Vuelve a recordarnos Arkás lo que le dice el año envejecido y canoso, medio calvo y barbudo al nuevo e imberbe que entra, y que es, en dos palabras: obsolescencia programada: está previsto que tú, el año supuestamente nuevo, dures trescientos sesenta y cinco días igual que yo, y que las promesas de mejora en general que conllevas (felicidad, realización de todos nuestros más íntimos deseos y sueños de paz en la tierra, armonía, libertad, fraternidad y demás zarandajas) se queden en agua de borrajas y caigan en desuso y el saco roto del olvido por la fuerza misma de la costumbre y el propio funcionamiento de la maquinaria que prevé que así sea y que se alimenta de esas mismas y falsas ilusiones de novedad, de modo que, cuando uno está a punto de descubrir y denunciar el engaño en el que vivimos, se abre paso una nueva institución temporal, que hará su aparición estelar en todos los calendarios y que es "el año nuevo" con idénticas y falsas promesas e ilusiones. ¿Descubrirán alguna vez los humanos seres que el año viejo y el año nuevo, tú y yo, no somos sino el mismo año que gira como la tierra en torno al sol, la misma ave Fénix que muere incinerada y renace de sus propias cenizas?
The end, el fin de...
La gente quiere
que llegue el finde, como se dice ahora, o el fin de semana, que se decía
antes, llegar a fin de mes, celebrar el
fin de año:
-que llegue el
finde para descansar y desconectar de la rutina, libre de las cadenas del
trabajo asalariado o de la educación preparatoria, que es la cara moderna de la antigua esclavitud abolida de
la faz del mundo para seguir subsistiendo bajo nuevas formas;
-llegar a fin de
mes, económicamente hablando, porque el dinero es aquello en que se convierte
nuestra vida, time is money, money is time; llegar a fin de mes significa cobrar a mes vencido,
obtener la recompensa económica por nuestra prostitución, cobrar el estipendio
que debería alcanzar hasta el próximo fin de mes y que sólo nos durará unos días, quizá unas semanas…
-celebrar el fin
de año con burbujas espiritosas de champagne para que parezca que damos
carpetazo y hacemos borrón y cuenta nueva, dispuestos a que el año que comienza
sea de verdad un año nuevo y no, lo que acabará inevitablemente siendo, una
repetición de lo mismo de siempre.
Porque lo que en
realidad queremos es el fin del tiempo que nos venden como futuro siempre: el
fin de la semana, el fin del mes y el fin de todos los años que pretenden
computar el paso del tiempo: feliz fin de semana, por lo pronto, y feliz fin de
mes y de año todo junto. Esperando el porvenir, y el porvenir nunca llega.
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