Seguimos con este repaso de la anatomía, descuartizando el cuerpo humano, y nos ocupamos hoy de la rodilla. Rodilla se decía en latín clásico GENU, un sustantivo neutro de la cuarta declinación, que se
conserva casi tel quel en el francés genou y en las restantes lenguas romances, como veremos luego, a excepción de la
nuestra, donde se ha sustituido por otro término también de origen latino.
De GENU procede, sin embargo, nuestro cultismo genuflexión, o doblamiento que se hace de la rodilla, es decir, arrodillamiento. Es la genuflexión, precisamente, una costumbre muy antigua, nacida, dicen unos, en la Edad Media. Los caballeros, en efecto, al ser armados como tales o al presentarse ante su señor, se inclinaban ante él hincando la rodilla derecha en señal de vasallaje, lo que indicaba tanto sumisión como respeto, igual que, al parecer, se sigue haciendo hoy ante el Rey o la Reina, según manda el protocolo de la Casa Real (?).
De GENU procede, sin embargo, nuestro cultismo genuflexión, o doblamiento que se hace de la rodilla, es decir, arrodillamiento. Es la genuflexión, precisamente, una costumbre muy antigua, nacida, dicen unos, en la Edad Media. Los caballeros, en efecto, al ser armados como tales o al presentarse ante su señor, se inclinaban ante él hincando la rodilla derecha en señal de vasallaje, lo que indicaba tanto sumisión como respeto, igual que, al parecer, se sigue haciendo hoy ante el Rey o la Reina, según manda el protocolo de la Casa Real (?).
La genuflexión
se hace siempre con la rodilla
derecha llevándola hasta el suelo e inclinando la cabeza. Por ser signo
de reverencia, lo adoptó la iglesia católica reservándolo al Santísimo
Sacramento y a la Santa Cruz en la
liturgia del Viernes Santo, pero no debía hacerse ante imágenes
marianas, es decir de la virgen María, o de los santos. El gesto se ha
convertido en uno de los más clásicos para expresar la adoración y el
reconocimiento de la grandeza de Cristo, o también de humildad y
penitencia.
Otra cosa distinta es orar de rodillas, la doble
genuflexión, que como tal se ha suprimido de la liturgia católica de la misa,
aunque algunos fieles sigan practicándola. La genuflexión es signo de adoración y sumisión a Dios –hágase tu
voluntad, fiat uoluntas tua, que se
decía en latín cuando la misa se decía como Dios manda– y se considera como el
acto supremo de reverencia del rito católico.
Pero el origen de la genuflexión
podría buscarse mucho más atrás en la historia, podemos remontarnos a
los romanos. En el imperio romano Diocleciano y Maximiano la exigen como
saludo a los augustos.
Algunos historiadores atribuyen la persecución que ambos
emperadores desataron contra la Iglesia a la negativa de los cristianos
primitivos a someterse a esta norma, aunque lo cierto es que la genuflexión continuó en vigor
con los emperadores cristianos posteriores.
Pero podemos remontarnos un poco más
atrás todavía en la historia, y encontrarnos con uno de sus testimonios más
antiguos, si no el más antiguo que conocemos: la prosquinesis,
literalmente "movimiento hacia delante", que es como
se llama en griego a la costumbre nacida en el imperio persa de los
Aqueménidas de saludar al Gran Rey o Rey de Reyes postrándose ante él.
Con tal gesto se hace hincapié en la diferencia que separa al
soberano aqueménida de los súbditos mortales sujetos a su cetro.
Cuando Alejandro Magno conquista Persia,
se considera el heredero legítimo de los aqueménidas e impone el rito palaciego
de la prosquinesis, lo que origina enormes protestas entre sus
viejos
compañeros macedonios y griegos, que se resisten a rendirle ese tributo
que consideran bárbaro e indigno de hombres libres como presumen de ser
ellos todavía.
La
prosquinesis, precisamente, la
practican los Magos de Oriente -no en vano Melchor, Gaspar y Baltasar
eran astrólogos persas- cuando se presentan en el portal de Belén a
adorar al recién nacido y ofrecerle su tributo de oro, incienso y mirra,
como podemos ver en este fresco de Giotto, donde el primer rey se arrodilla ante el niño Jesús:
Hay una frase célebre en torno al simbolismo del arrodillamiento que se ha
puesto en boca de muchos revolucionarios: “Vale más morir de pie que vivir de rodillas (o arrodillado)”.
He visto que se discute mucho su autoría, atribuyendo la mayoría su
creación al revolucionario mexicano Emiliano
Zapata. Lo cierto es que entre nosotros la popularizó Dolores Ibárruri,
alias La Pasionaria, la heroína comunista que pronunciaba durante la
guerra civil española discursos incendiarios que levantaban pasiones,
dada su habilidad oratoria, y se ha atribuido después a Ernesto Ché
Guevara.
La frase juega con
el simbolismo “de pie” frente a “de rodillas”, y con la antítesis vida/muerte.
