El pintor portugués de ascendencia griega Niquías Escapinaquis (Nikias
Skapinakis, según la transliteración habitual), pintó entre 1970 y 1979 una serie de nueve
cuadros titulada Las metamorfosis de Zeus. Esta temática de la tradición clásica muy querida por los pintores desde el Renacimiento para acá se centra en
las numerosas aventuras extraconyugales de Zeus, que adquiere diversas metamorfosis
generalmente en forma de animales machos para seducir a diferentes figuras míticas femeninas.
1ª Transformación: En toro.
Aquí, Zeus se transforma en un
toro para seducir a Europa, y cuando ella se ha sentado en su lomo, la rapta.
Niquías ha actualizado el tema y transforma a la legendaria princesa fenicia
que acabará dando nombre a nuestro continente en una Miss, Miss Europa, como
prototipo ideal de belleza femenina. El cuadro se titula “Rapto de Miss Europa”. Nos hallamos ante una mujer desnuda e
impregnada de una fuerte carga sexual. Han desaparecido todas las referencias mitológicas para reducirse la escena a su
desnudez animal, tampoco hay colores oscuros ni ningún dramatismo asociado a ellos. Predominan los tonos fuertes que
caracterizan la obra de este pintor. Su cuadro, si lo comparamos con un tratamiento más clásico como el de Tiziano, parece un cartel publicitario de
consumo que enseguida relacionamos con el arte Pop.
Moneda griega de dos euros que representa el rapto de Europa.
2ª Transformación: En águila real.
Aquí nos encontramos ante las
siluetas negras de una mujer y un águila recortándose en un fondo blanco. El
águila real es aquí no sólo el símbolo de Zeus, sino su metamorfosis. Él águila está
en vuelo. El erotismo de la escena se debe a la desnudez de ambos personajes en
el contexto del rapto mitológico. Podríamos pensar en el rapto de
Ganimedes, pero Escapinaquis titula este cuadro, el VII de su serie: “Egina y
el águila arrebatadora”. No es un tema tan tratado en la pintura como el de Ganimedes, la
aventura homosexual de Zeus, el que aborda Escapinaquis aquí. De hecho, a diferencia del rapto de Europa, hay muy pocas representaciones iconográficas de este tema: Egina era una ninfa, hija del díos río Asopo. Fue arrebatada
de su palacio y llevada por los aires a una isla del golfo sarónico, muy
cercana de Atenas, donde el dios consumó su unión con ella, por lo que le prestó su nombre: la isla de Egina. De esa unión nació Éaco.
Egina visitada por Júpiter en forma de águila, Jean-Baptiste Greuze 1767-1769
3ª Transformación: En cisne.
Este es uno de los temas mitológicos más abordados por la pintura occidental. Cuando se hallaba Leda a la orilla de un río, se le apareció Zeus transformado en cisne que, fingiendo huir de la persecución de un águila, buscó refugio en su seno, uniéndose carnalmente a ella. Esa misma noche Leda se acostó con su esposo Tindáreo. Se cuenta que Leda puso después dos huevos: de uno nacieron la bella Hélena y Pólux, hijos de Zeus, y del otro Clitemnestra y Cástor, hijos de Tindáreo. La originalidad del cuadro de Skapinakis es que presenta un cisne negro, un cygnus atratus, una especie originaria de Australia, descubierta a finales del siglo XVII. Un tratamiento diferente, con un cisne blanco, hizo Dalí en su Leda atómica de 1949.
4ª Transformación: En caballo.
Nos hallamos aquí ante la última
muestra de la serie, titulada “Día y el caballo seductor”. No he encontrado ningún otro cuadro con esta temática mitológica. No es una de las metamorfosis más conocidas
de Zeus, ni muchísimo menos, pero sí está documentada en algunos autores
clásicos. Robert Graves recoge la noticia en sus Mitos griegos. Día era la
mujer de Ixïón y madre de Pirítoo, el compañero de Teseo. Según Homero, Zeus,
ardiendo en amores por ella, la hizo madre de Pirítoo. Eustacio en sus
comentarios a la Ilíada, que
no he podido consultar, dice que Zeus transformado en caballo intentó seducirla
dando vueltas a su alrededor, lo que explicaría con una falsa etimología el nombre de su hijo Pirítoo
relacionándolo con el verbo griego “peritheo” correr en torno. También Higino
en su fábula 155 donde habla de los hijos de Júpiter dice que Júpiter (Zeus) engendró a
Pirítoo de Día.
En el canto XIV de la Ilíada, Zeus, hace una lista de sus
amores, cuando le pide a Hera en un bello pasaje que se acuesten juntos porque le ha entrado un
repentino deseo muy grande de ella, mucho mayor que el que le embargó otras veces por otras mujeres o por ella misma. Empieza aludiendo a Día, la primera de todas, después cita a
Dánae, alude a Europa como la hija de Feniz, cita a Sémele, la madre de
Dioniso, y a Alcumena o Alcmena, la madre de Heraclés, con su acentuación oxítona griega, o Hércules, y finalmente a Leto o
Letó, con igual acentuación griega, madre de Apolo y Ártemis. La traducción en ritmo dactílico con rima asonante o parcial que recuerda a nuestros romances medievales se debe a Agustín García Calvo, que crea algunos epítetos castellanos recreando a Homero, como "beltobellina" o "belcabellina" para resaltar la belleza de los tobillos o de los cabellos respectivamente.
“Y ahora ¡en amor
vamos, ea, tú y yo a acostarnos a prisa!:
Pues nunca jamás de
diosa o mujer deseo me había
venido enredándoseme
al corazón en ansia tan viva,
ni cuando de la mujer
de Ixïón en amores ardía,
la que dio a luz a Pirítoo
el par-de-dios-en-valía,
ni cuando a la hija
de Acrisio, a Dánae beltobellina,
la que dio a luz a
Perseo, entre todo mortal maravilla,
ni cuando amé de
Feniz el de-luenga-fama a la hija,
que me parió a Minó y
Radamantus, prenda divina,
ni cuando a Sémele o
cuando a Alcumena en Tebas altiva,
que fue de Heraclés
corazón-de-león la madre cumplida,
y Sémele de Dïonuso,
a la raza mortal alegría,
ni cuando a Démeter
la reina y señora belcabellina,
ni cuando a Letó
glorïosa, ni cuando, no, ni a ti misma,
Como ora a ti te
deseo y un dulce amor me domina”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario