domingo, 5 de noviembre de 2017

Corporis partes: IV .- Con el culo al aire.

En nuestro despiece anatómico y etimológico humano, le toca hoy el turno a esa zona donde la espalda pierde su nombre, o sea, a los cuartos traseros o, dicho sin eufemismos y en román paladino, al culo.  No queremos confundir el culo con las témporas, como se dice en castellano viejo para referirnos a las sienes, que no a los tiempos litúrgicos de ayuno al comienzo de las estaciones, que también se llaman témporas, por cierto, y que tanto observa el vulgo para el pronóstico meteorológico y para iniciar conversaciones anodinas sobre cómo han quedado las susodichas. Así que vamos a centrarnos en las nalgas (del latín náticas>nadicas>nadigas>nadgas>nalgas, en portugués se conserva nadegas) y a dejar las sienes para mejor ocasión.


El cuadro de Velázquez "La Venus del espejo" es, precisamente, una exaltación del culo femenino, que aparece, rotundo y generoso, en un primer plano, a despecho del rostro, que se ve difuminado y relegado al segundo plano del espejo que sostiene Cupido.

Culo se decía en latín CULUM, y de ahí nos ha venido a nosotros la palabra. Echemos una rápida ojeada al resto de las lenguas neolatinas, donde, como cabe esperar de antemano, la palabra ha evolucionado de diversas formas: en italiano tenemos culo, igual que en castellano, cu en gallego y en portugués, cul  en francés,  catalán y provenzal,  y cur en rumano.

En latín había también una palabra ANUM que significaba anillo, aro, cuyo diminutivo era ANULUM, y que hacía alusión a todo lo que tenía forma circular, de donde nos ha quedado el nombre del dedo anular o propio para llevar la sortija, y de donde nos viene también, a través de otro sufijo de diminutivo (ANELLUM) el nombre del anillo. La palabra ANUM servía en latín como metáfora para referirse al orificio en el que termina el tubo digestivo, de donde nos viene a nosotros el nombre culto de ano, del que ha derivado el adjetivo anal.

Muchas veces se utilizan expresiones eufemísticas para no llamar al pan pan y al vino vino, es decir, a las cosas por sus nombres comunes y corrientes. Entre nosotros han hecho fortuna para referirse a “salva sea la parte” términos como trasero, asentaderas, posaderas, cachas o nalgas, y hasta glúteos, que es vocablo más culto y helenismo, derivado del griego glutós. Para el médico especialista en esa zona se utiliza el griego: proctólogo, que el diccionario de la RAEL define como el especialista en proctología, y ésta (dado que proctos es el nombre del ano en griego) como conjunto de conocimientos y prácticas relativos al recto y a sus enfermedades. En portugués, por su parte, se utilizan como eufemismos traseiro y funda; y en italiano, sedere y deretano.

En sentido figurado el culo de una cosa es su parte inferior o posterior (por ejemplo, el culo de la botella, para referirnos al fondo). De ahí tenemos que la  culata es la parte posterior de la caja de las armas de fuego portátiles y  el culatazo, el golpe que se da con la culata. Existe la expresión el “culo del mundo” para aludir al último rincón del globo, es decir, a un lugar muy lejano. Tenemos también la culera del pantalón, que es el remiendo que se ponía en los fondillos de los pantalones.  El adjetivo cular significa perteneciente o relativo al culo, pero hablando de morcillas o de chorizos culares  aludimos a los elaborados con la tripa más gruesa. Una culada es un golpe de culo.


Disponemos también de los verbos encular,  vulgarismo que se utiliza en lugar del culto sodomizar, de reminiscencias bíblicas, que hace alusión a la práctica del coito anal en Sodoma y Gomorra; culear,  con el mismo significado en muchos países de Hispanoamérica -donde se oyen las voces malsonantes   culiao y culiá en lugar de los participios culeado y culeada, porque se ha roto el hiato "ea" diptongando en "ia",  y  ha caído la oclusiva dental sonora intervocálica-, y con el de “menear el culo” entre nosotros,   y recular, que es préstamo francés  sinónimo de retroceder.

La palabra puede desfigurarse con varios sufijos tanto de diminutivo (cul/ito, cul/ín, cul/ete), como de aumentativo (cul/ón, cul/azo), según los procedimientos habituales de nuestra lengua, exagerando algunos de sus rasgos definitorios. A través del francés hemos tomado culotte y lo hemos castellanizado culotes, para los calzones o bragas femeninas, y más en concreto para la prenda que usan los ciclistas.

Igualmente hay muchos compuestos con el primer elemento culi- seguidos de algún adjetivo o participio como culiprieto, culilimpio, culisucio, culigordo,  culinegro, culirroto… El diccionario de la RAEL sólo recoge culinegro que define como “de culo negro”,  pero no los otros que  hemos citado y que, sin embargo, son producciones vivas que cualquier hablante de nuestra lengua comprende enseguida inmediatamente.

En cuanto a algunas expresiones abundantes en nuestra lengua que contienen esta palabra, se dice de alguien que es un culo de mal asiento o un culo inquieto cuando la persona no parece estar a gusto en ninguna parte, y necesita cambiar constantemente de sitio.   También hay expresiones escatológicas como mandar a alguien o algo a tomar por (el) culo, es decir, muy lejos, o lamer el culo a alguien, que  es una locución malsonante por la repugnancia de la imagen que suscita,  y que significa adular servilmente a una persona para conseguir algo de ella, de donde procede también el compuesto lameculos, que se utiliza como sinónimo un tanto grosero del desusado tiralevitas.

Ir de culo es ir mal y la expresión perder el culo, sin embargo, significa darse mucha prisa. Resulta cómica porque alguien, por mucho que corra, nunca va a perder esa parte de su anatomía… La expresión mojarse el culo es sinónima de comprometerse, por la reminiscencia del refrán "el que quiera truchas que se moje el culo"; es decir que para conseguir este pez de verdad hay que meterse al río, y mojarse hasta las cachas, dado que la otra opción es la compra, previo pago, en la pescadería de unas truchas que seguramente provendrán de una piscifactoría.

La expresión, ya desusada, a culo pajarero significa con el culo al desnudo o con el culo al aire, que es quedarse "en situación comprometida por haberse descubierto algo". Con el culo literalmente al aire se halla esta Venus Calipigia (o "Venus de las bellas –cali, como en caligrafía-   nalgas –pigia-" o, con una traducción alternativa, "Venus de culo bonito"), expuesta en el Museo Nacional de Nápoles, una estatua del período helenístico, siglo II antes de Cristo. Se considera que se trata de la diosa Venus/Afrodita mostrando sus nalgas generosas y caderas al público y a su propia consideración, como si quisiera cerciorarse de que todo está en su sitio. La estatua, en lugar de representar a la diosa, podría ser la viva imagen de una hetera o prostituta. Hay quien ha llegado a identificarla , incluso, con una famosa “puella gaditana”, una tal Teletusa, célebre por la sensualidad de su danza. 

Venus Calipigia

Para los aficionados al balompié, resulta curioso que llamen culés a los hinchas del Barcelona FC, parece que el nombre viene de que en el primitivo campo de fútbol los espectadores se sentaban  sobre la tapia, por lo que se llamaban culers en catalán, Se perdió la r final y la palabra quedó reducida a su forma actual culé.

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