No sé si aquella primer Ministro de
Defensa del reino de las Españas, q. e. p. d., que declaró una vez
a la prensa sin rebozo ni sonrojo alguno por su parte «Soy
una mujer pacifista», era consciente de
la contradicción lógica que suponía decir esas palabras y regentar a la vez
el Ministerio de Defensa.
Supongo que sí lo era, pero ella iba
más lejos aún y afirmaba sin empacho: «…y
el Ejército también es pacifista».
Quería convencernos la mujer con la mejor intención sin duda del mundo -y de las mejores intenciones está empedrado el infierno, como bien sabe don Pedro Botero-, de que el Ejército era una piadosa y sacrificada hermanita de la caridad armada con dos pistolas al cinto para caso de apuro, cuya misión era defender –de ahí el nombre ominoso y apotropaico que oculta la verdad– la convivencia de los pueblos en paz y armonía así como el escrupuloso respeto a los derechos humanos. Y lo decía muy seria, como si no fuera consciente del oximoro o estúpida agudeza que entrañaban sus palabras, convencida como sin duda estaba de que tenía que proclamar una cosa así por las exigencias del guión del cargo que ostentaba.
Napoleón como Marte pacificador, Antonio Canova (1810)
Quería convencernos la mujer con la mejor intención sin duda del mundo -y de las mejores intenciones está empedrado el infierno, como bien sabe don Pedro Botero-, de que el Ejército era una piadosa y sacrificada hermanita de la caridad armada con dos pistolas al cinto para caso de apuro, cuya misión era defender –de ahí el nombre ominoso y apotropaico que oculta la verdad– la convivencia de los pueblos en paz y armonía así como el escrupuloso respeto a los derechos humanos. Y lo decía muy seria, como si no fuera consciente del oximoro o estúpida agudeza que entrañaban sus palabras, convencida como sin duda estaba de que tenía que proclamar una cosa así por las exigencias del guión del cargo que ostentaba.
El oximoro es, según los manuales de retórica clásica, una contradictio
in terminis consistente en armonizar
dos conceptos opuestos, como si dijéramos una tesis y una antítesis
hegelianas, en una sola expresión formando así una síntesis o
concepto nuevo fruto de la contradicción, cuyo significado se
desprende no de su sentido literal, que sería absurdo (por ejemplo,
«un dolor placentero»), sino del sentido metafórico o
traslaticio creador de un nuevo concepto que trasciende los dos contrapuestos.
Un eximio oximoro es
“La paz es la guerra”,
que formuló Orwell en 1984.
La idea no es extraña. Es la “pax Romana” o, más modernamente,
“pax Americana”. Ya los romanos decían Si uis pacem para
bellum, que significa "si quieres la paz, prepara la guerra". Y
en ese sentido al dios de la guerra, al fiero y viejo
Mavorte, al padre Marte, que da nombre al planeta rojo por el color de la sangre derramada en todas las batallas, y que era según la mitología padre, efectivamente, de Rómulo y Remo, fruto de la violación de la vestal Rea Silvia, su madre, y por lo tanto de todos los
romanos, le aplicaban estos el controvertido epíteto de “pacifer”: MARS PACIFER:
Marte portador de la paz, Marte pacificador, el pacifista Marte,
igual de pacifista que Napoleón Bonaparte y que, mutatis mutandis, nuestra Ministro de entonces y seguramente
que la actual también.
Llamemos a las cosas
por su nombre: el Ministerio de Defensa es el Ministerio de la
Guerra, como bien se decía antaño, cuando las cosas
se denominaban por su nombre y al pan se le decía "pan" y
al vino "vino". Y la paz que supuestamente defiende ese Ministerio es, en palabras de la poeta Isabel Escudero, una "guerra disimulada": Tú crees que esto es la paz: esto es la guerra disimulá. Viene aquí muy a cuento aquella vieja sabiduría presocrática de Heraclito de que la
guerra es el padre de todo esto (y la madre, por lo tanto, que lo parió todo), que a unos los hizo
esclavos y a otros libres, a unos dioses y a otros seres humanos.
Pues bien, un borrador que
consta de 240 páginas y de diez unidades temáticas, elaborado por
el Ministerio de Educación (y adoctrinamiento) y el de Defensa (o, mejor dicho, de la Guerra) del
Gobierno de España, y dirigido a las tiernas criaturas que padecen
la educación primaria desde los 6 hasta los 12 años de edad a lo
largo y ancho de seis cursos escolares consecutivos, lleva por título
“Proyecto Conocimiento de la Seguridad y la Defensa en los centros
educativos”, y pretende reforzar la imagen de las Fuerzas Armadas y
de la monarquía españolas.
