La expresión latina “taedium
uitae” (aborrecimiento de la vida), esbozada en Séneca, aparece como tal
por primera vez en autores como Tácito, Plinio el Viejo y Aulo
Gelio, y de ahí se extiende a la literatura cristiana, donde designa
el disgusto por la vida terrenal, y se acompaña muchas veces como lógica consecuencia del
“desiderium
mortis” (deseo de la muerte).
¿Cómo no recordar aquí el “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero” de Teresa de Ávila?
Llega después hasta la literatura moderna, donde son numerosísimos los testimonios de este hastío de vivir que se hace endémico en el siglo XIX y XX: Gabrielle D' Annunzio, Oscar Wilde, Herman Hesse, Jean Paul Sartre, Giacomo Leopardi, que lo denominó en italiano “noia di vivere”, o Fernando Pessoa, que lo clavó en este aforismo: El tedio no es la enfermedad del hastío de no tener nada que hacer, sino la enfermedad más grave de sentir que no vale la pena hacer nada.
Muerte de Marat (David) / Epigrama 472 B Antología
Griega VII (Leónidas de Tarento)
¿Cómo no recordar aquí el “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero” de Teresa de Ávila?
Llega después hasta la literatura moderna, donde son numerosísimos los testimonios de este hastío de vivir que se hace endémico en el siglo XIX y XX: Gabrielle D' Annunzio, Oscar Wilde, Herman Hesse, Jean Paul Sartre, Giacomo Leopardi, que lo denominó en italiano “noia di vivere”, o Fernando Pessoa, que lo clavó en este aforismo: El tedio no es la enfermedad del hastío de no tener nada que hacer, sino la enfermedad más grave de sentir que no vale la pena hacer nada.
La palabra “taedium”es
el origen de nuestro tedioso tedio. Significaba cansancio, fatiga,
aversión, repugnancia, asco, aburrimiento... La encontramos en
“fastidium”, que es un compuesto de *fastitidium donde se ha
evitado por haplología la repetición cacofónica de la sílaba -ti-, compuesto de "fastus"
(orgullo, altivez, altanería, desdén)
y "taedium" (molestia, disgusto...).
La palabra "fastidium" evoluciona al castellano dando origen a un doblete: el cultismo fastidio y la palabra
patrimonial hastío, en la que ha desaparecido la f- inicial dejando
el recuerdo ortográfico e innecesario de una hache, y ha desaparecido también la -d- intervocálica como lo sigue haciendo en nuestros participios: *hablao, y, en el sur, *venío.
Se ha relacionado a veces
la depresión, la melancolía y el “taedium uitae” con órganos
de nuestro cuerpo buscando una explicación fisiológica de tales males. Prueba de ello es la palabra spleen, que tiene su origen en el
griego σπλῆν σπληνός ὁ —splḗn, que era el nombre
de la glándula del bazo. En inglés asimismo quiere decir bazo,
escrito spleen. El diccionario de la Real Academia Española acepta
la grafía "esplín", adaptada de la pronunciación
inglesa, y define el término como “melancolía, tedio de la
vida”. En francés, spleen representa el estado de
melancolía sin causa definida o de angustia vital de una persona,
que acertó a poetizar Baudelaire.
Contra esta melancolía
atrabiliaria -ambas palabras, griega la primera y latina la segunda
significan como calcos semánticos que son la misma cosa: bilis
negra-, encontramos en cambio el antídoto de una sentencia medieval
donde se dice que es la cosa más tonta (lo más necio o estúpido
que hay) el desiderium mortis que podría llevarnos a acelerar el
viaje al Orco, es decir, a los infiernos por hastío de la vida. Así
reza en latín: Taedio uitae properare ad Orci iter
stultissimum est.
¿Cual fue la poetizacion de Baudelaire?.
ResponderEliminarLo que le sigue entiendo es una sentencia medieval.
Con la "poetización de Baudelaire" me refería a su obra titulada precisamente "Spleen de París", su colección de poemas en prosa también conocida como "Pequeños poemas en prosa", donde refleja el taedium de la vida parisina.
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