Boca se decía en latín clásico OS,
palabra de la que sólo nos han quedado algunos cultismos en español, como por
ejemplo el diminutivo ósculo, literalmente “boquita”,
usado con el significado de beso respetuoso o afectivo que se da con la boca
cerrada, o el curioso verbo oscilar, que significaba moverse o
balancearse como hacían los OSCILLA,
o mascarillas que se colgaban de los árboles como ofrenda a varias divinidades, sobre todo al dios Baco
en relación con la cosecha de las viñas. Los OSCILLA eran por lo tanto boquitas
o, tomando la parte por el todo, caritas. Como los OSCILLA
se movían cuando soplaba el viento, el verbo OSCILLARE pasó a significar moverse por efecto del viento, y de ahí
nuestro oscilar y nuestras oscilaciones.
La raíz OS se convierte en OR-
modificada en función de la aplicación de lo que se conoce como ley del
rotacismo, por la que una –S- entre vocales se convertía en –R-, por ejemplo rus en singular, el campo, y
rura, en plural, los campos, de donde tenemos los adjetivos rústico y rural. El plural de OS, como neutro que es, era *OS-A, que por el rotacismo pasó a OR-A. De ahí procede el cultismo oral, relativo o
concerniente a la boca; orificio,
utilizado por extensión para cualquier abertura o agujero, y el verbo orar
con su significado de “hablar por la boca y pedir algo” y su numerosa corte de derivados
como: orador, oratoria, oratorio, oración, oráculo, adorar,
e inexorable, uno de esos palabros que tanto gustan a los políticos, un imble, como los llama Rafael Sánchez
Ferlosio a los adjetivos que empiezan por “in”, que es el prefijo
negativo, y que acaban por “ble”, sufijo
que significa que algo puede ser y que es susceptible o digno de algo, pero que al estar negado
por el prefijo resulta que no, que es imposible, que
es el paradigma de todos ellos. Inexorable: que no se puede
conseguir con ruegos oratorios
y por lo tanto es
inevitable. Gustan nuestros políticos de convertir estos adjetivos que
les son tan gratos en adverbios en -mente, con lo cual crean unas
palabras inexorablemente largas y monstruosas, cuyo
significado último es que la realidad es como es y que las cosas son
como son y que ellos, aunque a veces lo prometan para conseguir votos, no van a querer ni a poder cambiarlas, o si acaso las cambian es para que en el fondo permanezcan igual.
Pero nuestra boca, la castellana,
catalana, gallega y portuguesa, no
viene del culto OS, sino de la palabra latina más vulgar BUCCAM, de donde proceden también el francés bouche, el italiano bocca y boccata, y el rumano bucal.
La evolución de BUCCAM es muy sencilla: Tras la pérdida
inexorable
de la -M final de los acusativos latinos, que sólo conservamos en
latinajos como currículum, referéndum, médium y demás, BUCCA, la U breve y tónica cambió su timbre a
O, BOCCA, y la C geminada se simplificó,
BOCA.
Como derivado culto de BUCCAM tenemos el adjetivo bucal,
palabras patrimoniales tenemos muchas más, como por ejemplo bocado
y bocadillo,
que, como diminutivo de bocado, significaba en principio pequeña
porción de comida, y que hoy en día entendemos siempre metido en un panecillo
abierto en dos mitades. El término coloquial bocata -¿tomado del italiano boccata?- que vale por bocadillo también procede en último término de BUCCAM.
Bocanada es otro derivado
de boca,
que en principio alude lo que se puede tener en la boca, líquido, humo
o, simplemente, aire fresco.
El verbo boquear significa en
principio abrir la boca, aunque también puede connotar expirar, es decir, llegar
al final porque uno lo hace por última vez.
El boquerón, también llamado
bocarte, es un pez similar a la
sardina, aunque más pequeño, con el que se preparan las anchoas cuando se mete
en salazón, y que se denominó así por su gran boca un tanto desproporcionada
con el resto del cuerpo.
Un boquete es una brecha o
rotura en una pared o muralla, una boca que se le abre a algo,
metafóricamente hablando.
Boquilla es un diminutivo
de boca,
con varios significados relacionados con instrumentos musicales o con el
tabaco, entre otros.
Un bocazas es alguien que
habla por los codos, más de lo que aconseja la discreción, alguien en
definitiva que no tiene en cuenta que por la boca muere el pez y que en
boca cerrada no entran moscas, y que no valora lo suficiente el silencio
en un mundo tan ruidoso como en el que nos ha tocado vivir.
El verbo abocar también deriva de
boca. Tenía un significado primitivo de derramar el contenido de un
recipiente en otro, para lo que es menester arrimar las bocas de ambos, y
de ahí ha desembocado en acercarse
a la supuesta “boca” de algo, por
ejemplo en una frase como: Muchos jóvenes
están abocados al paro.
Otro verbo derivado de BUCCAM es embocar,
que en principio significa tragar algo con la boca,
y su contrario desembocar,
que significaría salir como por una boca, como hacen los ríos cuando desaguan
en otro río, en un lago o en la mar salada.
Desbocar es otro verbo
que se utiliza sobre todo cuando se habla de caballos desbocados, es decir, que
no obedecen al freno que se les pone en la boca.
De bucca probablemente
existió en latín vulgar un adjetivo *bucceus o *buccius “relativo a la
boca”,
que aunque no está atestiguado, explicaría el origen de nuestro bozo, el nombre del vello que apunta sobre
el labio superior de los jóvenes antes de salirles la barba, y, derivado del bozo sería
el
bozal, que se les pone por ejemplo a los perros para que no muerdan,
con lo que se les tapa la boca. Embozar sería cubrir la
parte inferior del rostro, de ahí que el embozo de la sábana de la cama sea
la doblez que toca al rostro, propiamente a la boca. Y de ahí no hay ya
más que un paso para explicar el significado de rebozar: cubrir y por lo
tanto ocultar el rostro con la capa o el manto, y, pasando a la gastronomía, recubrir un
alimento con huevo batido, harina, pan rallado, miel, y un largo etcétera.
Hay además en nuestra lengua
numerosos compuestos cuyo primer elemento es la boca que nos ocupa: bocacalle,
bocamanga o boquiabierto, que no necesitan mucha explicación.
Posiblemente, la palabra buche,
con el significado habitual de bolsa o papo que comunica con el esófago de
las aves donde se reblandece el alimento, y, por extensión, estómago en general,
y sus derivados embuchar y desembuchar podría derivar también de buccam..
En Roma se encuentra una de las
bocas más célebres del mundo, la Bocca
della Verità, es decir, la boca de la verdad. Un rostro de
mármol en forma circular ubicado en la iglesia medieval de Santa Maria in Cosmedin, ante el que hacen cola los turistas que
visitan la ciudad eterna para hacerse la típica foto metiendo su mano en la boca. La máscara, que tiene un diámetro de algo
más de un metro y medio, data del siglo I, y representa un rostro masculino con
barba en el cual los ojos, la nariz y la boca están perforados y huecos. Probablemente
este mármol fuera una fuente o la tapa de una alcantarilla, hallado como fue
cerca de la Cloaca Máxima.
Cuenta la leyenda que el que mete
su diestra en la boca debe hacer alguna
afirmación ante los presentes; si esa afirmación no fuera cierta, se cerraría la boca de la verdad y el
que ha metido la mano la perdería de un mordisco
de la marmórea efigie, quedándose manco para siempre. ¿Alguien se
atreve a meter la mano, después de esto, y decir algo en el acto que sea
verdadero de verdad? ¿Qué hará la bocca della verità si le decimos algo así como que la verdad es que no hay verdad?
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