Estuve buscando en el British
Museum, símbolo de la rapiña del Imperio Británico y de todos los imperios que
en el mundo han sido, a la muchacha de
larga y gruesa trenza portadora de una cesta en la cabeza, la canéfora de Caria,
símbolo según cuenta Vitrubio en su tratado De architectura de la
esclavitud a la que se vieron sometidas las mujeres de dicha ciudad.
Los museos, so pretexto de
albergar y conservar obras de arte como esta, lo que hacen es desterrarlas de su lugar de
origen y arrinconarlas en una sala cualquiera, privándolas de su función y de su vuelo, con el afán del coleccionista que caza mariposas, las
clasifica como "lepidópteros" y las atraviesa con un alfiler.
Al fin la encontré, tras mucha y larga
búsqueda. Nadie había sabido darme razón de ella. No estaba con los frisos del
Partenón, ni con las muestras de escultura griegas y romanas, sino en un rincón
de la sala dedicada a la arquitectura, detrás del templo de las Nereidas, donde pasaba desapercibida casi para todo el mundo, que ni siquiera se paraba a hacerse una foto con ella.
Cariátide del Museo Británico
Estaba sola, y, no hace falta decirlo, triste, muy triste por su soledad y abandono.
Ella, que durante siglos había soportado con orgullo el desafío del tiempo y la
intemperie con sus cinco hermanas, las cariátides que sostenían
el peso del templo de Erecteo, en lo alto de la mismísima acrópolis de Atenas, como castigo por la traición que su ciudad hizo a la causa griega, había sido trasladada en 1816, hace ya más de doscientos años, al Museo Británico con los otros mármoles de lord Elgin, a fin de conservarla mejor y librarla, decían, de la corrosión que sufrirían sus hermanas.
El templo de Erecteo fue construido entre los
años 421 y 406 a. de C. Fue decorado con seis estatuas femeninas de 2,30 m. de
altura, llamadas Cariátides. El templo sufrió con el correr de los años varias
desgracias, pero el mayor atentado de todos lo perpetró Lord Elgin.
Las seis hermanas habían permanecido unidas
durante 2.300 años hasta que en 1802 una de ellas fue separada del resto por
Lord Elgin junto con otras muchas piezas históricas monumentales de la
acrópolis de Atenas.
Después del crimen de Lord Elgin, cuenta la
leyenda que las hijas de mármol lloraban todas las noches lamentando
el secuestro de su hermana.
Se cuenta también que cuando los obreros llevaban
la estatua al puerto de El Pireo, oían sollozos procedentes del interior del
embalaje, por lo que lo dejaron en el suelo y se negaban a tocarlo otra vez.
Hoy cinco cariátides están en el Museo de la
Acrópolis de Atenas, mientras la sexta permanece en el Museo Británico de
Londres, todavía con su billete de ida sólo en las manos. Grecia ha solicitado en muchas ocasiones al
gobierno británico la devolución de los mármoles griegos, pero todos esos
esfuerzos han resultado baldíos.
El llanto de la sexta hija de mármol todavía
resuena en los oídos de los griegos: Devolvedme a casa, devolvedme a mis
hermanas, liberadme. No pertenezco a aquí, soy griega.
El nombre de Cariátide, en efecto, es el
gentilicio femenino de la ciudad de Caria, en el Peloponeso, ciudad que hizo
defección de Grecia y apoyó la invasión persa durante las guerras
médicas, cuyas mujeres fueron reducidas a la esclavitud y condenadas a soportar
la pesada carga de la falta de libertad. Así lo cuenta Vitrubio:
Carya ciuitas Peloponnensis cum
Persis hostibus contra Graeciam consensit. postea Graeci per uictoriam gloriose
bello liberati communi consilio Caryatibus bellum indixerunt. itaque oppido
capto uiris interfectis ciuitate deflagrata matronas eorum in seruitutem
abduxerunt, nec sunt passi stolas neque ornatus matronales deponere, uti non
una triumpho ducerentur sed aeterno seruitutis exemplo graui contumelia pressae
poenas pendere uiderentur pro ciuitate. ideo qui tunc architecti fuerunt
aedificiis publicis designauerunt earum imagines oneri ferundo conlocatas, ut
etiam posteris nota poena peccati Caryatium memoriae traderetur.
Vitrubio De
Architectura, Libro I capítulo I, 5
Caria, ciudad del Peloponeso,
conspiró contra Grecia pasándose al bando de los persas, enemigos de los
griegos. Posteriormente los griegos, al librarse heroicamente de la guerra
merced a su victoria, declararon de común acuerdo la guerra a los carios. Así
pues, una vez tomada la plaza, pasados a
cuchillo los varones y arrasada la ciudad, redujeron a la esclavitud a sus
matronas, y no permitieron que se desprendieran de sus estolas ni de sus
distintivos matronales, de modo que no fueran
llevados juntamente con la ceremonia triunfal sino que se viera que, agobiadas
por tan grave ultraje, pagaban su culpa por la ciudad con el ejemplo
imperecedero de su esclavitud. Por ello los
arquitectos que hubo entonces diseñaron en los edificios públicos unas estatuas
de ellas, colocadas de forma que soportaran su peso, con el fin de transmitir a
la memoria de los venideros el castigo impuesto por el delito de los carios.
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