En nuestro despiece
anatómico y etimológico humano, le toca hoy el turno a esa zona
donde la espalda pierde su nombre, o sea, a los cuartos traseros o, dicho sin
eufemismos y en román paladino, al culo. No queremos confundir el culo con las témporas, como
se dice en castellano viejo para referirnos a las sienes, que no a los
tiempos litúrgicos de ayuno al comienzo de las estaciones, que también
se llaman témporas, por cierto, y que tanto observa el vulgo para el
pronóstico meteorológico y para iniciar conversaciones anodinas sobre
cómo han quedado las susodichas. Así que vamos a centrarnos en las nalgas (del latín náticas>nadicas>nadigas>nadgas>nalgas, en portugués se conserva nadegas) y a dejar las sienes para mejor ocasión.
El cuadro de Velázquez "La Venus del espejo" es, precisamente, una exaltación del culo
femenino, que aparece, rotundo y generoso, en un primer plano, a
despecho del rostro, que se ve difuminado y relegado al segundo plano
del espejo que sostiene Cupido.
Culo se decía en latín CULUM,
y de ahí nos ha venido a nosotros la palabra. Echemos una rápida ojeada al
resto de las lenguas neolatinas, donde, como cabe esperar de antemano, la
palabra ha evolucionado de diversas formas: en italiano tenemos culo, igual que en castellano, cu en gallego y en portugués, cul en francés,
catalán y provenzal, y cur en rumano.
En latín había
también una palabra ANUM que significaba anillo, aro, cuyo diminutivo era ANULUM, y que hacía alusión
a todo lo que tenía forma circular, de donde nos ha quedado el nombre del dedo
anular o propio para llevar la sortija, y de donde nos viene también, a través
de otro sufijo de diminutivo (ANELLUM) el nombre del anillo. La palabra ANUM
servía en latín como metáfora para referirse al orificio en el que termina el
tubo digestivo, de donde nos viene a nosotros el nombre culto de ano,
del que ha derivado el adjetivo anal.
Muchas veces se
utilizan expresiones eufemísticas para no llamar al pan pan y al vino vino, es
decir, a las cosas por sus nombres comunes y corrientes. Entre nosotros han
hecho fortuna para referirse a “salva sea la parte” términos como trasero, asentaderas, posaderas, cachas o nalgas, y hasta glúteos,
que es vocablo más culto y helenismo, derivado del griego glutós. Para el médico especialista en esa zona se utiliza el
griego: proctólogo, que el diccionario de la RAEL define como el especialista
en proctología, y ésta (dado que proctos es el nombre del ano en griego) como conjunto de conocimientos y prácticas relativos al recto y a sus
enfermedades. En portugués, por su parte, se utilizan como
eufemismos traseiro y funda; y en italiano, sedere y deretano.
En sentido figurado
el culo de una cosa es su parte inferior o posterior (por ejemplo, el culo
de la botella, para referirnos al fondo). De ahí tenemos que la culata es la parte posterior de la caja
de las armas de fuego portátiles y el culatazo,
el golpe que se da con la culata. Existe la expresión el “culo del
mundo” para aludir al último rincón del globo, es decir, a un lugar muy
lejano. Tenemos
también la culera del pantalón, que es el remiendo que se ponía en los
fondillos de los pantalones. El adjetivo cular significa perteneciente o relativo al culo, pero hablando de morcillas o de chorizos culares aludimos a los
elaborados con la tripa más gruesa. Una
culada es un golpe de culo.
Disponemos también
de los verbos encular, vulgarismo
que se utiliza en lugar del culto sodomizar, de reminiscencias bíblicas, que
hace alusión a la práctica del coito anal en Sodoma y Gomorra; culear, con el mismo significado en muchos países de
Hispanoamérica -donde se oyen las voces malsonantes culiao y culiá en lugar de los participios culeado y culeada,
porque se ha roto el hiato "ea" diptongando en "ia", y ha caído la
oclusiva dental sonora intervocálica-, y con el de “menear el culo” entre nosotros, y recular,
que es préstamo francés sinónimo de
retroceder.
La palabra puede
desfigurarse con varios sufijos tanto de diminutivo (cul/ito, cul/ín,
cul/ete), como de aumentativo (cul/ón, cul/azo), según los
procedimientos habituales de nuestra lengua, exagerando algunos de sus rasgos
definitorios. A través del francés hemos tomado culotte y lo hemos castellanizado culotes, para los
calzones o bragas femeninas, y más en concreto para la prenda que usan los
ciclistas.
Igualmente hay
muchos compuestos con el primer elemento culi- seguidos de algún adjetivo o
participio como culiprieto,
culilimpio, culisucio, culigordo, culinegro, culirroto… El diccionario
de la RAEL sólo recoge culinegro
que define como “de culo negro”, pero no
los otros que hemos citado y que, sin
embargo, son producciones vivas que cualquier hablante de nuestra lengua
comprende enseguida inmediatamente.
En cuanto a algunas
expresiones abundantes en nuestra lengua que contienen esta palabra, se dice de
alguien que es un culo de mal asiento o un culo inquieto cuando
la persona no parece estar a gusto en ninguna parte, y necesita cambiar constantemente
de sitio. También hay expresiones
escatológicas como mandar
a alguien o algo a tomar por (el) culo, es decir, muy lejos, o lamer el culo a
alguien, que es una locución malsonante
por la repugnancia de la imagen que suscita,
y que significa adular servilmente a una persona para conseguir algo de ella, de donde procede también el compuesto lameculos, que se utiliza como sinónimo un tanto grosero del desusado tiralevitas.
Ir de culo es ir mal y la
expresión perder el culo, sin embargo, significa darse mucha prisa.
Resulta cómica porque alguien, por mucho que corra, nunca va a perder esa parte
de su anatomía… La expresión mojarse el culo es sinónima de comprometerse, por la reminiscencia del refrán "el que quiera truchas que se moje el culo";
es decir que para conseguir este pez de verdad hay que meterse al río, y
mojarse hasta las cachas, dado que la otra opción es la compra, previo
pago, en la pescadería de unas truchas que seguramente provendrán de una
piscifactoría.
La expresión, ya desusada, a
culo pajarero significa con el culo al desnudo o con el culo al aire, que es quedarse "en situación comprometida por haberse descubierto algo". Con el culo literalmente al aire se halla esta Venus Calipigia (o "Venus de las bellas –cali, como en caligrafía- nalgas –pigia-" o, con una traducción alternativa, "Venus de culo bonito"), expuesta en el Museo
Nacional de Nápoles, una estatua del período helenístico, siglo II antes de
Cristo. Se considera que se trata de la diosa Venus/Afrodita
mostrando sus nalgas generosas y caderas al público y a su propia consideración,
como si quisiera cerciorarse de que todo está en su sitio. La estatua, en lugar
de representar a la diosa, podría ser la viva imagen de una hetera o
prostituta. Hay quien ha llegado a identificarla , incluso, con una famosa “puella
gaditana”, una tal Teletusa, célebre por la sensualidad de su danza.
Venus Calipigia
Para los
aficionados al balompié, resulta curioso que llamen culés a los hinchas
del Barcelona FC, parece que el nombre viene de que en el primitivo campo de
fútbol los espectadores se sentaban
sobre la tapia, por lo que se llamaban culers en catalán, Se perdió la r final y la palabra quedó
reducida a su forma actual culé.
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