El poeta Ovidio, desterrado de Roma por el emperador Augusto, en Tomis, la actual Constanza (Rumanía) a orillas del Mar Negro, escribe a su amigo Cota Máximo una larga Carta desde el Ponto (I, 5) sobre las bondades de la literatura. En su destierro tiene que esforzarse por escribir en verso, que ya no le sale espontáneamente como en su juventud antes del exilio, pero tiene que hacerlo por la paradoja de que lo más útil es lo que no tiene ninguna utilidad práctica: la poesía como consuelo de males: el que canta su mal espanta, que dice nuestro refranero popular. Y es que el verso, a la vez que nos recuerda la prosaica cárcel en la que vivimos, nos consuela y libera de ella.
Cum bene quaesieris quid agam, magis utile nil est
artibus his, quae nil utilitatis habent.
(Ovidio, Epistulae ex Ponto I, 5, v. 53-54)
Estatua de Ovidio en Constanza (Rumanía)
Si con razón me preguntas que qué hago, no hay nada más útil
que estas artes que no tienen en sí utilidad.
oOo
Dice en alguna parte Théophile Gautier: Il n'y a de vraiment beau que ce qui ne peut servir à rien; tout ce qui est utile est laid, car c'est l'expression de quelque besoin, et ceux de l'homme sont ignobles et dégoûtants, comme sa pauvre et infirme nature.” – L’endroit le plus utile d’une maison, ce sont les latrines.
"No hay
verdaderamente bello más que lo que no puede servir para nada; todo
lo que es útil es feo, pues es la expresión de alguna necesidad, y
las del hombre son innobles y repugnantes, como su pobre y enferma
naturaleza. -El lugar más útil de una casa son las letrinas.”
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