Un hermoso jarrón griego negro con dos asas del período arcaico tardío ático (año 510 antes
de nuestra era) conservado/secuestrado actualmente en el museo del Hermitage de
San Petersburgo (Leningrado en época soviética), nos anuncia la irrupción en nuestras vidas de la primavera.
Si observamos de cerca el dibujo, vemos que aparecen tres figuras masculinas, tres generaciones distintas: a nuestra derecha, un niño en pie; un efebo sentado a la izquierda, y un adulto también sentado y con barba en el centro, que sostiene un bastón. Sobre sus cabezas sobrevuela la figura de un pájaro que atrae su atención y que los tres señalan y admiran. Pese a la antigüedad del diseño, la escena representada podría muy bien ser la viñeta de un moderno cómic.
Si observamos de cerca el dibujo, vemos que aparecen tres figuras masculinas, tres generaciones distintas: a nuestra derecha, un niño en pie; un efebo sentado a la izquierda, y un adulto también sentado y con barba en el centro, que sostiene un bastón. Sobre sus cabezas sobrevuela la figura de un pájaro que atrae su atención y que los tres señalan y admiran. Pese a la antigüedad del diseño, la escena representada podría muy bien ser la viñeta de un moderno cómic.
Si nos fijamos un poco, podemos leer las siguientes leyendas. El
adolescente, que está sentado a la izquierda, exclama: ἰδοὺ χελιδών (¡Mira, una golondrina!). El niño, que está de
pie y desnudo afirma: αὑτηί (Sí, ésa, ahí). Y el adulto sentado en el centro
concluye: νὴ τὸν ῾Hρακλέα (¡Sí,
por Hércules!, con un juramento religioso levemente blasfemo que hoy resulta obsoleto, y que quizá habría que traducir, para adaptarlo y actualizarlo, con un "rediez, rediós, recristo" o algo así, no muy malsonante). Entre el hombre del centro y el niño puede leerse la conclusión:
ἔαρ ἤδη: (Ya es primavera).
Las figuras del ánfora griega nos recuerdan que la primavera, una vez más, fiel a su cita anual, ya está aquí, porque la golondrina, que es su mensajera, ha vuelto para anunciarla en el eterno retorno nietzscheano: Perséfone renace y vuelve a los brazos de su madre, y la tierra florece.
Cabe preguntarse, sin embargo, si tanto la una como la otra son las mismas o no lo son. Volverán las oscuras golondrinas, decía nuestro poeta romántico por excelencia, pero aquéllas, aquéllas... no volverán en la vida, porque no nos bañamos nunca dos veces en el mismo río: ni la corriente del río, advirtió Heráclito, que fluye y se nos escapa, ni nosotros, que también huimos de nosotros mismos, somos ya los que éramos cuando bajamos por primera vez a bañarnos.
Y es que
la primavera/Perséfone siempre retorna, aunque no sea la misma. Ya se encargan los grandes almacenes y superficies comerciales con sus ofertas y reclamos de modas y temporadas de recordárselo a sus clientes, incapaces de alejarse de sus pantallas -cavernas mediáticas de Platón- y de salir a comprobarlo al campo por sus propios medios. En efecto, ya es primavera en El Corte Inglés. Y esto no es publicidad. Que conste.
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