En
el mundo antiguo hubo mujeres escritoras, y, en concreto, poetas o poetisas, si
se prefiere, como Safó de Lesbos (siglo VIII a. de C.), considerada la décima Musa, que escribió espléndidos poemas de
amor a otras mujeres, científicas y filósofas como Hipacia de Alejandría (siglo
III d. de C.), célebre entre nosotros por la espléndida película que le dedicó
Alejandro Amenábar (Ágora, 2009), que murió a manos de fanáticos cristianos, entre otras menos conocidas, por no citar a las célebres hetairas como Aspasia, la compañera sentimental de Periclés.
Un
artículo de Sofía G., publicado en la revista nihilista Nada, reivindica ahora la
figura de Hiparquia como primera filósofa y por lo tanto antecesora de Hipacia de Alejandría y, sobre todo, como precursora del feminismo crítico, una postura que se rebela contra el papel que la sociedad patriarcal le ha asignado a la mujer, que reproduzco por su interés a continuación:
La
primera feminista de la historia, entiendiéndose feminismo como la crítica y
cuestionamiento de la asignación de roles sociales en base al género y la lucha
contra el patriarcado, no fue ni Christine de Pizan (1364) -como sostenía Simone
de Beauvoir- ni Mary Wollstonecraft (1759); fue Hiparquía (IV a.C.). Hiparquía
fue una perra, única componente femenina de la Secta del Perro y la
escuela de los cínicos griegos, discípula de Diógenes de Sínope y compañera
sentimental de Crates. Además fue ella, y no Hipatia (s. IV-V), la primera
mujer filósofa de la historia.
Lamentablemente
no se conservan en la actualidad ninguna de sus obras. Diógenes Laercio habla
de ella en su famosa obra “Vida de los filósofos más ilustres” (VI,2) dentro
del apartado de Crates, su compañero sentimental, siendo la única mujer citada
como filósofa en toda la obra aunque, qué sorpresa, sin tener un apartado
propio. Gracias al lexicógrafo griego Suidas (s. X) sabemos que escribió al
menos tres obras: Hípotesis filosóficas, Epiqueremas y “Cuestiones sobre
Teodoro el ateo”. Teodoro -filósofo cirenaico- tuvo un encontronazo algo más
que dialéctico con Hiparquía en Atenas. Teodoro no era muy partidario de que
Hiparquía asistiese, por ser mujer, a los banquetes con Crates; según él sólo
las hetairas podían hacerlo. La despreciaba sobre todo porque se dedicó a
la filosofía. Al parecer durante un banquete en casa de Lisímaco, Hiparquía le
dejó en evidencia. Teodoro le preguntó si era ella la que había cambiado la
rueca por la filosofía, a lo que Hiparquía le contestó con una pregunta
retórica si creía él que había hecho mal en dedicarle al estudio lo que por su
condición femenina le hubiese correspondido dedicarle a las tareas domésticas.
Enfadado Teodoro, parece ser que le arrancó la ropa intentando dejarla en
evidencia, pero al igual que una Friné, su desnudez sólo sirvió para justificar
su acción:
A esto nada opuso Teodoro, contentándose con
tirarla de la ropa; pero ella no se asustó ni turbó como mujer, sino que como
Teodoro la dijese: ¿Eres la que dejaste la tela y lanzadera? respondió: «Yo soy, Teodoro: ¿te parece, por ventura, que he mirado poco por mí
en dar a las ciencias el tiempo que había de gastar en la tela?.
Laercio VI
Crates e Hiparquia, filósofos cínicos.
Hiparquía
procedía de una familia acomodada pero pronto abandonó, con 15
años, todas sus riquezas y su poder social heredado para unirse a los
cínicos junto a Crates, viviendo sin propiedades, públicamente. Se
cuenta que Hiparquía y Crates sellaron su amor fornicando en las escaleras de
un portal público, algo muy común entre los cinicos, que solían orinar e
incluso masturbarse en público sin ningún problema basándose en
la anaideia (falta del sentido del ridículo). El discípulo de
Hiparquia y Crates, Zenón de Citio, fue el fundador del Estoicismo, corriente
que abogaba por la igualdad de sexos y el amor libre.
Hiparquía
rechazó la cultura oficial ateniense que recluía, excluía y subordinaba a la
mujer, expulsándola del espacio público, tanto cultural, política como
sociológicamente. Participaba de la vida pública y tenia “visibilidad”, frente
a la “invisibilidad” femenina del momento. Desafió con su comportamiento
público, su rechazo a la oikonomía y con su interés intelectual, a
una sociedad patriarcal, machista y misógina.
Excelente, Guillermo, y muy interesante. Da gusto seguir aprendiendo contigo.Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Severina, tan benevolente que no me lo merezco.
ResponderEliminarUn abrazo.