miércoles, 15 de agosto de 2018

Camus y Sísifo

Albert Camus, Premio Nobel de Literatura de 1957, es el autor francés más leído fuera de su país. Destacan, por ejemplo, entre sus obras su novela corta El extranjero, traducida a casi todos los idiomas, y su ensayo El hombre rebelde. Por su relación con la cultura clásica, cabe citar su obra de teatro  Calígula, una tragedia basada en la biografía del célebre emperador romano muchas veces representada, que constituye una crítica absoluta del Poder. 

En La Crisis del Hombre escribe sobre la ejecución de Sócrates: "La decadencia del mundo griego comenzó con el asesinato de Sócrates. Y se ha matado a muchos Sócrates en Europa desde hace algunos años. Es una indicación. Es la indicación de que sólo el espíritu socrático de indulgencia hacia los otros y de rigor hacia uno mismo es peligroso para las civilizaciones del crimen. Es, pues, la indicación de que sólo este espíritu puede regenerar el mundo".


Muchos no le han perdonado a Camus que fuera un libertario enemigo de cualquier dogma, y que se hubiera enfrentado al Partido Comunista Francés denunciando los crímenes del estalinismo, lo que le enemistó con su amigo y también escritor y filósofo Jean Paul Sartre. Pero Sartre, a fin de cuentas, era dentro de la gauche divine un pro-sistema, valga el neologismo, mientras que Camus se reveló y se rebeló como un anti-sistema, por lo que todavía es mirado con algún recelo en Francia por políticos e intelectuales. Quizá por eso la celebración del centenario de su nacimiento pasó bastante desapercibida en el país vecino en 2013. Camus murió a los cuarenta y seis años víctima de un accidente de automóvil.





Albert Camus, autor de Le mythe de Sisyphe,  dejó escrito en El verano: "Los mitos no tienen vida por sí mismos. Esperan que los encarnemos. Que un solo hombre en el mundo responda a su llamada, y nos ofrecen su savia intacta". Vio en Sísifo, como también había visto en Prometeo encadenado, el ejemplo de la condición humana, cómo todos estamos condenados igual que este personaje de la mitología clásica a cargar con una roca que será preciso volver a retomar una y otra vez, haciendo un esfuerzo ímprobo y absurdo.  


Sísifo fue un bandido al que dio muerte el héroe Teseo, y que fue condenado en el más allá a un suplicio eterno: a hacer subir sin descanso por una pendiente una gran piedra. Una vez que llegaba a la cumbre y cuando parecía concluido el esfuerzo,  rodaba por la otra pendiente. Algunos han supuesto que no veía porque fue castigado con la ceguera, pero su ceguera, en todo caso, no se debe a privación de vista de sus ojos, sino a las tinieblas del Tártaro en las que fue precipitado. Sísifo puede ver y comprender lo que le pasa, pero no hay mucho que ver en el reino de las sombras.

 Así representó Tiziano a Sísifo en 1548, en un óleo que se conserva en el museo de El Prado.


Estos son algunas de las reflexiones de Albert Camus sobre el absurdo de la existencia humana entresacadas de El mito de Sísifo,  aparecido por primera vez en 1942, en la traducción de Luis Echávarri.


“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”.



“Levantarse, coger el tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, la comida, el tranvía, cuatro horas de trabajo, la cena, el sueño y lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado con el mismo ritmo es una ruta que se sigue fácilmente la mayor parte del tiempo. Pero un día surge el “por qué” y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro”.



“Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.”



Sísifo, Franz von Stuck (1863-1928)


Los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces cómo la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura.



Fotomontaje de Greta Stern (1949)


“Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia.  ¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito?. El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en que se hace consciente.”


“El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.”


Sísifo, Pedro Lira (1893)


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