Aunque resulte un tanto
problemático incluir el alma entre las partes del cuerpo
humano, vamos a tratarla a ella, que es tan incorpórea y sutil, a ella, que es la conciencia imaginaria del
cuerpo, como si fuera una parte más del
todo, y, procediendo como Jack el Destripador, nos toca en nuestro despiece
vérnoslas ahora con el alma inmortal.
La palabra alma viene del latín
ANIMAM, que en principio significaba aire
y aliento vital. Tras la pérdida de la –M final del acusativo, nos encontramos
con el cultismo ánima. Las ánimas son las almas de los difuntos
que penan en el purgatorio, si es que sigue existiendo tal cosa, antes de alcanzar la gloria bendita del cielo. La palabra ÁNIMA, que es esdrújula, aunque se
conserva por la vía culta y eclesial, que es la vía escrita, por la otra vía,
por la oral y popular, evoluciona a ANMA, tras la pérdida de la vocal átona de
la sílaba interior; y en ANMA se produce una disimilación parcial que obliga a
la primera sonante nasal a convertirse en líquida, esto es, en L (en R en
algunas zonas dialectales del español, donde se dice mi arma en vez de mi alma) con lo que ya tenemos el resultado de
ALMA.
En castellano, gallego y
portugués decimos alma, pero
conservamos el cultismo anima, en francés se dice âme, en italiano anima, en
rumano inima, donde vale por corazón, y en provenzal coexisten anma
y arma.
En cuanto a los derivados cultos,
tenemos el adjetivo anímico y el sustantivo animismo. Clasificamos a los seres
en
animados e inanimados, siguiendo el criterio de que el ánima es el
principio vital, por lo que los seres animados son los seres vivos y los inanimados,
con prefijo negativo in-, los inertes. Tenemos también el adjetivo y sustantivo
animal,
con el sentido de ser vivo o animado, y el verbo animar, y los dibujos animados
o dotados de vida y movimiento.
Hemos de considerar como caso
aparte el sustantivo derivado ya en latín, ANIMUS,
que evoluciona a ánimo, en castellano. Aunque el latín no es una lengua que se
prodigue mucho en palabras compuestas, no tanto al menos como el griego, aquí
tenemos unas cuantas derivadas de animus
precisamente, que conservamos en numerosos cultismos: ecuánime, exánime, magnánimo, pusilánime y
unánime. El primero está formado por el adjetivo aequus –a –um, que significa igualitario, justo y equitativo, por
lo que unido a animus, una persona ecuánime
es alguien de juicio imparcial y de ánimo justo. El segundo, exánime, está
formado con la preposición ex, que
significa “fuera de”, como cuando
decimos ex novio para calificar a alguien que ha dejado de ser lo que era, y animus con el significado de principio
vital, vida, por lo que viene a ser lo mismo que muerto o sin señales de vida
aparente. El tercero está hecho con el adjetivo magnus
–a –um, que quiere decir grande, por lo que magnánimo es aquel que
tiene un espíritu amplio y generoso. El cuarto se forma a partir del adjetivo pusillus –a –um que significa pequeño,
débil, flojo, por lo que alguien calificado de pusilánime es lo mismo
que si dijéramos que es falto de ánimo y de valor para afrontar la realidad y
su falsedad consustancial. El quinto y último está compuesto por unus –a –um y animus, por lo que unánime
quiere decir si se aplica a personas que tienen el mismo parecer, la misma
opinión, el mismo ánimo, y si se aplica a los ánimos que muchas personas
coinciden en ellos.
Del verbo SPIRARE, que en
principio significaba soplar, tomar aliento, expeler aire, exhalar un olor,
derivó SPITITUM, que propiamente significa “soplo, aire”, y que al evolucionar
al castellano dio espíritu siendo una de las pocas palabras latinas que, por
influjo de la lengua escrita de los textos considerados sagrados, ha conservado
la U final tras la caída de la M del acusativo, habiendo desarrollado una e protética
delante de la S-inicial seguida de consonante o S- líquida. Esta palabra, que
entra dentro del campo semántico del alma que tratamos, ha dado origen al
adjetivo espiritual y a la espiritualidad pero también al
espiritismo o supuesto trato con los espíritus de los muertos,
a través de un intermediario que entra en trance y se comunica presuntamente
con ellos y que se denomina con el latinajo médium. En relación con
el significado propio de “soplo, aire”, tenemos en castellano el adjetivo espiritoso,
que hace referencia al vapor sutilísimo que exhalan el vino y los
licores. En inglés spirits, en plural, son bebidas con alta graduación alcohólica.