Materiales curriculares para educación primaria.
La justificación del
despropósito pedagógico la encuentran sus promotores en nuestra
sacrosanta Constitución, dado que uno de sus artículos, el número
30, prescribe el derecho y el deber de todo españolito y toda
españolita de defender a España, por si a alguien le había pasado
desapercibido. El Gobierno de España, cuyo jefe de Estado es el Rey
y, a la sazón, Jefe de las Fuerzas Armadas, quiere llevar estos
materiales curriculares a todos los colegios de primaria públicos y
privados asociándolos a las diversas áreas y asignaturas, ejes transversales de
inculcación de valores así como a las actividades
extraescolares.
Cualquier día volverán nuestros hijos del colegio a casa cantando aquello de “soldadito español, soldadito
valiente”, y diciendo rebosantes de ardor guerrero que quieren inmolarse y aun crucificarse como
Jesucristo en aras de la patria, reviviendo el ominoso verso horaciano dulce et decorum
est pro patria mori, y canturreando: Por ti, Patria, por ti sola mi vida a los
mares di, por ti al peligro ofrecí mis obras y pensamientos ¡en la
Rosa de los Vientos me crucifico por ti! Y cuando les preguntemos qué han aprendido ese día en la escuela nos contarán que han
estado jugando en el patio del colegio a la guerra con armamento ligero... "-¿Con qué?" Preguntaremos incrédulos y horrorizados nosotros. Y nos responderán orgullosos: -Con pistolas, papá, con pistolas, que no te enteras. Parece mentira que no sepas qué es armamento pesado y armamento ligero...Y a nosotros nos dará un pasmo y nos preguntaremos, horrorizados e incrédulos, ¿cómo es posible que se les enseñe eso ahora en la escuela a estas tiernas criaturitas?
Los responsables de semejante
desaguisado pedagógico justifican la inclusión de contenidos
militaristas y belicistas en la educación de los niños desde su más
tierna infancia en el nombre, faltaría más, de la defensa de la paz
a tiro limpio, si hace falta, en todos los rincones del mundo donde
actúan nuestras Fuerzas Armadas.
El Gobierno de España también
contempla que los profesores, cómo no, reciban formación que mejore
sus conocimientos relacionados con la paz, la seguridad y la defensa
de España, acreditándose a tal fin (un crédito se traduce en 10
horas de adoctrinamiento y de deformación profesional).
Ya habíamos asistido algunos de nosotros perplejos e impotentes hace algunos años a la presencia eventual de algunos militares en algunos de nuestros centros educativos de secundaria. Recibíamos de cuando en cuando la visita de algún mílite glorioso, organizada generalmente por el Departamento de Orientación, que venía a informar, y eventualmente a reclutar, a nuestros alumnos y alumnas de las bondades que ofrecía el Ejército de cara a la incorporación al mercado laboral, ofreciéndoles una salida pro-fe-sio-nal, insistían mucho en este palabro, y una vida de emocionante servicio a los demás y de aventura...
Ya habíamos asistido algunos de nosotros perplejos e impotentes hace algunos años a la presencia eventual de algunos militares en algunos de nuestros centros educativos de secundaria. Recibíamos de cuando en cuando la visita de algún mílite glorioso, organizada generalmente por el Departamento de Orientación, que venía a informar, y eventualmente a reclutar, a nuestros alumnos y alumnas de las bondades que ofrecía el Ejército de cara a la incorporación al mercado laboral, ofreciéndoles una salida pro-fe-sio-nal, insistían mucho en este palabro, y una vida de emocionante servicio a los demás y de aventura...
Materiales curriculares para educación primaria
La apuesta por una cultura de paz en la educación pasa, contra lo que pretenden estos materiales, por denunciar esta lógica militar que nos quieren ahora inculcar, pasa también por llamar a las cosas por su nombre (por ejemplo "invasión" y no "asistencia", sarcástico y sangriento eufemismo, como hacen insidiosamente en el temario del anteproyecto a la invasión de Iraq que perpetraron, entre otras, las tropas españolas), y pasa también por proclamar que si civil se contrapone a militar, civilizado es lo contrario de militarizado, desmontando así los supuestos valores de la llamada “Cultura de la Defensa”.
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