Conviene saber para entender un poco mejor el mundo en el que sobrevivimos que las Lupercales
(Lupercalia), una fiesta pagana y obscena de la Roma que se celebraba el 15 de
febrero, fue prohibida en el año 494 por el papa Gelasio I, que criticó la
participación de los cristianos en ella, y fue sustituida progresivamente por la
conmemoración del martirio y la muerte de San Valentín, el 14 de febrero del
año 270. En dichas fiestas, los lupercos, una cofradía –lupi quiere
decir lobos, en latín- de jóvenes, se
lanzaban desnudos o cubiertos sólo con cintas de piel de cabra, tras haber
realizado un sacrificio en el Lupercal –la cueva donde la loba habría
amamantado según la leyenda a Rómulo y Remo al pie del Palatino- a azotar a los
transeúntes y especialmente a las mujeres que encontraban por el camino con unas
correas de piel de cabra, lo que se consideraba un rito de purificación y
fertilidad.
Fue precisamente en las
Lupercales del año 44 a.
de C. cuando Marco Antonio, a la sazón cónsul y luperco, le ofreció una diadema
real a Julio César, que este rechazó para guardar las apariencias, aunque el poder absoluto que simbolizaba era lo que él más deseaba.
Según la leyenda, forjada en la Edad Media, este Valentín sería
un sacerdote cristiano que desafió la prohibición de casarse que afectaba a los
soldados romanos, enfrentándose así al emperador Claudio II el Gótico. Celebró, pues,
bodas y por eso fue encarcelado y condenado a muerte. Dicen que en la tumba del
santo casamentero una tal Julia, la hija de un oficial romano al que había
devuelto milagrosamente la vista el santo, plantó un almendro de flores rosadas,
por lo que el almendro, según algunos, se habría convertido en un símbolo de amor
y amistad duraderos (?). La leyenda no contiene muchas trazas (o ninguna) de historia.
La festividad religiosa cristiana se estuvo
celebrando hasta 1969, año en que el papa Pablo VI, según lo acordado en el Concilio
Vaticano II, decidió eliminar San Valentín del calendario postconciliar,
pasando esta fecha a tener santo pero no celebración. Según escribe César
Cervera en el ABC: “Esto se debió sobre todo a la dificultad para encontrar
detalles probables sobre la vida de este santo.”
Si bien la iglesia católica,
apostólica y romana decidió no celebrar san Valentín como festivo, los grandes
almacenes, con El Corte Inglés a la cabeza, y las superficies comerciales todas
lo celebran con una orgía consumista, lo mismo que sucedió con las navidades,
que no son otra cosa que la cristianización de las Saturnales (Saturnalia),
olvidando que probablemente el santo casamentero poco tiene que ver con el día
de los enamorados, si hacemos caso al proverbio de que el matrimonio es la tumba
del amor, y que el dios del amor, que hiere con sus flechas a los enamorados atravesándoles el corazón, es propiamente Cupido, o Eros, si usamos su nombre griego.
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