El veneciano Giovanni d'Alemagna pintó a mitad del siglo XV a santa
Apolonia, virgen y mártir, de cuyo martirio ya hablamos aquí, dispuesta a destruir un ídolo pagano
en un decidido alarde de cristiana iconoclasia.
Según la noticia de Eusebio de Cesárea, sin embargo, no consta que Apolonia de Alejandría destruyera ningún ídolo pagano. La anécdota en la que se basa el pintor veneciano está tomada seguramente de “La Rappresentazione di santa Apollonia vergine e martire”, una sacra rappresentazione italiana tardomedieval. Se trata de un género teatral de temática religiosa, algo parecido a nuestros autos sacramentales castellanos, que se desarrolló a partir del siglo XV en la Toscana. Esta obra de teatro anónima en verso reinventa la vida de la santa falsificándola al hacer que después de su martirio, que consistió, como se sabe, en extraerle todos los dientes, no se suicidara, sino que se presentara ante el rey y le demostrara que podía hablar aun desdentada, milagro prodigioso, y acto seguido destruyera un ídolo pagano, en el que veía la representación del mismísimo demonio, por lo que finalmente la mártir moriría decapitada por sus verdugos, y no arrojándose voluntariamente a la hoguera, lo que la redimía del suicidio, como cuenta el padre de la historia eclesiástica que efectivamente hizo.
Según la noticia de Eusebio de Cesárea, sin embargo, no consta que Apolonia de Alejandría destruyera ningún ídolo pagano. La anécdota en la que se basa el pintor veneciano está tomada seguramente de “La Rappresentazione di santa Apollonia vergine e martire”, una sacra rappresentazione italiana tardomedieval. Se trata de un género teatral de temática religiosa, algo parecido a nuestros autos sacramentales castellanos, que se desarrolló a partir del siglo XV en la Toscana. Esta obra de teatro anónima en verso reinventa la vida de la santa falsificándola al hacer que después de su martirio, que consistió, como se sabe, en extraerle todos los dientes, no se suicidara, sino que se presentara ante el rey y le demostrara que podía hablar aun desdentada, milagro prodigioso, y acto seguido destruyera un ídolo pagano, en el que veía la representación del mismísimo demonio, por lo que finalmente la mártir moriría decapitada por sus verdugos, y no arrojándose voluntariamente a la hoguera, lo que la redimía del suicidio, como cuenta el padre de la historia eclesiástica que efectivamente hizo.
Santa Apolonia destruye un ídolo pagano, Giovanni d' Allemagna c. 1442-45
La santa, ni corta ni perezosa, encaramada en mitad de una escalera que sujetan a sus pies dos
mujeres, empuña un martillo o más bien una maza hercúlea con la firme intención de
demoler un ídolo pagano, una estatua
presumiblemente de Baco, el dios del vino y la transgresión orgiástica, habida cuenta
del tirso o bastón de cañaheja que porta su mano izquierda, en el que la crítica
psicoanalítica no dejará de ver un claro
símbolo itifálico, y las hojas de yedra,
si no son de parra, de su mano derecha, ídolo que se encuentra, además y para mayor indecencia, completamente desnudo,
lo que contrasta con el largo atuendo de la santa aureolada y coronada.
El vestido de Apolonia y la desnudez del dios pagano representan dramáticamente, por lo que suponemos que va a suceder, el encontronazo entre el mundo pagano y el cristianismo triunfante. La sensualidad repulida y la delicada forma de la blanca estatua contrastan con el cuerpo revestido de arriba abajo de la santa y la firmeza de su actitud ascendente, que simboliza el triunfo del cristianismo emergente. La desnudez de Baco refuerza la asociación de su culto con la libertad, la naturalidad y la sensualidad, mientras que el vestido de Apolonia, que oculta las formas femeninas de su cuerpo, expresa su absoluta y abnegada castidad.
El vestido de Apolonia y la desnudez del dios pagano representan dramáticamente, por lo que suponemos que va a suceder, el encontronazo entre el mundo pagano y el cristianismo triunfante. La sensualidad repulida y la delicada forma de la blanca estatua contrastan con el cuerpo revestido de arriba abajo de la santa y la firmeza de su actitud ascendente, que simboliza el triunfo del cristianismo emergente. La desnudez de Baco refuerza la asociación de su culto con la libertad, la naturalidad y la sensualidad, mientras que el vestido de Apolonia, que oculta las formas femeninas de su cuerpo, expresa su absoluta y abnegada castidad.
Aunque Apolonia es el tema principal de la escena, lo que llama poderosamente
nuestra atención es el deslumbrante monumento, motivo central de la composición
que ella pretende destruir. Adornando el pilar de mármol sobre el que se alza
la estatua del dios, destaca un águila como emblema del poderío militar de las
legiones romanas, lo que subraya el dominio del Imperio sobre esta lejana
provincia de Egipto donde vivió la santa. También el vuelo del águila, relacionado con el mito de Ganimedes, simboliza la ascensión del alma del emperador muerto, una vez incinerado su cadáver en la pira fúnebre, a las regiones celestes para ser acogido en el Olimpo con la categoría de dios: la apoteosis. A la derecha de Baco, las autoridades
alejandrinas y las nobles damas, asomadas al balcón, contemplan la escena sin
muestras de desaprobación.
Martirio de Santa Apolonia, Giovanni d' Allemagna
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