Del verbo SPIRARE, que evoluciona
a espirar,
es decir, tomar y echar aire, conservamos muchos otros verbos derivados, que
ya existían en latín, aspirar (de AD-SPIRARE), echar el aliento hacia algo,
conspirar (de CON-SPIRARE), respirar con otros, alentar
lo mismo que otros, expirar (de EX-SPIRARE), exhalar el aire y hacerlo por última
vez, por lo tanto, morir, inspirar (de IN-SPIRARE) inhalar
aire, infundir, respirar (de RE-SPIRARE) soplar una y otra vez, suspirar
(de SUB-SPIRARE) respirar hondo, desde abajo, y transpirar , que no
existía en latín, sino que se creó en las lenguas modernas, con el significado
del prefijo latino TRANS- , a través de, por lo que significaría “respirar a
través de algo”.
Tomémonos un respiro, y pasemos al
griego psyché, que viene a ser el
equivalente semántico de ANIMA (alma, principio vital, espíritu) y de MENS
(mente, inteligencia), y observemos el amplísimo campo de helenismos que
conservamos en las lenguas modernas, relacionados con la psique y lo psíquico: por un lado la psicología o ciencia que
estudia el comportamiento de la mente humana, y por otro la psiquiatría, que como
especialidad médica se ocupa de su salud.
La Real Academia permite que se
escriba sicología y siquiatría, que responden a nuestra
pronunciación, en lugar de psicología y psiquiatría,
pronunciar
cuya P nos supone un esfuerzo ímprobo. Sin embargo, en inglés, francés,
alemán
(e incluso italiano) se mantiene sin ningún problema. Esto unido a que
la letra
griega psi se ha convertido en el
anagrama de los psicólogos hace que se conserve. Parece que a los
psicólogos y
psiquiatras no les gusta que se les quite la P inicial, porque es como
si le faltara algo a su oficio, es como si le quitara gravedad y
seriedad, lo que
unido a que la sicología sin pe
inicial es la ciencia que se ocupa del estudio de los higos hace que se entienda mejor su resistencia.
La letra griega mayúscula Psi se
utiliza, sobre todo en el mundo anglosajón, como anagrama de la palabra
psicología.
Uno de los más bellos relatos que
nos ha transmitido la antigüedad es el cuento de Alma y Amor, o de Psiqué y
Cupido, inserto como cuento independiente en la novela latina Metamorfosis o El asno de oro de Apuleyo. En
este cuento la bella Psiqué, vamos a conservar la acentuación
aguda griega de la palabra, es castigada por la diosa Venus a que todos
los príncipes de este mundo se olviden de ella, porque les parecerá
inalcanzable, y a que de ella se enamore el ser más horrible que haya en
el mundo: la Bestia del cuento. El encargado de que se cumpla
el enamoramiento es, como siempre, el hijo de la diosa, Cupido, alegoría del Amor, quién cuando ve a
Psiqué, por su parte, no puede evitar caer rendido ante su
suprema belleza y enamorarse perdidamente de ella, porque lo que sugiere
el relato es que el monstruo más monstruoso que hay en el mundo es el
propio Amor.
Tenemos, pues, al cazador cazado,
al Amor enamorado de una bellísima doncella con nombre parlante: Psiqué, el alma.
Una vez celebradas las nupcias, una boda en la que parecía que la novia
se casaba con la propia muerte, el Amor arrebata
a la doncella y se la lleva consigo a un palacio maravilloso de ensueño
donde
ella y él son inmensamente felices, pero el esposo le impone una
condición a la
amada difícil de cumplir: no puede ver de día al amado ni saber quién
es, sólo se encontrarán en la oscuridad de la noche en la alcoba.
La curiosidad de Alma, despertada
por sus malvadas hermanas que envidian su felicidad, hace que una noche después
de hacer el amor con su marido, cuando él se da la media vuelta y se duerme,
ella acerque una candela para ver su rostro: el amado se despertará sobresaltado y
abandonará a Alma, que se verá así desanimada y condenada a vivir sin Amor, el monstruo más hermoso
que podía haber. Ha perdido el amor cuando lo ha conocido, cuando ha descubierto que su marido, la Bestia, era el Amor.
Comienza entonces la larguísima
peregrinación de Alma por el mundo en busca del amado… Tras la superación de
varias pruebas que le son impuestas, Alma, casi exánime, es perdonada por la diosa, y le
concede a su hijo el Amor que se una con ella, a la que le regala como recompensa el don de la
inmortalidad. Desde entonces, el Alma, unida al Esposo, es inmortal; y de su
sagrado matrimonio nace una niña que llevará el nombre latino de Voluptas, la
voluptuosidad, o sea, el placer.
La famosa escultura de Antonio
Canova, conservada en el museo del Louvre de París, representa la unión de
Alma y el alado Amor.
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