A propósito de los nombres de los dedos (digiti) de la mano (manus), dice Isidoro de Sevilla, en el libro noveno de sus Etimologías (70-71):
I.- Primus pollex uocatur, eo quod inter ceteros polleat uirtute et potestate. El primero se llama pulgar, porque entre los otros goza de poder y potestad. Relaciona el santo sevillano el nombre latino de este dedo pollex con el verbo polleo, que quiere decir "tener mucho poder", lo que no deja de ser un juego de palabras motivado por la homofonía. No tiene razón el santo, porque pollex quiere decir "pulga" y "dedo gordo". Nuestro nombre para ese dedo, pulgar, procede de pollicarem, un adjetivo formado sobre pollex, y se llama así porque sirve para matar las pulgas descabezándolas con la uña.
I.- Primus pollex uocatur, eo quod inter ceteros polleat uirtute et potestate. El primero se llama pulgar, porque entre los otros goza de poder y potestad. Relaciona el santo sevillano el nombre latino de este dedo pollex con el verbo polleo, que quiere decir "tener mucho poder", lo que no deja de ser un juego de palabras motivado por la homofonía. No tiene razón el santo, porque pollex quiere decir "pulga" y "dedo gordo". Nuestro nombre para ese dedo, pulgar, procede de pollicarem, un adjetivo formado sobre pollex, y se llama así porque sirve para matar las pulgas descabezándolas con la uña.
Se decía en latín "pollicem (com)premere" (apretar el pulgar) para indicar aprobación y “pollicem
(con)uertere” (volver el pulgar) para
indicar desaprobación. Por ejemplo en la Sátira III de Juvenal se dice que en
los combates de gladiadores la chusma (uolgus)
cuando lo pide (cum iubet) con el
pulgar vuelto (uerso pollice) se mata
para agradar al pueblo (occidunt
populariter). Pero Juvenal no nos indica hacia dónde vuelve el pulgar el
pueblo.
Otro poeta, esta vez el tardío Prudencio, del siglo IV de nuestra era, dijo: “pectusque iacentis / uirgo modesta iubet conuerso pollice rumpi”: una joven doncella virtuosa ordena con el pulgar vuelto que se le abra el pecho del que está postrado. Le horrorizaba al poeta que las vírgenes vestales asistieran a los combates de gladiadores, un espectáculo tan sangriento, y expresaran su deseo de que degollaran o mataran al gladiador caído.
Otro poeta, esta vez el tardío Prudencio, del siglo IV de nuestra era, dijo: “pectusque iacentis / uirgo modesta iubet conuerso pollice rumpi”: una joven doncella virtuosa ordena con el pulgar vuelto que se le abra el pecho del que está postrado. Le horrorizaba al poeta que las vírgenes vestales asistieran a los combates de gladiadores, un espectáculo tan sangriento, y expresaran su deseo de que degollaran o mataran al gladiador caído.
El pulgar, en nuestros días, gracias a las redes sociales en las que caen presos los incautos que dejan de ser peces para convertirse en pescados, sirve
para expresar aprobación o desaprobación según lo volvamos hacia arriba o hacia
abajo. Pero en realidad este significado procede del cristianismo donde el pulgar hacia
arriba indica el cielo o la salvación y el pulgar hacia abajo el infierno o la
muerte. Parece, sin embargo, que en su origen las cosas eran de otro modo: el pulgar hacia
arriba significaba espada desenvainada y por lo tanto muerte, y era el pulgar hacia abajo, “compressus” o encerrado en el puño el que
indicaba el favor. Digamos que el pulgar representa la
espada: hacia arriba está desenfundada y amenazante, si queremos envaninarla debemos apretar
el puño, guardando el pulgar.
Otro gesto que se hace cerrando el puño y colocando el pulgar entre el dedo índice y el cordial, con el que se señalaba a las personas infames o se hacía burla de ellas, es el de hacer la higa, que probablemente sea la representación del sexo femenino, donde el pulgar simularía el clítoris, y que se hacía contra el aojo o mal de ojo. Los romanos llevaban amuletos de manos cerradas en forma de puño con el pulgar haciendo la higa.
Una higa.
II.- Secundus index et salutaris seu demonstratorius, quia eo fere salutamus uel ostendimus. El segundo índice, y también saludador o indicativo, precisamente porque con él saludamos o señalamos.
III. Tertius impudicus, quod plerumque per eum probri insectatio exprimitur. El tercero impúdico porque con frecuencia se expresa con él la ofensa de un insulto. El dedo corazón, que es el dedo más largo de la mano y que ocupa el lugar central entre los cinco se llamaba en latín “impudīcus” (palabra llana, no esdrújula como en castellano, con el prefijo negativo in- escrito con eme antes de pe y el adjetivo pudīcus, vergonzoso). Alude Isidoro a que el gesto de estirar el dedo corazón y encoger los otros cuatro es un ademán obsceno, un símbolo itifálico, mientras que los otros cuatro dedos cerrados en puño envocan los testículos, por lo que es una amenaza grosera, lo que entre nosotros se denomina “peineta”.
IV.- Quartus anularis, eo quod in ipso anulus geritur. Idem et medicinalis, quod eo trita collyria a medicis colliguntur. El cuarto anular, porque en él se lleva el anillo. El mismo también medicinal porque con él aplican los médicos los ungüentos (colirios triturados, literalmente).
V.- Quintus auricularis, pro eo quod eo aurem scalpimus. El quinto auricular, porque con él nos rascamos (o escarbamos) el oído. Nosotros lo llamamos "meñique" porque es el dedo más pequeño, mínimo.
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