Vamos a tratar de encontrarle el sentido a la palabra latina sensus y a la cosa que hay detrás,
palabra que significa precisamente "sentido", como puede verse en los latinajos fosilizados stricto sensu y lato sensu (“en sentido restringido” y “en sentido amplio”
respectivamente), que utlizan en castellano los cultiparlantes. Sensus vino a desembocar enseguida en
castellano en seso,
por asimilación del sonido nasal al silbante y posterior simplificación de ambos. Esta palabra pasó de querer decir, como señala Corominas,
“prudencia, discreción”, uso del que deriva el adjetivo sesudo, a “cerebro, masa encefálica”, de
donde tenemos, además del susodicho seso,
la coloquial sesera, que es la sede
de los sesos pero también un sinónimo
de buen juicio e inteligencia.
Conservamos también su raíz culta “sens-“ en palabras
como sensual –referente a los
cinco sentidos-, sensible, y, con cierto matiz despectivo, sensiblero, y, además, en sensorial, sensación, sensitivo o sensato
–prudente, dotado de sentido común. Este sensus communis, por cierto, según la expresión que
parece que acuñó Cicerón para referirse en el sentido intelectual a la manera
ordinaria de pensar y concebir las cosas de las personas, a lo que también denominó vulgaris popularisque sensus es, según el dicho moderno, el menos común de
todos los sentidos, frase que parece que debemos atribuir al periodista
norteamericano Horace Greeley, quien
dijo lapidariamente “common sense is very uncommon”, o, lo que es lo mismo, que
el sentido común era muy poco común, algo no por contradictorio menos verdadero.
Pero la raíz latina e indoeuropea que está detrás de
este vocablo, vamos a ponernos un poco sentimentales y a buscarle un poco el sentido a la cosa, o sea lo mismo, a la palabra, es
"sent-", que es la del verbo sentire, ya que sensus es el participio de perfecto de dicho verbo. De ese verbo procede nuestro sentir, y sus compuestos asentir (de ad- en una dirección), consentir (de cum-, que denuncia
complicidad), disentir (de dis-
prefijo negativo), presentir (de prae-, con antelación) y resentir (de re- prefijo intensivo y
repetitivo), y también, no los perdamos de vista, asenso, consenso y disenso.
También la palabra centinela, pronunciada con ceceo, tiene su origen en estos latines que
estamos tratando, pues nos llega a través del italiano “sentinella”, que era la
vigilancia que prestaba un soldado en su puesto de guardia, y, por extensión,
el soldado mismo que “percibía”.
Es curioso y no ningún contrasentido cómo se han unido el corazón y la razón, el
sentimiento y el pensamiento, en la
evolución del significado de la palabra sensus.
Y es que sentire en latín no
significaba sólo “percibir por los cinco sentidos, sentir”, sino, además, “pensar,
opinar”, como se ve en algunos derivados suyos que todavía conservamos
nosotros, por ejemplo en sentencia, sentenciar, sentencioso.
Este uso se recoge en aquel célebre dicho del
comediógrafo Terencio quot homines, tot sententiae: cuantas
personas, tantos pareceres u opiniones. Venía Terencio a decir algo que se ha
convertido con el paso del tiempo en un lugar común, un tópico típico: que cada
cual tiene su opinión, una opinión propia que sería tan respetable como si
fuera una propiedad privada. Pero ya nos advirtió el filósofo de Éfeso cuando
dijo que siendo la razón común la mayoría de las personas vivían sin embargo
con una opinión personal que no dejaba de ser un idiotismo o una idiotez, un contrasentido o
particularidad privada de razón precisamente por su propia pretensión de singularidad.
Pensar no quiere decir hacerse ideas de las cosas y
expresar opiniones personales sobre las ideas que uno tiene y se va haciendo de
las cosas, sino razonar sin pretender llegar a ninguna conclusión o meta, lo que suele traducirse, precisamente, en todo lo contrario: en irse desprendiendo de todas y cada una de las ideas previas que uno tiene guardadas en la sesera; lo
mismo que sentir no quiere decir experimentar sensaciones o sentimientos previamente
consabidos, sino no saber qué es lo que se siente. En ese sentido pensar y sentir
vendrían a ser lo mismo: lo mismo razón y corazón, como demuestra la evolución
del lenguaje popular, a diferencia de la jerga culta de los políticos,
filósofos y pedantes en general, que tiende a separar ambas cosas, el corazón y la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario