se suele denomianr así a
una cuesta bastante pendiente, como muy bien saben los ciclistas. Así en esta
declaración de Contador, uno de los más notables, por ejemplo: "Teniendo en cuenta que era un repecho de 1,8 km, he hecho un gran trabajo".
Cultismos de la raíz PECTOR son los pectorales, como se denominan los músculos
del pecho, y el verbo expectorar, que propiamente significa expulsar las flemas y
secreciones acumuladas en el pecho.
El pechicolorado,
pechirrojo o petirrojo, que de las tres formas se puede decir, es un pájaro
con el pecho de color rojo vivo, como su nombre indica.
A través del italiano petto, nos viene, con simplificación de las dos consonantes iguales y seguidas, peto, que era la armadura del pecho (la coraza estaba compuesta de peto y espaldar) pero también una prenda sin más que cubre
el pecho, y los compuestos parapetar y parapeto, que evoca el muro o baranda que sirve para evitar
caídas en escaleras y puentes, pero también el terraplén que en las trincheras
protege el pecho de los soldados.
Pero el derivado más curioso, tanto que parece
difícil a primera vista de relacionar con esta parte del cuerpo, es la palabra
“apretar”, que procede de appectorare, que
en principios significaba “arrimar algo al pecho y estrecharlo”. Appectorare evoluciona de la
siguiente manera: appectorar, por
apócope de /e/ final en los infinitivos; apectorar, tras la simplificación de geminadas; apetorar, por la asimilación de /c/ a
/t/ y posterior simplificación de las dos /t/; apetrar, por síncopa de la
/o/ pretónica, y finalmente apretar, por metátesis del sonido /r/. Y de ahí vienen todos nuestros aprietos y apretones que tanto nos apretujan. Y también, claro está, el
adjetivo prieto, con el significado
de apretado y espeso.
No todas las palabras que acaban en -pecho, sin
embargo, proceden de PECTUS y tienen algo que ver con esa parte de nuestra anatomía de la que estamos tratando, como podría parecer a primera vista. Un ejemplo muy claro es despecho, que, aunque puede ser un sinónimo
coloquial de “destete”, este uso está ya muy restringido en español oficial
contemporáneo. En la acepción más extendida, despecho significa desprecio o menosprecio, como se ve en las
locuciones a despecho de (a pesar de)
o cuando decimos obrar por despecho. Procede del participio latino DESPECTUS, del verbo DE-SPICERE,
que propiamente significa mirar algo desde arriba y de ahí mirar por encima
del hombro y por lo tanto desdeñar, como se ve en el cultismo despectivo. Este DESPECTUS está relacionado con RESPECTUS, del verbo RE-SPICERE, que quiere decir mirar hacia atrás, volver a mirar, lo que implica una actitud de cierta consideración y respeto, donde el grupo /ct/ sigue otra evolución: no palataliza en /ch/ sino que el sonido /c/ se asimila a /t/ y posteriormente se simplifica, por lo que desemboca en respeto, es decir, en miramiento, como cuando campa alguien por sus respetos, aunque, por la vía culta, siempre conservadora porque es la vía escrita, se mantenga el grupo en respectivo; y también con ADSPECTUS, del verbo AD-SPICERE mirar hacia, admirar, donde se ha conservado el grupo /ct/, como en aspecto, que es sinónimo de apariencia, y en PROSPECTUS, de PRO-SPICERE, mirar antes, examinar algo con vistas al futuro, y en SU-SPECTUS, de SUB-SCIPERE, propiamente mirar por debajo de las apariencias de una realidad dada lo supuestamente oculto, de donde vienen nuestra sospechas y suspicacias.
Nos encontramos en el campo semántico de *SPICERE, reforzado en época clásica por el frecuentativo SPECTARE, que es el verbo latente, el verbo "mirar": de ahí espectador, especie, espécimen, espejo y espectro, circunspección o cuidado cuando miramos a nuestro alrededor, prospección, cuando miramos hacia delante, inspeccción, cuando miramos hacia adentro, y expectativa, cuando miramos con esperanza hacia afuera; estamos ante el verbo que caracteriza a nuestra sociedad, la sociedad del espectáculo, como bien supo ver el llorado Guy Debord, padre del situacionismo, y ante la sociedad de las muchas expectativas o miras puestas en un futuro esperanzador, pero nos estamos alejando mucho de la parte de nuestra anatomía donde habíamos puesto nuestras miras.
Nos encontramos en el campo semántico de *SPICERE, reforzado en época clásica por el frecuentativo SPECTARE, que es el verbo latente, el verbo "mirar": de ahí espectador, especie, espécimen, espejo y espectro, circunspección o cuidado cuando miramos a nuestro alrededor, prospección, cuando miramos hacia delante, inspeccción, cuando miramos hacia adentro, y expectativa, cuando miramos con esperanza hacia afuera; estamos ante el verbo que caracteriza a nuestra sociedad, la sociedad del espectáculo, como bien supo ver el llorado Guy Debord, padre del situacionismo, y ante la sociedad de las muchas expectativas o miras puestas en un futuro esperanzador, pero nos estamos alejando mucho de la parte de nuestra anatomía donde habíamos puesto nuestras miras.
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