En cuanto al simbolismo del pie y la rodilla, está claro, según lo que llevamos
visto, que estar de pie significa no doblegarse ante nada ni ante nadie,
mientras que el simbolismo de arrodillarse conlleva sumisión y reverencia servil: la del súbdito
ante el monarca, la del vasallo ante el señor, la del creyente ante la majestad de su Dios.
Otros dos derivados cultos de GENU, además de genuflexión, son ingenuo y genuino. Comencemos por
el segundo, para testimoniar que un padre reconocía a un recién nacido como
hijo suyo y lo admitía en su familia en la antigüedad, el padre lo levantaba del suelo, donde
había sido colocado, y lo ponía sobre sus rodillas; el niño que había sido
reconocido así era denominado GENUINUS. De
este rito tenemos noticias por la literatura; por ejemplo en el libro noveno de
la Ilíada de Homero, vv. 454-456, se queja Feniz, compañero de Aquiles, de cómo su padre Amíntor lo maldijo por haber
seducido a su manceba: “... en gran maldición me maldijo, / que en sus rodillas
jamás asentara un nieto querido / hijo de mí, y le cumplían los dioses el voto
maldito.”
Cuando
este rito de
reconocimiento cayó en desuso, los hablantes latinos ya no relacionaban
la palabra
GENUINUS con GENU, o al menos no se explicaban su razón de ser, y
preferían
relacionarla con otra palabra latina muy parecida GENUS, de la tercera
declinación, que significaba “género, origen, familia”, de ahí que
reinterpretaran el significado del adjetivo como "familiar, original, sui géneris, propio de su género", significado con que ha llegado hasta hoy. GENUINUS se aplicaba sólo a cosas con el significado
de innato, auténtico.
Lo mismo le sucede a INGENUUS, aunque se discute su origen: hablando de personas, los ingenui eran los nacidos de padres
libres, los nobles, ya que habían sido reconocidos; hablando de cosas, las
naturales o dignas de un hombre libre, y de ahí vendría el significado actual
de delicado, distinguido.
En
latín vulgar, sin embargo, para referirse a la rodilla se prefería la
forma GENUCULUS, que es el diminutivo de GENU, a la forma clásica GENU,
como sucedía también con la oreja, que se denominaba AURÍCULA con la
forma del diminutivo antes que con AURIS. De este
diminutivo viene la forma italiana ginocchio, la rumana genunchi, el catalán genoll,
el gallego xenollo y el portugués joelho. De este diminutivo nos
viene a nosotros, asimismo, la expresión un tanto arcaica ya “de
hinojos”, con el significado de “de rodillas”.
Como
hinojo era el nombre de una
planta en castellano (procedente de FENICULUM, de donde salió la fermosa
moza de la Finojosa), se prefirió denominar a la rodilla con otra
palabra, que
fue ROTAM, que en principio era el
nombre de la rueda, por la función del hueso de la rodilla, que
se llama ROTULAM, de donde viene
nuestro cultismo rótula, pero se usó el diminutivo: al fin y al cabo la rodilla,
por mucha forma de rueda que tenga, no deja de ser una rodecilla, es decir, una
rueda no muy grande. Este diminutivo fue ROTELLAM,
de donde nos viene el cultismo rodela, y la palabra patrimonial rodilla,
estando atestiguado rodiella, por ejemplo en los
Milagros de Nuestra Señora de Berceo “Essi por qui tu ruegas, fincada
tu rodiella”: Ese por el que
ruegas, hincada tu rodilla.
De rodilla tenemos rodillera, que es la pieza o remiendo que se echa a la ropa en la parte de la rodilla, o también lo que se pone para comodidad, abrigo, adorno o protección de la rodilla. Pero una rodilla
también es en castellano "una almohadilla circular -de ahí la
comparación con la rueda- que se pone sobre la cabeza para soportar un
peso", de donde luego se generaliza el uso como trapo cualquiera que
sirve para limpiar.
En relación con ROTA, el nombre de la rueda, tenemos muchos derivados que nos llevan muy lejos de la rodilla, pero que tienen que ver con la rotación, rotatorio, rotativo, el rodaje, el ruedo, el rodeo y el verbo rodear.
El rodillo es
el cilindro que se hace rodar por el suelo para llevar o arrastrar, por
ejemplo, cosas de mucho peso. El hecho de que sea el masculino de rodilla
no debe hacernos pensar en el supuesto sexismo de la lengua, sino en el
procedimiento gramatical que tiene esta de crear nuevos términos
atribuyéndoles un género gramatical distinto: no es más que economía del
lenguaje lo que diferencia a las rodillas de los rodillos, a las pozas de los pozos, o más a lo culto, a las rótulas de los rótulos.
El masculino, por cierto, de RÓTULA, que es RÓTULO, evolucionó a rollo, la primera forma que tuvieron los libros en nuestro mundo -el rollo de papiro-, y de este rollo, surgieron verbos tan ilustres como arrollar, enrollar y desarrollar.
buenisimo ! muchas gracias
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