Aproximadamente
un 19% de los alumnos de quinto (=primero de ESO) cursan latín en Francia, frente al
25% que lo hacía en 1996.
Temiendo
por su disciplina, latinistas, helenistas y germanistas denuncian una reforma
de la enseñanza que se pretende sin embargo igualitaria.
Esperaba
ella que su reforma de la enseñanza pasara como una carta de correos. Error. La
ministro de Educación Najat Vallaud-Belkacem (socialista) se enfrenta a una revuelta de las élites. Najat Vallaud-Belkacem se enfrenta (un poco) a los estudios considerados de
excelencia, que garantizan a algunos niños (y a sus padres) que están en «la
mejor clase» del colegio. En su reforma presentada a mediados de marzo, la
ministro anunció el final en la práctica de las clases bilingües (dos idiomas
desde sexto (=sexto de primaria)). Más aún, todos los alumnos se enfrentarán a
una segunda lengua en quinto (primero de ESO), y no ya una minoría en sexto, y
el grueso de las tropas en cuarto (=segundo de ESO). Cólera negra de los
germanófilos – el anterior primer ministro Jean-Marc Ayrault a la cabeza –
que temía que su lengua, ya mal de
salida, empeore más todavía, mientras que el aprendizaje del chino, por ejemplo,
está en un completo auge.
Esta
batalla se suma a otra que apasiona, si no pone histérica, a una parte de los
franceses desde hace algunas semanas; el follón sobre el futuro del latín y el
griego. Los latinistas temen la muerte de su disciplina. Han vociferado en numerosas tribunas de prensa y
peticiones on line: 35 000 firmas
en dos de ellas. La UMP (Unión por un Movimiento Popular, de centroderecha)
ha saltado a
pies juntillas en la batalla por el aire de la «nivelación por la base», encontrando eco hasta en la Asamblea Nacional. «Errare
humanum est, perseverare diabolicum», exclamó en latín la diputada de la UMP Virginie Duby-Muller un miércoles de primavera. La calle de Grenelle,
sede del Ministerio de Educación Nacional francés, ha soltado lastre haciendo algunas concesiones,
pero los latinistas siguen protestando ante la engañifa de la jugarreta del ministerio.
¿Quién
cursa latín y griego?
El
19% de los alumnos de 5º (=primero de ESO) cursa latín en Francia, frente al 25%
en 1996. Cuanto más se aumenta en edad y nivel de estudios, más bajan los porcentajes: 15% siguen en tercero (tercero de ESO), a razón de tres horas a la
semana. Pero sólo el 5% continúa una vez que están en el instituto. El griego
clásico, impartido desde tercero, sólo afecta a muy pocos alumnos: el 1,5% de
los terceros y un 1% de los bachilleres. Sumado todo ello, 500 000 alumnos
estudian una lengua clásica en la secundaria hoy en Francia.
«Pero
eso bien podría ser más», suelta con fogosidad François Martin, vicepresidente de la
CNARELA (Coordinadora Nacional de Asociaciones de Enseñantes de Lenguas Antiguas).
Profesor desde hace trece años, sostiene que, muy a menudo, los rectorados actúan
con desgana a la hora de abrir clases mientras que la demanda está ahí. «Yo he hecho la prueba, como tantos otros. En mi colegio, 40 alumnos de 93 se habían matriculado y
sólo fue abierta una clase de 25» Al ser el latín y el griego asignaturas
optativas, los rectorados no están
obligados a abrir sistemáticamente clases en todos los centros. Algunos centros
ya no ofertan latín y griego desde hace un montón. ¿Cuánto?
El
ministerio indica que no dispone de ese dato, ni el número de profesores de
latín y griego entre los 31.000 profesores de letras de centros de secundaria.
El
año pasado, François Baluteau, profesor de universidad de ciencias de la
educación en Lyon, hizo una encuesta a 500 centros de secundaria, escogidos de
todo el país: de zona urbana como rural, de los barrios elegantes de las
grandes ciudades y de la periferia. Su trabajo versaba sobre todas las
enseñanzas optativas, y, por lo tanto, sobre el latín y el griego. Primer
descubrimiento que le sorprendió: aproximadamente un 10% de los centros de su
muestra no ofertan clases de latín ni de griego. «No me esperaba tanto», dijo.
¿Tiene fundamento la
acusación de elitismo?
En
el estudio de François Baluteau, salta otro elemento a la vista: cuantos más
alumnos procedentes de los medios más favorecidos agrupa el colegio, más clases
hay de latín y de griego. Es estadísticamente
implacable. En los barrios elegantes, las clases de latín y de griego son más
numerosas. Los
efectivos siguen la misma lógica. Los datos proceden esta vez del ministerio: 1 alumno
de cada 5 procedente de una familia económicamente favorecida cursa latín,
frente a 1 de cada 12 cuando
el estudiante crece en un medio desfavorecido.
«Sí,
hay elitismo, pero hay que preguntarse por qué, responde, amargo,
François Martin. Es el ministerio el que lo crea organizando una falta de
acceso a las opciones.» Fustiga la
práctica de los directores, que hacen una selección de los alumnos. Para él,
todos ganarían cursando más latín y griego si «se les diera la oportunidad».
Como Augustin d’Humières en Meaux (Seine-et-Marne), profesor de latín
comprometido, habla de los beneficios
de las lenguas antiguas para todos. «El griego, por ejemplo: todos los
alumnos se encuentran en un mismo pie de igualdad al aprender a escribir, a
descifrar. Eso reporta un estímulo a algunos alumnos de dificultad.»
Najat
Vallaud-Belkacem, la ministro de Educación, asegura que el 100% de los alumnos se verán obligados
a hacerlo, porque la enseñanza de las lenguas antiguas ya no será una opción
elegida por los alumnos sino una de las «enseñanzas prácticas interdisciplinares» (EPI)
– por lo tanto obligatoria. Esas franjas
de tres horas a la semana que deberán repartirse los profesores a su gusto, por
turnos, para dar clase de otra forma y a muchos. Por ejemplo, un profesor de
geografía e historia dará una clase sobre la democracia ateniense con su acólito
el profesor de letras y helenista. La idea es liberalizar las disciplinas, impulsar
la iniciativa pedagógica y seducir a los alumnos – ese es el programa (sobre el
papel).
La
enseñanza de las lenguas antiguas encontrará su lugar en la enseñanza práctica
interdisciplinar denominada «lenguas y culturas de la antigüedad», repite machaconamente
el ministerio. «Pero ¿no ve usted el
problema? se excita François Martin. Las horas desgajadas para las
EPI se imputan en detrimento de las horas de las materias. Ya no existe el
latín como tal en el horario escolar. ¡Vamos a tener que ir a mendigar a nuestros colegas que nos dejen
algunas de sus horas para enseñar latín! Es
la muerte asegurada. »
Para
calmar la revuelta, el ministerio de Educación ha propuesto que los centros
educativos que lo deseen puedan ofertar latín y griego como «enseñanzas
complementarias». Cólera de François Martin : «¡Es todavía un engañabobos! Los directores
tendrán en sus manos la elección de ofrecer lenguas clásicas o hacer desdobles
de clase en matemáticas, por ejemplo.
¿Qué cree usted que van a elegir?»
(Artículo de Marie Piquemal, aparecido en el periódico
francés Libération el 22 de abril de 2015. La fotografía es de Léo Caillard, de la serie Hipster in Stone. Tanto el artículo como la fotografía se han tomado sin permiso).
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